This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »GONZALO I'ERNAND:EZ DE OVIEDO y VALDEZ
Con el nombre de "El infierno de Masaya" se conoció
en los albores de la Colonia el volcán de esa ciudad. La superchería indígena junto con la superstición española rodearon de misterio y de leyenda la actividad del cerro aquel en cuya cima había un "pOltO" del que salía a veces "una mujer muy vieja desnuda" con la que los indios ce– lebraban monexico o concejo. "Vieja era y arrugada", cuenta Oviedo que se la describió un cacique, "y las telas hasta el ombligo, y el cabello poco y alzado hacia arriba, y los dientes largos y agudos, como de perro, y la color más oscura y negra qUe 105 indios, y los ojos hundidos y encendidos; y en fin", dice, "él la pintaba en sus palabras como clebe ser el diablo". "Y ese mismo debía ella ser", comenta Oviedo, "y si éste decla verdad, no se puede negar la comunicación de los indios con el diablo. Y des– pués de sus consultas esa vieja infernal se entraba en aquel pozo y no la veían más hasta otra consulta". Esta y otras narraciones sobre las actividades del vol· cán: sus erupciones internas, las llamaradas que salían del cráter e iluminaban las noches por leguas a la reclonda, los misteriosos ruidos que $alílln de su interior, el calor y fuego intenso que emanabll de su seno, hicieron que gen– tes timoratas y créclulas, cQrrieran la voz de que el infiel'– no mismO estaba en Masaya.
La voz corrió por los conventos ele Europa y se tenía por seguro que si el Paraíso estaba en alguna parte de la Arabia, el Infier!,!o estaba en Masaya. Teólogos eminen– tes se preocuparon del asunto y enviaron comisionllel95 de distintas 6rdenes religiosas paril que estudiaran el problema. Fray Bartolomé de las Casas ~ue uno ele los comisionados que eran hasta en número de diez. Todos se reunieron y fueron
R examinar el misterioso .lugar. Después de muchos estudios y experimentos llegaron a la conclusión de que el Infierno no estaba en Masaya. El argumento básico que destruyó la leyenda fue el si– guiente: "EI fuego del Infierno quema pero no destruye, el fuego del infierno de Masaya quema y destruye, luego el fuego elel infierno de Masaya no es el fuego del In– fierno". He aquí la narración fragmentada de Oviedo.
Cuando en el año de 1534 se encontraba en Nicara–
gUa Fray Bias del Castillo, cuenta Oviado en su Histol ia general y natural de las Indias, oyó hablar del infiel no de
~asaya y tuvo deseos de verlo de cerca. No pudo veri. flcarlo entonces porque iba de tránsito para el Perú, de donde regresó poco después para Nueva España (México) En el año de 1536 hizo un viaje expreso de México
? NicarasuiI, y no paró hasta llegar a Granada con el ob. leto de visitar el volcán. Consultó su pensamiento con Un fraile de San Francisco, de origen francés llamado Juan Gandabo, y una vel resuelto, tomó por compañeros a Juan Antón, Juan Sánchez Portero y Francisco Hernández
de Guzmán, con quienes llegó a la cima, el martes en la tarde del 12 de junio de 1537.
El fraile se asomó al cráter y vio en el fondo, al tra· vés de una gran grieta de negra y apagada lava, una corriente encendida que saltaba a modo de borbotón o fuente de agua de fuego. Pensando que aquello fuese oro o plata derretida, lamentó el descuido de las autori· dades españolas, pl'otestando que si le dieran aparejos e
indios, para que lo subieran y bajaran, no vacilaría en penetrar al fondo y sacar las grandes riquezas que allr había.
Derpertada la codicia de todos con las lamentaciones de Fray BIas, acogieron gustosos el pensamiento de bajar al inlerior del volcán y se regresaron a Granada, a dar cuenta de sus observaciones al otro fraile. Este los con– firmó en la idea de que aquello era oro y entonces aso– ciaron a la empresa a otros dos vecinos de Granada llamados Gonzalo Melgarejo y Pedro Ruiz.
Una vez convenidos todos, Fray Bias del Castillo se reunió con sus seis compañeros y todos juraron solemne· mente guardar el mayor secreto y cumplir con todo lo es· tipulado. Fray Bias ofreció ser el primero que penetraría al volcán; Juan Sánchez Portero, el segundo, y Pl!dro Ruiz el tercero; estipulándose, además, en que los indios que iban a llevar, se quedarían con 105 demás compañe. ros a 111 orilla del cráter, ocupados en bajar y subir gente por medio de cables.
Hechos los arreglos preliminares, Fray Bias, Juan AnIón y Francisco Hernández, fueron con cuerdas de ca– buya él medir la profundidad que había desde la boca o entrada del cráts.· hasta una especie de plazoleta que se veía más abajo. La cuerda se les rompió en esta opera· ción y no pudieron averiguar nada.
Probaron nuevamente en sucesivas expediciones y 109111ron medir y remedir la distancia hasta el fondo del volcán y calcularon que necesitarían no menos de tres– cientas yarelas de cuerda.
Tanto por las lluvias, como por alistar reservadamen· te 105 aparejos, jarcias y demás objetos para la expedi– ción, ésta tuvo que demorarse algunos meses. Arreglado todo, se trasladaron al pueblo de Mambozima, a media legua de Masaya, donde vivía el socio Gonzalo Melgare. jo. El mismo fraile, para lograr mayor reserva de todo, se encargó do torcer el largo cable que necesitaban. Entre los objetos destinados para la expedición, fi· guraba unil gran esfera de hierro. con sus barras, que podía abrirse y cerrarse, para meter en ella cangilones de barro, que introducidos de cierta manera en el POlO, pu· dieran sacar del líquido rojo. Esta esfera estaba sujeta por una asa de hierro, pendiente de una gruesa cadena qui1acla a una antigua lombarda.
El miércoles, 10 de abril de 1538, reunió Fray Bias por última vez a sus socios para proceder a la expedición. Gonzl'llo Melgarejo se acobardó y dijo que consideraba tan temeraria la empresa que no tenía valor ni para pre·
-33-
This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »