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sus ciudadanos, para nuestro éxito en lograr nuestras pro– p,ias metas y mostrar a los demás los beneficios de una sociedad libre.

La mala salud y sus duras consecuencias no se confi– nan a ningún estado o regi6n, a ni.,guna raza, edad, sexo, o a ninguna ocupación o nivel económico. Es ésta una cuestión de interés nacional.

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1. SEGURO CONTRA LA ENFERMEDAD PARA LOS ANCIANOS

Hace 26 años, esta naci6n adoptó el principio de que c;ada miembro del ejército de trabajadores y su familia deberían estar asegurados contra el o~sesionante temor de la pérdida de ingresos causada por la lubilación, la muerte o el desempleo. A esto hemos agregado el seguro con– fra la pérdida económica causada por invalidez.

Pero sigue subsistiendo una br\:!cha de importancia que niega una seguridad total para todos, salvo a aqueo Ilos que gozan de los ,ingresos más elevados: el elevado tosto de la en'fermedad en la vejez. De cada cinco pa– rejas que reciben prestaciones del Sefiuro Social, una tiene que ir al hospital cada año. la mitad de los que van al hospital gastan más de 700 dólares al año. Esto repre– senta. una tercera Partl;l del ingreso. total anual de una pareja en general, o sea más de un modesto presupuesto para la alimentación de todo un año. Muchos, sencilla– mente no reciben y no tienen con qué pagar el cuidado que necesitan.

La medida adoptada por el Congreso el año pasado reconoció el problema de los ancianos necesitados que re– querían asistencia social ¡pera pagar sus gastos médicos. Pero ahora tenemos que resolver las necesidades de los millones de personas que no desean recibir asistencia a costa de los contribuyentes, pero que, sin embargo, están abrumados por la fuga de sus ahorros -o 105 de sus hi– jos- a causa de una estancia prolongada en el hospit¡¡l.

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En suma, estoy recomendando que se promulgue un progrClma de seguro contra la enfermedad bajo el sistema de Seguridad Social, que provea las siguientes presta– ciones:

P¡'imero. Servicios para pacientes hospitalizados has– ta de 90 días para un solo período de enfermedad, cu– briendo cualquier costo en exceso de 10 dólares diarios durante 105 pr.imeros nueve días (con un mínimo de 20 dólares), y gastos completos para 105 81 días restantes. En vista de que los gastos de hospital constituyen la carga más ¡pesada y más difícil de resolver para los ancianos, estos servicios son los que deberían recibir mayor aten– ci6n en todo programa de seguro contra enfermedad. Segundo. Servicios especializados de casas d.e con– valecencia, hasta 180 días inmediatamente después de se/' dados de alta del hospital. Para dar un incentivo a la utilización de estos servicios menos costosos, una per– sona podría, en concreto. recibir dos días de cuidado es– pecializado en casas de convalecencia, en lugar de un día de hospital cuando esto llene sus requisitos.

Tercero. Servicios de diagnósticos en la clínica de pacientes externos del hospital para todo costo en exceso de 20 dólares. Estos servicios también reduci·rán la ne– cesidad de admisiones a hospitales, y estimularán diag– nósticos a tiempo.

Cuarto. Servicios municipales de enfermeras visita. doras, y servicios afines de salud en el hogar durante un período limitado de tiempo. Esto permitirá que muchos ancianos reciban las atenciones requeridas por su salud, en sus ,propias hogares~

Propongo qua estas prestaciones se suministren a toda persona de 65 años o más que tenga derecho a las prestaciones de jubilación del seguro social o de los fe– rrocarriles.

Este programa se financiaría mediante un aumento de un cuarto de uno por ciento en las cuotas de seguridad social tanto de patrones como de empleados, y por un aumento de 4,800 dólares a 5,000 dólares al año en la base máxima de ingresos, lo que cubriría ampliamente el costo de todas las prestaciones proporcionadas por el se· guro. El sistema se sostendría a sí mismo y no gravi. huía obre 105 ingresos generales.

11. SERVICIOS E INSTALACIONES DE SANIDAD EN lOS MUNICIPIOS

De nada sirve la capacidad de proporcionar cuidados para la salud adecuados sin las instalaciones indispensa– bles. La ayuda financiera que se suministra,rá bajo el pro· grama de seguro de enfermedad que recomiendo, pro– veerá, a su vez, más instalaciones y servicios. Pero nues– t,ros municipios necesitan ayuda adicional para ofrecer di– chos servicios ahí donde todos puedan usarlos.

A. Subsidios para construcción de casa·s de convalecencia

Hay actualmente un déficit dé 500,000 camas para estancias ·prolongadas· de enfermos que no requieren 105

servicios especiales ~el hospital general. Tenemos que festinar la construcción de más casas de convalecencia; principalmente' en vista de que nuestro nuevo progra– ma tiencle a fomentar que 105 convalecientes que' no puedan recuperarse en su casa ,recurran a este tipo de instalación en vez de permanecer en nuestros hospitales, ya atestados de enfermos. Pediré al Congreso que aprue– be una legislación tendente a doblar la autorización actual de 10 millones de dólares, otorgando subsidios iguales pára este programa de construcción.

B. Subsidios para mejorar 105 servicios de casa de con– valecencia y de cuidados del enfermo en el hogar El aumento de camas en casa de convalecencia, no remediaría por sí solo la deficiencia en el cuidado. Buen funcionamiento, buen servicio y seguridad adecuada son esenciales. Tampoco se puede decir que todos los en· fermos ancianos y con padecimientos crónicos necesitan atención en hospitales o en casas de convalecencia. 1;"

ciertas etapas de la enfermedad, muchos enfermos están mejor en sus casas, siempre y cuando se les dé una aten– ción adecuada. Pero la mayoría de las comunidades ca– recen de servicios de salud a domicilio. Servicios de enfermeras a domicilio, aun muy limitados, existen en menos de 1,000 municipios de nuestro país.

Por lo tanto, propongo subsidios de estímulo a los Estados, y a través de ellos a 105 Municipios, para mejorar la calidad de los servicios en las casas de convalecencia: ¡para organizar servicios de salud a domicilio, municipales para ancianos y enfermos crónicos; para establecer servi·

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