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« Previous Page Table of Contents Next Page »110, Y de 10 mismo le hizo un parche que le pliso en la barriga y se le quitó luego el dolor de esiómago y pidió de co~er a la noche, y de órden del mismo Indio se havía comprado un gallo viejo y Se 10 co– mió pórque hacía muchos días que no co– mía, y que de ésto fué el principio de su mejoría y que siempre a oydo desir que en casa de su suegra andan tirando pie– dras, que quién las tirava hera una her– mana de su marido hasta que la cojiq Su
madre y le dió una bueHa de azote~, y
que en el Hempo que vivió en la casa no vió espanios ni porquerías - Que lo deja dicho y declarado es la verdad socargo del juramento que fecho tiene en el que se afirma y ratifica, siendo leyda esta su declaración, que eS de edad de veinte años, no firma por no saver¡ finna S\.1. mer– ced por ante mí de que doy fee - Domin– go AHamirano y Belasco - Feliz Viéenie Galarza, Defensor - Ante mí - Joseph Rodríguez Lindo Ecbn 9 • Púb. y de Cabd 9 ." -
(Archivo de la Municipalidad de León) .
El Angel se asustó.
Esta práctica de la medicina popular basada en la bl ujería, llegó hasta el pro– mediar del siglo pasado. Don Pedro Her– nández indígena puro de Subiiava, de más de ochenta años de edad cuando me hizo ésie relato hace ya bastante iiempo, me decía que no creía en las mediciI}as de los médicos, pués sabía por experiencia propia, que las enfermedades no eran más, que la brusca separación de la com– pañía de las personas, del Sanio Ang~l de la Guarda.
Vé, me decía¡ esiaba yo como de tre– ce años en el año de 1843, y venía de la huerfa de mi mama para la casa corno a las ires de la tarde, y, al pasar bajo la sombra de un Guanacasie, sentí un "repe– lo" en iodo el cuerpo con motivo de un gran susto que tuve, sin saber yo mísmo de qué, y, caí al suelo sín seniido, cu,ando volví en mí, ya estaba en mi tapesco con una fuerte caleniura. En la mañana si– guienie llegó el indio Curanderp o bntjo a verme, y le díjo a mi nl.ama que, el Angel se me había asustado y se había separado de mi, por lo que, había que ido a traer. Inmediatamente se preparó lo que él, ordenó: un "chichigualifo" (1)
vacío con fres agujeros en la bóca de los
(1) - El "chichigualito", es el llamado también jíCIUO
~abanero, que se da especialmente en los llanos; en glan cantidad se halla en los llanos de Poneloya Es ledondo y pequeño; su pulpa es buen ali.mento del ga– nado y cerdos, y de sus S,emillas secas o zacahuacal se hace una bebida de glato sabor y rica en vitaminas
que péildian nl.ecaiHos para hacerlo girar en el aire haciéndqlo sonar: un "guacal" (2) de ceniza y ptro de maíz iosiadb y candelas de cera qUe deberían traer en– cendidas la gente q'lle le acompañara en el regreso a mi casa. Ya con éstas cosas salió el brujo con la gente del vecindario, rezando al Santo Angel de mi Guarda las oraciones que él enseñaba, hasta llegar al lugar dónde caí. Puestos en ese lugar co– menzó el brujo a invocar al Angel, al mís– mo tiempo que hacía sonar el jicarito po– niéndose en nl.archa de regreso con las candelas encendidas y regando en el Sue– lo la ceniza y el maíz, caminando para atrás, hasta dónde yo estaba acosfado ¡ me hizo unos sobos con manteca de perro ne– gro y :me díjo que ya esfaba bueno. Al momento n,e levanté sín cal!3ntura y a seguir el .trabajo que habia comenzado.
Su perstic:iones.
De ésie mísmo año de 1747, o del 48 o 49, vienen en una sosienida concatena– ción de tradiciones de familia en esta quieta ciudad, éstos dos cuentos: "La Teodora Coyota" y "El Diablo se llevó el alma de la Gabriela", que presento con delectación, acariciando en ellos las blan– cas páginas del imborrable recuerdo, de cuando se me relaiaban por mis tías pa" fernas, en los días puros de mi niñez; sin que, séa demás que díga, que, esas inol– vidables viejecitas que me contaban cuen– tos, al referirse a éstos, se sanfiguaban, y, con sincero miedo cual si tuvieran a su frente al mísmo Diablo, imploraban el amparo y protección divina, para ellas y para:mí. ¡Dios las tenga en su seno!
La Teodora Coyota.
En el cénfrico y principal barrio de la ciudad, el de San Francisco, sobre la antígua Aven. de Barbenera hoy 3'. Ave– nida Oeste, vivía en aquellos tiempos del año de gracia de 1747, una buena mujer de nombre Juana Moraga, en una casa forrada en granzas de trigo y iechada de palma, con patio grande y aseado, con la infaltable reseda, el "jícaro" y el jasmín, aco:mpañada de dos hijos: Julián y Teo– dora.
Los años pasaban rápidamente en una vída de iranquila pobreza, llevada con la grafa satisfacción de la conformi– dad y la, paciencia, en un mútuo amOI filial, hasta que, en uno de tanios días cayó precipitac;i?J,mente la desgracia sobre aquella casa aparentemente feliz.
(2) - "El huacal o guacal" es otta clase del flUto del JícalO, que es grllnde y esf<:ric.o y aún se usa bien lal;nado en su propio color blanco, como lecipiente plOpio ¡llna tomar agua, o cualquier otro Iíquido~
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