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Jícara

TISTE Y JICARAS

En el <tomil1o nos detuvimos cerco, o más bien, en

un peque,ío roncho de lo playa La casa misma se

enconlraba, ahora que el río

l

a causa de las lluvias,

había suoida más de dos metros, rodeada de agua has– ta la mitad llegando el agua hasta el piso Nos arri–

mamos, pues, al quicio mismo de 16 puerta y entlomos directamente o la piezo, donde nos convidaron o tomor

un "tiste"

I

uno bebido que se prepara. con aguo frío,

maí'z tostada y molido, cacao en polvo con algo de azúcar Es una bebida de fácil preparación, refres– cante y nutritiva Los habitantes de la choza, que eran mestizos y que se declararon ellas mismos perte– nece, a la tribu de los indios Melchora, vivían por en–

tonces en condiciones angustiosas, pues la mayor parte

de su plantío de bananos se encontraba debajo del agua y muchas de las matas ya habían sido arrancadas por el río o destruídas por trancos de árboles arrastra– dos por la corriente Lo que pudieron salvar de las frutas lo habían recolectado en un bote

No se encontraban muchas riquez.as en la casa,

pero unas jícaras muy finamente loblodos me lIamOlon la atención y les compré la más bella, una que

tenía además una forma

enteramente poco co–

mún Conseguí también

unOs látigos prepOl odas de algas trenzadas Des– pués de un violento temporal se encuentra esta especie de algas so– bre las dunas de arena,

se ti enzan cuando aun

están suaves, la parte más gruesa de la raíz se le da vuelta y se amarra can una cuerda de paja y se cuelga para que se seque Después de algu-

nós d1as está listo y és un excelente látigo con ,esisten– cia y elasticidad, que compite con el que se hace de la piel del manatí

EL "WAltEE"

Después de un almuerzo de bananos y huevos, dejamos el rancho y llegamos algunas horas más tarde al término de nuestro viaje Allí nos dijeron que ha– bían visto un tapir el dío aliterior a poca distancia del lugar, y que se suponía que allí tenía su guarida De– cidí quedarme en la hacienda por esa noche para tem– prano de la mañana, ayudado de perros que entretanto

cbnseguirío, probar mi suerte

En la noche fuí con un indita como guío hasta una entrado del río, donde me dijeron que tanto Vena–

dos como '\van ees" -cerdos salvajes- solían venir

a aguarse inmediatamente después dé' la caída del sol Allí me estuve dos horas sin poder tirar otro animal que un congo o mono ululadO! y un par de tucanes (Rhamphostos tocard), pero entrelanto me picaron de 101 manera los zancudos que toda la cara se me hin-

chó y apenas podía abrir los ojos suficientemente para poder regresar o la hacienda

El, 'l'APlR

A lo maííono siguielite, mucha antes de la salida del sol, estábamos en la selva, siguiendo uno vereda estrecha y zigzaguénate que <;:asi tan a menudo posaba por agua como pOI tierra Toda 1.0 tien a es aquí natu– rolmente obra del río, y es tan movediza y suelta que el río crecido en cada período de lluvias se crea nuevas avenidas, una por aqu~, otra por allá e invade toda la tierra del delta, de manera que cada depresión en el suelo se vuelve una lagulio o un charca

De guía me servía un mulato de espaldas anchas, quien sin ninguna pretensión me dijo que él ero el más hábil cazador del río San Juan, pero que despreciaba la caza del tapir o cerdo salvaje, pUeS esa era una buena ocupación para esos negros caribes El me ofrecía su habilidad sólo para puma, jaguar o mani– gordo (Felis pardalis) Mis espelanzas descansaban menos en Napier -que así se llamaba el mulato- que en dos perros flacos cón aspecto de chacales, que ama– rrados a una cuerda nos seguían apaciblemente Cuando llegamos al lugar donde el tapir había sido

visto, se soltó a los perros, los que comenzaron furio–

samente a explorar la hierba alta que credo ent, e las matos de un extenso platanar que había sido invadido por la selva donde nos encontrábamos entonces Ya entretenía yo la idea de seguir al mulato y a los perros rro abajo, cuando upo de los caribes me tocó el brazo con mucho cuidado y murmuró por la bajo "tilpa" -el tapir! Detrás de mí, a una distancia de 200 me– tros ví un animal negruzco y abultado, trepando la playa de una pequeña laguna que había recientemente vadeado A pesar de la distancia le hice dos disparos en su dirección Se paró en. seco inmediatamente, plantó con fuerza la pata levantada, volvió la cabeza hacia nosotros venteá con su trompa corta y gn.lesa, después se puso en camino hacia la selva espesa a una velocidad que ciertamente no se podría creer que pu-

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