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es casi tan ancha como largu, 18 por 18.5 Kilómetros. El Volcán Ometepe se distingue por su forma regular; cónica, enteramente simétric() y es por esto tal vez el único en el mundo. Tiene una altura de casi 1,700

metros; en la cima del excepeionalmente pequeño crá– ter, se encuentra o más bien se encontraba, un peque– ño lago, porque apenas tr.es meses después que hube abandonado la Isla, despl:,lés de un reposo de 400 ClñoS, el volcán hizo una violenta erupción que destruyó una parte de la ciudad más importante de la Iski, Altagrci– cia, y las haciendas vecinas. Desde la base ala cima estón las laderas del volcán cubiertas de una notable vegetación o bosques, con excepción de una parte del lado Oeste, que desde los 200 metros de altura hasta los 1,100 metros, se encuentra cubierta de una rica alfombra de pastos y atravesada de diferentes hondo– nadas a través de las cuales, al fin del período de llu– vias, cuando la pequeña Isla nada en sus riadas, el agua se precipita abajo de las laderas casi cortadas a pico, pero que generalmente es absorbida por el suelo poroso antes de que llegue a lo costa del lago. La faja de playa progresivamente más estrecha que tiene varios kilómetros de largo 01 lado Norte y Oeste, de la Isla, es extraordinariamente fértil y hasta relativamente bien cultivada. Al Norte se encuentra la ciudad más importante de la Isla, Altagracia, una ciudad indígena auténtica con 'dos o tres mil habitan– tes. Al ·Iado Noroeste del volcán se encuentra Mo– yogalpa, cuya población,· de más o menos 1,200

habitantes, tiene una mayor cantidad de mestizos. En la playa Oeste, al Sur de Moyogalpa, está el tercer pl,leblecito: Los Angeles, que no tiene más de tres a cuatrocientos habitantes. Entre estos tres sitios prin– cipales, la tiérra se ~ncuentra dividida en una cantidad de haciendas, generalmente mal explotadas y de huer– taS más pequeñas, llamadas "'posesiones", donde se cultiva maíz, 9rroz, caña de azúcar, tabaco y bobo– nas, dando cosechas insuperables. El ladó Este de la Isla, donde la faja de playa es más angosta, está for– mado en su mayor parte de selva virgen. La parte Sur de la alargada Isla lo 9tupa el Volcán Madera, el cual, a pesar de no ser tan regular dé forma como el Ometepe, es uno de los más bellos macizos de volca– tles que se conocen. Está cubierto de selva virgen en toda su extensión, desde la base hasta la cumbre. Numerosos torrentes o arroyos bajan de su cima pero no se abren, Raso a través 'de la alfombra verde que cubre sús lad.eras. La cumbre misma es menos agu– da que la <:le I Ometepe y muestra una cima Norte más alto y otra Sur más baja. Er:ltre ambas se encuentra un lago-cráter bastante considerable.

La playa alrededor del volcán es más rocosa y de acceso m(ls difícil que la parte Norte de la Isla, y por lo tanto más escasamente habitada y cultivada. Esta parte Sur de la Isla no tiene tampoco ningún pueblo o villorrio importante. Mide 13.4 kilómetros de largo por un ancho de 8 kilómetros.

Moyogalpa tiene una posición particularmente bella frente a Jo playa del largo brazo de mar dulce qlle separó la Isla de la región de Rivas. Detrás de ella, forma el majestuoso volcán el más voravilloso tras– f9nd0 que se pueQe desear. El suelo se inclina bastan-

te rápidamente hacia el ,lago, lo que da fácil desague' a los viqlentos chubascos del período de lluvias. Las casas son, por lo común bien Consfruí'das, dé tablas de cedro o de adobes, algunas con techos de tejas, la mciyoría están cubiertas con techos de palma. En las afueras de la ciudad se encuentran chozas. Cada casa tiene un gran jardín o huerta, por lo común detrás de lo casa mientras los edificios, al contrario de lci costumbre indígena están construídos generalmente a, la orilfa de la calle .. ; La casa del párroco o "cura" es enteramente sin pretensiones, pero la más adornada de tbdps. La Iglesia se encuentra en la parte Nor– oeste de Jo ciudad

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un pequeño edificio antiguo pero elegante, hecho de adobe. Las calles son naturales, es decir no se ha hecho intento alguno de empedrarlas, ni otra" forma de cuidarlas se descubre, aunque sin embargo bien lo necesitan; porque el mayor desagrado para los habitantes de la ciudad es el polvo fino, negro, que por todas parte penetra y que sin que se pueda impedir, se levanta a la menor brisa fresca que viene del vO,leán o del lago.

El clima de Moyogalpa y de toda la Isla es exce– Ie,nte y mucho más saludable que el de la tierra firm.e frente ó ella; además, se tiene en las laderas del volé.án posibilidades para establecer sanatorios donde se puede escoger, al gusto, condiciones favorables de temperatura.

L:a autpridad es un Alcalde que tiene a su disc posición seis soldados. Estos raramente llevan sus armas y trabajan como peones dentro o fuera de la ciudad por un salario. El costo de vida es borato y la manera de vivir muy sencilla, sin diferencias de rango entre los habitantes de colores diferentes.

Después de haberme orientado en los alrededores más inmediatos de Moyógalpa, hice excursiones a ca– ballo y a pie más o menos largas. Me conseguí un boté para hdcer viajes a lo largo de las costas de Iq Isla. Mi. tripulación se componía de dos indios puros; de los cuales uno, López, mostró una tal habilidad co– mo co.leccionador y preparador, que ocupó ese puesto durante todo el tiempo que estuve en la Isla. Algunos ensayos de pescar con red barredora ~...,..atarrayél-.­

me dieron por resultado arena negra volcáriica sin vIda animal aparente; continué por lo costó hade el Sur, para encontrar sobre la playa una compénsacion o la pobreza del fondo del lago.

En la punta de San Roque, uno de los cabos más dignos dé curiosidad, desembarqué a tirar COCOdrilos. Esta punta es una lengua de, tíerra de 300 a 400 me– tros de largo, más o menos, y de dos a tres metros de ancho, de tierra volcánica negra, y de qrena negro que continuamente cambia. Allí rompe un oleaje conti– nuo, a veces fuerte, a veces suave, pero siempre pe– ligroso para pequeños botes. En lugar de pasar alrededor de la punta resolvimos acarr~ar nuestro bote por encima, deJa lengua de tierra, lo qUe fue fácil ha– cer, ya que esta no sobresale del agua a más de un metro de altura. Un cocodrilo de tres metros de largo se arrastró arriba de la punta; le disparé; cayó inme– diatamente al agua, pero haciendo un supremo esfuerzo, subió de nuevo sobre la punta para morir. Me fue posible hacer varias preparaciones ana– tómicas. Los indios estaban particularmente intere-

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