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.Jícara de la región del

Castillo.

Corazón de las jícaras.

Bateas de la región del Castillo.

Conejos de la región del Castillo.

El instrumento que se usa para labrar es un sim– ple cortapluma, o algunas veces un machetillo, con el que pueden los indios de Masaya y de Belén hacen verdaderas obras de arte.

UNA CENA DE DESPEDIDA

Cuando el

IJ Irma", después de tres días de traba~

jo de descargue, hubo de regresar río abajo al cuarto día resolvimos todos que lo mejor era tomarlo de re–

gre~o en lugar de esperar el próximo vapor durante un número incierto de días en el Castillo.

La última noche en el puerto nos ocupamos de dar una cena de despedida a nuestros cultos y bonda– dosos amigos del Castillo. En la proa del "Irma" preparamos una mesa muy original con las conservas más variadas que pudimos conseguir en las diferentes ventas del lugar' "danish butter" de San Francisco, sordinos francesas de Bastan, aceitunas, "corned beef",' pepinos, mostaza, mermelada rusa y otras co– sas más. Pero la "piéce de resistance" de la tarde fue un "ponche sueco". ,.

'Mr. Ridgway, durante sus viajes alrededor del mundo, había oído hablar, en alguna parte, de la be– bida; favorita de los suecos y yo, como estudiante Universitario sueco, naturalmente debía saber cón'lo prepararla Yo acepté el reto y después de varias ho– ras de trabajo, preparé una magnífica bebida, un

producto que hubiera sostenido la prueba del gusto aun de veteranos conocedores del" ponche. Estaba preparada y mezclada según todas las reglas del arte: con una base de. azuca!' cuidadosamente coCida y fil– trada, viejo ron amarillo en lugar de arrak y olorosos limones maduros ·en lugar de ciruelas. La tarde fue alegre y el ponche produjo alegría general entre nues– tros invitados. Mis advertencias de que se debía de gozar .sólo en dosis moderadas ,d~1 néctar color de oro, caí'On en oídos sordos. "No· podía ser peligroso, es tan suave y dulce y nada fuerte", me decían todos. Hubo· un gran número de discursós relámpagos, en español, en inglés y en francés: por nuestros sobe– ranos, por Nicaragua -el paraíso del trópico- y el futuro centro de comunicaciones del mundo, por su comercio e industria, protegidos y dirigidos por "desin– teresados y sacríficadós extranjeros", por los Estados Unidos, patria de la Iibertcid y de la gran industria, por Inglaterra, raina de los mares, por Suecia, patria de Corlos XII y de linné,etc., etc.

El ponche se había terminado y la compañía se disolvió en medio del entusiasmó más animado. El "Irma" no salió del Castillo antes del medio– día, pero muy pocos de los invitados de la fiesta pudieron levantarse para darnos la despedida. Uno de ellos me dijo, haciendo un débil esfuerzo por son– reír: "El ponche sueco es muy peligroso".

EL DESAGUADERO. EL FUER'fE SAN CARLOS

A buena velocidad nos deslizamos río abajo y por la tarde encontramos el vapor "Managua", que subía el río, en la embocadura del río San Carlos. T rasbor– damos al "Managua" y por segunda vez nos encontra– mos en camino hacia el, Lago de Nicaragua. En la noche nos amarramos al pie de los raudales de Machu– ca y al día siguiente, al mediodía, podíamos arribar a nuestro antiguo lugar de desembarque en el Castillo.

Allí el "Managua" dejó toda su carga, la que por medio de vagones se llevó más arriba de los raudales a otro sitio de embarque. Vacío, apenas tenía el vapor más de un metro de calado y como la profundidad del río en el raudal del Castillo era de metro y medio, fue posible pasar al otro lado. Todo se hizo con félicidad. Al día siguiente 'después que por medio de dos cuerdas tiradas desde tierra, mas arriba de los raudales, y el

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