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didatura de la Vicepresidencia creían que sería perjudicial para mi personalidad que creía que la masa podría juzgar que había cedida a una especie de halago a mi vanidad, y de soborno por posiciones.

Debo confesar en estas memorias que yo estaba en desacuerdo con el pensamiento de Anselmo, porque sabía que al negar mi nombre para la fórmula, el grupo occidental que dirigían los Tijerinos designarían a don Bartolamé Martínez, que el Gral. Emiliano Chamarra tenía por una ficha propia de él, pero que en realidad era un peligro para el Partido Conservador integral

e histórico. Pero guardé silencio y acaté la resolución de mis amigos políticos.

Efectivamente, reunida la' convención del Partido Conservador lanzó la fórmula de don Diego Manuel Chamarra para Presidente y don Bartofomé Martínez para Vicepresidente.

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PARA dar una idea de las razones que tenía yo para comprender y estimar los pe/igr9s

- que encerraba la Vicepresidencia de don Bartolomé Martínez, como denominadó; del número quebrado en que don Diego Manuel Chamarra, de vacilante salud, era el n.úmerador, referiré una anécdota dando el salto atrás de cuatro años.

En mil novecientos dieciséis, después de que 'el Gral. Emiliano Chamarra y yo, nos arre– glamos con la fórmula Emiliano Chamarra Presidente y Nemesio Martínez Vicepresidente, con la venida del doctor Julián Irías y ciertas actividades sospechosas de los liberales, el Presidente Adolfo Díaz quiso asegurar de una manera especial sus cuarteles, poniendo en las guarniciones sólo voluntarios de los diferentes departamentos.

Al efecto, puso una circular a los Jefes Politicos, ordenando que le. enviardn voluntarios que desearan servir en las guarniciones de la capital. A los Jefes Políticos que se dirigió, todos contestaron, Carazo, Masaya, Rivas, Chontales, enviando peones de toda, seguridad.

Don Bartola Martínez de Matagalpa al telegrama de don Adolfo Díaz, contestó en tono ofensivo: Para poder mandar voluntarios al Gobierno de usted, es necesario que primero me envíe usted las sondalezas para amarrarlos

Don Adolfo es una persona cortés, pero que no se deja, como él dice, manosear de nadie,

e inmediatamente decidió destituir a don Bart%mé Martíne~ y me comisionó a mí para que le redactara e/ telegrama de destitución,

Sabedor el Gral. Emi!iano Chamarra, quiso arreglar el asunto evitando la destitución y

proponiendo varias soluciones entre otras la renuncia de don Bartolomé. Pero don Adolfo fue inflexible y don Bartolomé fue destituído.

Pasaron los años, murió don Diego Mannuel Chamarra que tenía la debilidad diabética que nos mantenía en zozobra a los colaboradol es de su administración. Don Bartola surgió a

la Presidencia de la República. Todos conocen la triste experiencia que resultó, confirmándonos

en que don Bartolomé Martínez, padecía con respecto a los hombres eminentes del consetvatismo,

/0 que se l/amo en Psicología un como/ejo de inferioridad.

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