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01 Cuerpo Diplomático, las representaciones de los diferentes países de Centro América en la Asamblea Constituyente en que había culminado el movimiento unionista, y muchos invitados.

Mi discurso procuré hacerlo moderado en la forma y enérgico en su fondo. Traté co– mo punto esencial de las aspiraciones de mi Gobierno el de mantener la paz, para que todo se

elaborara en cuanto a los destinos centroamericanos por una suave evolución, y no por los golpes revolucionarios, método fatal en nuestra historia.

Declaré que Nicaragua no era obstáculo para la Unión Centroamericana, que el Partido Conservador aspiraba a ella a bandera desplegada en todo el curso de su historia, y que estaba consignada como un deber en la propia Constitución de la República.

Traté la materia difícil de las emigraciones como obstáculo histórico en Centro América para las evoluciones pacíficas. Suavemente caí a la presencia de la emigración liberal en Hon– duras, y de una fuerte emigración adversaria del actual Gobierno hondureño en Nicaragua.

A ese problema pondríamos todo el empeño para quitarle su agresividad, y con gran sorpresa de los diferentes elementos que me escuchaban, dije, que el Gobierno de Nicaragua agradecía al Gobierno del Gral. Rafael López Gutiérrez los empleos y posiciones que había dado

a emigrados de importancia, porque en ello se contemplaba un buen sistema de quitarles la agre– sividad con que había sido perturbada históricamente Centro América.

Pero que también quería advertir que de ninguna manera el Gobierno de Nica– ragua consentiría en el ultraje de ser arrastrada por una Asamblea en que su verbo, su acción, sus aspiraciones la han puesto en mano de una representación sWgida invisible en forma conspi– radora.

En fin, que Nicaragua deseaba la paz, estaba presta para ella, pero por caminos rectos y

con su dignidad intacta.

T uve un buen éxito con mi discurso Su tono moderado y su fondo enérgico, fueron elo–

~iados por la prensa oficial y por la de oposición Desde el día siguiente noté que había dado en

el clavo mi martillo. Me visitaron las representaciones de los diferentes países centroamerica– nos y muchas personas de la sociedad de Honduras.

Siempre estableciendo mi acción en estos Cabos por memoria y nada más, debo detenerme

/,1n poco para declarar que el prestigio social de mi hermano Eulogio en Honduras siguió siendo una fuente inagotable a mi favor.

Me detendré un poco en relatar este especto meramente social de mi trabajo.

En el Gobierno tuve dos amigos, altos empleados del Gobierno del General Rafael López Gutiérrez. Fueron ellos, el doctor Carlos Anacleto García, antiguo y afectuoso amigo mío, Se– cretario Privado del Presidente; y don Horacio Aguirre Muñoz, que palpita en estos recuerdos y

que era Secretario de doña Anito López Gutiérrez, que no olvidaba a Eulogio y elogiaba su con–

ducta durante fue Gerente del Banco Nacional.

Había cambiado el ambiente hondureño que penetré cuando fuí emigrado político. Don Francisco Cáceres, había muerto, pero en su testamento nombró albacea con facultades muy am–

plias a Eu/ogio, y esto obligaba a mi hermano para viajar a Tegucigalpa con frecuencia.

Otro de los personajes notables amigos de Eulogio que había muerto era don Santos Soto, pero siempre con grande influencia, su viuda, que era de origen nicaragüense, de la familia Mi– dence, y sus hijas tenían grande prestigio social

La familia Agurcia siempre poderosa; la familia Díaz, ligada con los Barberena de Nicara-

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