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MANAGUA

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sultados que eran de esperarse. Mas desgraciadamente el ensayo de esas instituciones ha tropezado con inconvenientes de todo género, que le han impedido su desarrollo y perfección. Las pasiones po-líticas, la ignorancia del pueblo, los intereses encontrados, la desmedida ambición en los hombres más prominentes; han contribuído hasta ahora a malograr los frutos de la independencia ...

Nuestra historia, en los diez lustros que llevamos de ser independientes, es una serie de luchas fratricidas, motivadas tal vez por 'intereses mezquinos, de que hasta ahora no se ha recogido otro fruto que el aniquilamiento de las propiedades, la relajación de los vínculos sociales, el desprestigio de la autoridad y la estagnación de los elementos de progreso. Pero todo ello es debido a que en esas luchas no se ha discutido un princi,pio, no se ha llevado por mira el desarrollo de una idea civi– lizadora de regeneración y perfecc'ionamiento. La ambición, el egoísmo, el capricho, la venalidad y otros sentimientos bastardos de este género, son las pasiones que frecuentemente se han puesto en juego por los hombres públicos que han dispuesto de la suerte del país. Así es que por eso se han descuidado de ilustrar al pueblo, dester-;ando la 'ignorancia que tantos males ocasiona: en nada han tenido la conservación de la paz, ese bien precioso bajo cuya benéfica influencia prosperan las nacio– nes: ,poco les ha importado el adelanto de las artes, el desarrollo de la agricultura, la industria y el comercio; y de aquí ha dimanado ese estado lamentable de inercia y abandono en que hoy se ven mu– chos de nuestros pueblos.

Empero, no debemos desesperar de nuestra situación: quizás no está lejos el día en que ella cambie de aspedo, presentándonos un porvenir halagüeño. Es necesario persuadirnos que el pueblo centroamericano ha traído una misión que cumplir, y esa misión debe llenarla. A medida que se vayan arraigando entre nosotros los hábitos de orden y el amor al trabajo, no hay duda que renacerá el respeto a la ley y a la autoridad constituída; que se tendrá un pleno conocimiento de las institucio– nes que nos rigen; que estas se afianzarán sobre bases sólidas y estables; y que entonces el pueblo lanzado ya en la senda de su prosperidad, camina rá con ¡pasos firmes y seguros hacia su engrandeci– miento. Y no pudiera ser de otra suerte; el sentimiento dominante de la humanidad es el progreso: ese sentimiento la trae en una agitación continua; y por llegar a él, se abrirá paso al través de todas las dificultades que se le presenten.

Dr. Don Francisco Barberena

Br. Don Serapio Orozco

Munícipe

MANAGUA

el atraso? O habrá un obstáculo que no podamos superar? No, señores, las naciones adelantan con el tiempo y sus progresos se marcan con el ,período de los siglos, porque tienen que pasar por las vi– cisitudes consiguientes a su infancia. En esta época, tienen que sufrir los golpes de ensayos peligro– sos, las oleadas de las pasiones impetuosas: sin civismo, sin cultura, estacionan y retrogradan, buscando aun en la agitación y el desconcierto su propia felicidad; pero este tiempo de ¡penosas, alter– nativas, puede ser reducido por el influjo de la inteligencia, del trabajo y del patriotismo; y así es cómo se explica el remarcable adelanto de sociedades contemporáneas.

De aquí, pues, la necesaria y lógica consecuencia que nosotros no hemos siquiera iniciado nuestra obra: no hemos hecho más que estacionar un poco de tiempo, sin duda para comenzar con ahinco nuestro trabajo, por cierto grande y majestuoso. Queréis la prueba? Mirad el gran desier– to que habitamos: recorred la serie de elevadas montañas incrustadas de metales preciosos: ved esos dos soberbios mares invitándonos al comercio floreciente con los países cultos: contemplad extensos bosques sembrados de maderas preciosas, de extrañas producciones vegetales y de pujante fertilidad: y en fin, reconoced que hay porciones de nicaragüenses que aun no han salido del estado de barbarie en que los encontraron los ,primeros conquistadores.

Pongamos, pues, con la más viva esperanza en ejecución nuestro trabajo; y hagamos los es– fuerzos posibles en remover toda clase de obstáculos; y cuando vayamos por la mitad, entonces nos veremos nivelados a las naciones que orgullosas ostentan su poder y su riqueza.

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