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inmediatamente -encaminados a traer inversión de capi. tal extranjero y turismo a este país- a fomentar las ex· portacion+s norteameriéanas a precios estables y con garantías· y contribuciones oficiales más liberales, a re· ducir las posibilidades de evasión de impuestos y de tari· fas adua.,eras que fomentan el gasto excesivo de dólares en el exterior, y (por intermedio de la OTAN, de la OCDE y de otros organismos) compartir con nuestros alia· dos todos los esfuerzos ¡para mantener la defensa común del mundo libre y las esperanzas de progreso de los países en desarrollo. Mientras dure el actual déficit se buscará l~ forma de reducir la salida de nuestros dólares al exterior, sin echar toda la carga sobre los hombros de las familias de los que hemos podido que sirvan a nues· tra bandera en ul,tramar.

Esta 'Administración se ,propone, en suma, apoyar to– dos nuestros esfuerzos en el exterior y conseguir que en el porvenir, como en el pasado, sea el dólar tan "sólido como un dólar".

Pero hay desequilibrio en algo más que en nuestro intércámb;io de pagos irdernacionalés. Es casi seguro que el actual presupuestó fed~ral para el año fiscal 1961 acusará un déficit neto. El presupuesto ya presentado para el año fiscal de 1962 sólo se equilibrará si el Con– greso aprueba todas las medidas solicitadas sobre ingre– sos del erario, y si esos ingresos calculados son produci. dos por un mejoramiento más pronto y rápido en la economía del que creen actualmente probable mis ase· sores económicos. No obstante, una nueva Administra· ción debe necesariamente basarse en los cálculos de gétstQs e· ingresos ya ¡presentados. Dentro de ese marco, excl",yendo el desarrollo de necesidades urgentes de defensa nacional o el empeoramiento de la ecol1omía, es mi actual intención defender un programa de gastos que, tomando ~n cuenta los ingresos producidos por un estímu· lo de la e.conomía no desnivelen por sí mismos el presu· puesto a"terior.

No obstante, haremos lo que se deba hacer. Pues nuestro país está lleno de tareas descuidadas y sin termi· nar. Barriadas escuálidas están rodeando nuestras ciu– dades. Han pasado más de doce años desde que el Congreso declaró que nuestro objetivo era "que todas las familias norteamericanas tuvieran una vivienda decente y un ambiente adecuado". Y, sin embargo, todavía son veinticinco millones los norteamericanos que viven en viviendas inadecuadas. Este año se necesitará un nuevo programa de vivienda y un nuevo Departamento de Vi· vienda y Urbanismo.

La negación de derechos constitucionales a algunos de nuestros compatriotas, a causa de su raza, como elec· tores, entre otros, inquieta la conciencia nacional y es motivo de que la opinión mundial nos acuse de que nues· tra democracia no está a la altura de las elevadas prome. sas de nuestro legado; la moralidad en los negocios particulares no ha sido suficientemente estimulada ,por la moralidad eh los negocios públicos. Una gran canti· dad de problemas y proyectos en los cincuenta Estados de la Unión, que no es posible incluir en este Mensaje, merecen y recibirán la atención del Congreso y del poder ejecutivo. En lo referente a la mayor parte de esos

asuntos, se enviarán Mensajes al Congreso dentro de las dos próximas semanas.

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. Pero todos estos problemas palidecen en compara. ción con los que tenemos planteados en todo el mundo.

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En Asia, las incesantes presiones de los comunistas chinos amenazan la seguridad de toda la región, desde las fronteras de la India y Viet Nam del Sur hasta las selvas de Laos, que lucha para proteger su recién ganada independencia. Buscamos en Laos lo que buscamos en toda Asia y, en realidad, en todo el mundo: libertad para el pueblo e

ind~pendencia para su Gobierno. Esta nación perseverará en la consecución de estos objetivos. En Africa, el Congo ha sido brutalmente desgarrado por la lucha civil, la inquietud política y el desorden púo

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blico. Seguiremos prestando apoyo a los heroicos es. fuerzos dé las Naciones Unidas para restaurar la paz y el orden, esfuerzos que son puestos ahora en peligro por las

cr~ciéntes tensiones, los problemas no resueltos y el de. creciente apoyo de muchos Estados miembros.

En Iberoamérica, los agentes comunistas q!'e tratan de explotar la pacífica revolución de esperanza de esa región han establecido una base en Cuba, a sólo nov,enta millas de nuestras costas. Nuestra objeción a Cuba no se refiere a la campaña del ,pueblo por una vida mejor. Nuestra objeción es a su dominio por tiranías extranjeras e interiores. La reforma social y económica de Cuba de– be ser alentada. Las ,cuestiones de política económica y comercial pueden ser siempre negociadas. Pero el do– minio comunista en este hemisferio no puede nunca ser negociado.

'=stamos comprometidos a trabajar con las repúblicas hermanas nuestras para liberar a América de toda esa dominilción extranjera y de toda tiranía, esforzándonos por alcanzar la meta de un hemisferio libre, de Gobiernos libres, que se extienda desde el Cabo de Hornos hasta el Círculo Polar Artico.

En Europa, nuestras alianzas están incumplidas y en cierto desorden.

El reto más importante sigue siendo el mundo que se encuentra más allá de la guerra fría, pero el ¡primer gran obstáculo es aún el de nuestras relaciones con la Unión Soviética y la China comunista. Nunca debemos dejarnos adormecer por la creencia de que una u otra de estas dos potencias ha abandonado sus ambiciones de dominio mundial, ambiciones que enérgicamente volvieron a ex– presar hace bien poco tiempo. Por el contrario, nuestra tarea es la de convencerlas de que la agresión y la sub– versión no serán rutas provechosas para alcanzar esos fines. La competencia franca y pacífica -por el presti– gio, por los mercados, por las realizaciones científicas e incluso por la mente de los hombres- es algo distinto. Pues si la libertad y el comunismo hubieran de competir por la alianza del hombre en un mundo en paz, yo con– templaría el porvenir con creciente confianza.

Para afrontar esta serie de retos, para cumplir el papel que no podemos eludir en la escena mundial, debe– mos examinar de nuevo y revisar todo nuestro arsenal de instrumentos militares, económicos y políticos. Unos no deben dejar en la sombra a los otros. En el escudo pre-

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