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VIAJE POR NICARAGUA

ALCOHOL Y QUININA

(Cyéloturus didoctylusl, de lo misma especie que yo habia encontrado antes en Tolamanco

Por varios días lo

mantuve vivo en una ca–

ja, casi inmóvil, colgado

de un palo en un rincón,

con la cabezo entre las potas delanteras Lo fi– na y suave piel estaba cubierto de un pelo largo

y sedoso, color café os–

curo rojizo, de un tono

más claro en las extre– midades De un tamaño

Hormigue> o un poco mós pequeño -- que nuestras ardillas co-munes, dotado de una colo larga prensátil de fino pelo Coma na pude decidirla a alimentarse, o pesar que le ofrecí uno rico voríedad de hormigas de hasta medio centímetro de tamaño, recién muertas, por fin decidí ultimarlo con cloroformo

, 'Otro de los huleros me v,endió una virgen de plato, de tosco trabajo ql.le había sido encon–

trado en unas ruinas en–

tre los rios Parasmina y Pocuore, donde probo· blemente había existido una efimera colonia de misioneras españoles 01

fin del siglo XVI o XVII

Cuando me prepara– ba o poner en alcohol mi ciertamente importante colecci9n de animales, hice un descubrimiento de lo mós desagradable Para no poner demasia– do a prueba la sobriedad de los peones de la ha– cienda, yo había deposi– tado mi tanque de alco· hol en manos de la úni-

Imagen de plata ca autoridad del Dístrito, " " el telegrafista de la Es-taClon "de SIQUlrres Esto había sido para él una tentoclOn demaSiado grande, e inmediatamente noté que se habla bebido -o quizós hasta vendido– 12 litros, más o menos, del alcohol En consecuencia debí botar varios costosos ejemplares anatómicos, ya preparados, de aves y reptiles Fue un contratiempo desagroda?le e irremediable, ya que no había alcohol en venta s,no en San José, y no tenía tiempo de ir alió

Y, el v,~por, que era esperado al día siguiente, iba en dlTecc,on a Puerto Limón

Como Herr Sch~fer, con toda seriedad, asegurase

01 hombre en cuestlan Que en el Cilcohal habían sida

EL HORMIGUERO

A mi regreso a la haciendo encontré que me es– peraba uno de las huleros que me proveían -por mi c'uento-:- de ejemplares p,aro mis colecciones, y el que me entregó con gran entusiasmo uno de los animales que yo deseaba y po.r cuya capturo le hdbío ofrecido una reCOmpenso especial, un hormiguero trepador

El periodo de lluvias se acercaba ahora o grandes posos, por, lo tonto, dep.imos abandonar el proyecto de hacer el ~'oj~ en lo"~no y decidimos más bien esperar el vapOi ,ngles que mensualmente mantiene los comu– nicaciones entre p'uerto Limón y Son Juan del Norte lo puerto otlóntico de la tierra prometido Nicaragua'

EL BUITRE REAL

El tiempo de espero fue empleado en completar nuestros colecciones y, como yo deseaba ardientemente tener entre otros curiosidades, un buitre real -"Rey de los Zopilotes"- compré por poco dinero, uno mulo viejo con el espinazo quebrado, lo llevé o un sitio des– pejado y oll~ lo maté A uno distancio de 50 varas del lugar donde yacía lo muJa muerta, en un pequeño bos– quecito, arreglé un lugar adecuado para esperar que los buitres se sirvieron del festín Posaron dos días antes Que el cadóver

o despidiese un olor suficientemente fuerte poro atraer a los esperados huéspedes Tem– prano por la mañana del tercer dio, estaba yo en mi puesto, mientras una veintena de buitres de las dos especies comunes -lo de cabezo roja y lo de cabezo

gris- arrancaban opuradamente uno tira ensangren~

todo después de otro del hinchado cadáver saltando después unos cuont9~ pasos a un lodo para ~ngullír en paz su hediondo alimento Cuando un hambriento govilón o halcón, comenzó O rondar por encimo de ellos, óvido de tomar parte en el festejo, los buitres se

I eunieron en un grupo apretado ton los cuellos exten– didos para hacerle "~r oí huésped indeseable con sil. bantes y fuertes aletazos que todos los lugares estabclh ocupados en lo me~a del festín

Ya entretenía YC1 lo idea de abandonar el asque– roso espectáculo cuando oí sobre mi cabeza los pode–

rosos aletazos de un "rey de los zopilotes", qUé se posó

en la cumbre de un alto mango, 01 otro lado del lugar descubierto Fue divertido ver el inmediato espanto que se apoderó qel. grupo de comensales con las alas

y la cola arrastrando por 'el suelo y con las cabezas ba– jas, saltaron todos o un tiempo lejos de lo mulo y se colocaron en humilde espera, sobre postes y piedras o uno distancia respetuoso del temidó señor ' El buitre real ero, ciertamente, un imponente ani– mal, del mismo tamaño de un halieto, con el cuello desnudo, la cabezo de color rojo quemado y en la fren– te una cresta de color rojo subido El torso los alas y el pecho eran de color café claro, la espalda' y lo colo negros Como estos oves suelen cazar en parejas esperé o que llegara la hembra de la selva y los tir¿ a los dos antes de que hubiesen podido gustar uno sólo vez del preparado fest/o

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