Page 50 - RC_1963_11_N38

This is a SEO version of RC_1963_11_N38. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

mino hada el ¡:>rogreso es el camino de la libertad. Pero !ii el Acta de Bogotá se coniverte en otra vana declaración más, si no estamos dispuesfos a consilgl'ilf nuestros recm'· sos y Iluontras energías a la tal'ea de conseguil' el progre– so socia! y el desarrollo económico, entonces nos enfren– taremos con el grave e inminente peligro de que los pueblos desesperados recurran al comunismo o a otras formas de tiranía como su única esperanza de conseguir un cambio. fuerzas bien organizadas, hábiles y provistas de abundante dinero los incitan constantemente a seguir este camino.

Unas cuantas cifras estadísticas ilustrarán la profun– didad del problema de Iberoamérica. Se trata de la región del mundo de más rápido cl·ecimiento. Su actual población de 195 millones representa un aumento de cer– ca del 30 por ciento en los diez últimos años, y dentro de una veintena de años tendrá el continente que sostener a más de 400 millones de personas. A la vez, los ingre– sos anuales medios 11'01' persona son de 280 dólares, o sea menos que la novena parte de la cantidad correspondiente a un norteamericano; y en grandes regiones, habitadas por millones de personas, 110 llegan a 70 dólares. Por consiguiente, constituy~ ya una tarea difícil la de evitar simplemente que los niveles de vida bajen ,todavía más al aumentar la población.

Semejante pobreza cuesta inevitablemente cara en vidas humanas. El norteamericano promedio puede es– perar vivir setenta años, pero la vida 'probable en Latino– américa es sólo de cuarenta y seis años, y no llega más que a unos treinta y cinco en algunas naciones de América Central. Y en tanto que nuestra cifra de mortalidad in– fantil es menor del 30 por 1,000, rebasa el 110 por 1,000 en Latinoamérica.

Tal vez el mayor estímulo para nuestro propio des– arrollo fue el establecimiento de la enseñanza básica uni· versal. Pero para la mayor ,parte de los niños iberoame– ricanos, la enseñanza es un sueño remoto e irrealizable. El analfabetismo se extiende casi a la mitad de los adul– tos, llegando a la cifra del 90 por 100 en un país, y cerca del 50 por 100 de los niños de edad escolar no tiene escuelas a qué asistir.

En una de las pl'incipales capitales iberoamericanas, la tercera parte de la población total vive en barriadas sucias e intolerables. En otro país, el 80 por 1 ca de la población se alberga en cabañas y blll'rélCaS provisionales, que cnrecen de la intimidad de habitaciones aisladas pa– ra familias.

El Acta de Bogotá se firmó para hacer frente a esa situación espantosa, que necesita remedio urgenfe. Esa Acta, basada en el concepto de 13 Operación Panamérica, iniciada por el Brasil en 1958, introdujo dos nuevos e im· portantes elementos en el esfuerzo para mejorar los nive· les de vida en América del Sur.

En primer lugar, las naciones iberoamericanas han reconocido la necesidad de un intenso programa de ayu– da propia al movilizar sus recursos nacionales y al empren– der reformas básicas en la estructura fiscal, en la propiedad y el empleo de la tierra, y en la enseñanza, la sanidad y la vivienda.

En segundo lugar, el Acta inicia un importante pro– grama interamericano a favor del progreso social, que es condición indispensable para el desarrollo; un programa para el mejoramiento del uso de la tierra, de la enseñan·

za, la sanidad y las viviendas. (Ese programa estaba res. paldado por el fondo especial que pido al Congreso qUe consigne, y se administrará principalmente por intermedio del Banco Interamericano y será dirigido por institucionell regionales grandemente reforzadas.)

El Fondo Interamericano para el Progreso Social, de 500 millones de dólares, no es más que el primer paso para llevar a la práctica las declaraciones del Acta de Bogotá, y el Acta misma no es más que' un solo paso en nuestro programa para el desarrollo del hemisferio, pro– grama que he denominado Alianza para el Progreso, , . Además del Fondo Social, el desarrollo del he. misferio exigirá importantes recursos exteriores para el desarrollo económico, un esfuerzo decidido ,por parte de las mismas naciones latinoamericanas para ayudar a sí mismas, la colaboración interamericana para resolver los problemas de la integración económica y de los mercados de artículos de primera necesidad y otras medidas enca– minadas a acelerar el crecimiento económico y fomentar la buena inteligencia entre las naciones americanas.

PROGRESO SOCIAL Y DESARROLLO ECONOMICO

El fondo que solicito hoy estará dedicado al progreso social. El progreso social no es un sucedáneo del des– arrollo económico. Es un esfuerzo para crear un marco social dentro del cual todo el pueblo de una nación pueda compartir los beneficios de la prosperidad y participar en el proceso de desarrollo. El crecimiento económico sin progreso social deja a la gran mayoría del pueblo en la pobreza, mientras que unos ,pocos privilegiados cosechan los beneficios de la creciente abundancia. Además, el proceso de desarrollo depende en gran parle de la exis· tencia de condiciones sociales beneficiosas. Nuestra pro– pia experiencia es prueba de ello, pues, en considerable medid.- la gran productividad y el desarrollo industrial se basan en nuestro sistema de enseñanza pública uni· versal.

Así, el propósito de nuestro especial esfuerzo para el progreso social consiste en superar las barreras del ais· lamiento geográfico y social, del analfabetismo y de la falta de oportunidades educativas, de las arcaicas estruc– turas contributivas y de la tenencia de la tierra y su¡perar otros obstáculos institucionales que impiden una amplia participación en el desarrollo económico.

AUTOAYUDA y REFORMA INTERNA

Es evidente que el programa de Bogotá no puede ejercer ningún influjo singnificativo si sus fondos se uti· lizan meramente para el alivio temporal de estados de escasez. Su eficacia depende de la disposición de cada nación que recibe asistencia para mejorar sus propias instituciones, a hacer las necesarias modificaciones en su estructura social y a movilizar sus recursos para un pro· grama de desarrollo.

Incluso al comienzo, tales medidas serán una condi– ción para la asistencia procedente del Fondo Social. las prioridades d~penderán no sólo de la necesidad, sino de la disposición demostrada por cada Gobierno para llevar

él cabo las mejoras institucionales 'prometedoras de un progreso social duradero. Estos principios se reflejarán explícitamente en los criterios para la administración de

~42-

Page 50 - RC_1963_11_N38

This is a SEO version of RC_1963_11_N38. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »