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« Previous Page Table of Contents Next Page »1 a"del mundo. Las ventajas de un Estado policial, su
~~iZ'ación del ter~orismo en masa y los arrestos para im. u ~dir que se extienda la libre expresi6n de la inconformi·
~ad son aspectos que no pueden desestimarse por
qu~lIos que esperan la caída de todo tirano fanático. Si
~ disciplina de I~s libres ito puede competir con la disci. ;lina férrea del puño tiránico -en las luchas econ6micas, poUticas, científicas y otras, como asimismo en las luchas militares-, entonc,es es inevit~ble que sigan aumentando
105 peligros que acechan al la hbertad.
En segundo lugar, está claro que esta nación, en concierto con todas las naciones libres de este Hemisferio, debén mirar cada yez con ojos más realistas la amenaza de la intervenci6n comunista externa y dominaci6n de Cuba. .
Al pueblo norteamericano ha le agrada la existencia, a menos de 90 millas de nuestras costas, de los tanques y aviones de la Cortina de Hierro; ,pero una naci6n del ta– maño de Cuba constituye, no tanto una amenaza a nuestra supervivencia cuanto una base para subvertir la super– vivencia de las otras naciones libres del Hemisferio. No es primordialmente nuestro interés o nuestra seguridad, sino la de ellas, la que está ahora, hoy, en más grave pe– ligro. Es por ellos, tanto como por nosotros, por lo que debemos mostrar cuál es nuestra voluntad.
Las pruebas son claras, y la hora tardía. Nosotros
y nuestros amigos latinoamericanos tendremos que hacer frente al hecho de que no podemos posponer por más tiempo la cuestión decisiva de la supervivencia de la liber– tad en este mismo Hemisferio. En esta cuestión de distinta Inenera, quizá, que en algunas otras, no puede haber medias tintas., Juntos debemos construir un He– misferio en el que pueda florecer la libertad. y en el que cualquiera nación libré, bajo un ataque externo de cual– quier clase, pueda estar segura de que todos nuestros re– cursos están listos ,para responder a cualquier solicitud de ayuda.
Tercero y finalmente, resulta más claro que nunca, que nos encontramos confrontados con una lucha impla– C'ahle en todos los lugares del globo, que va más allá del choque de 10$ ejércitos o aun de los armamentos nu– deares. Los ejércitos están ahí en grandes números. Las armas nucleares están ahí; pere) sirven primordialmente como un escudo detrás del cual la infiltración, la subver– sión y muchas otras tácticas avanzan firmemente, selec– cionando regiones vulnerables una por una en situaciones que no permiten nuestra propia intervención armada. La fuerza es el símbolo de esta ofensiva, la fuerza, la disci– plina y el engaño. Se explota el sinceró descontento de los pueblos. Se emplean simuladamente todos los arreos del principio de autodeterminación, 'pero una vez en el poder, toda voz 4e descontento es reprimida, toda auto– determinaci6n desaparece y la promesa de una revolución de esperanza es traicionada, como ha sucedido en Cuba, sumiéndola en un imperio de terror. Los que prepararon
de antemano los "tumultos" automáticos en las calles de los países libres como reacci6n a las tentativas de un pe– queño grupo de jóvenes cubanos para recuperar su liber– tad, deberían recordar la larga lista de refugiados que no pueden regresar a Hungría, ni a Corea del Norte, o a Viet-Nam del Norte, a Alemania Oriental o a Polonia, o a ninguno de los otros países de donde salieron numero– sos refugiad~s qoe constituyen elocuente testimonio de la cruel opresión que actualmente 'predomina en sus patrias.
No podemos dejar de ver la naturaleza solapada de esta nueva y más honda lucha. No podemos dejar de en– tender los nuevos conceptos, los nuevos instrumentos, la nueva sensación de premura que necesitamos ,para com– batirla, sea en Cuba o en Viet-Nam del Sur. Y no nos atrevemos a dejar de comprender que esta lucha está rea– lizándose cada día, calladamente, en miles de pueblos y mercados día y noche Y' en las aulas del mundo entero. El mensaje de Cuba, de Laos, del creciente rumor de voces comunistas en el Asia Y en la América Latina, esos mensajes todos son iguales. Los indiferentes, los satisfe– chos consigo mismos, las sociedadel¡ débiles van a ser barridas con los escombros de la historia. Sólo los fuer– tes, los industriosos, sólo los decididos, sólo los valerosos, ,ólo los visionarios quienes determinan la verdadera na– turaleza de nuestra lucha, podrán sobrevivir. Ninguna otra tarea de mayor magnitud confronta a este país o a este gobierno. No otro reto es merecedor de un mayor esfuerzo y energía. Durante un tiempo demasiado largo hemos fijado nuestros ojos en las necesidades militares tradicionales, en ejércitos preparados para cruzar fronte– ras, en proyectiles-cohete preparados para emprender el vuelo. Ahora, debería ser evidente que esto ya no es bastante, que nuestra seguridad podría perderse, jirón tras jirón, país tras país sin haber dis,parado un solo pro– yectil o haber cruzado una sola frontera.
Nos proponemos 'sacar provecho de esta lección. Nos proponemos volver a examinar Y a reorganizar nues– tras fuerzas de todo tipo, nuestras tácticas Y nuestras ins– tituciones en este país. Nos proponemos intensificar nuestro esfuerzo para una lucha en muchos modos más difícil que la guerra, en la que han de acompañarnos con frecuencia las decepciones.
Pues estoy convencido de que nosotros, en este país y en el mundo libre, poseemos los recursos necesarios y toda la capacidad Y la fuerza adicional que se deriva de la convicción en la libertad del hombre. Y estoy igual– mente convencido de que la historia consignará el hecho que esta amarga lucha llegó a su punto culminante a fines de la década del 1950 y ,principios de la del 1960. Per– mítaseme establecer, pues, claramente, como Presidente de los Estados Unidos, que estoy empeñado en la super– vivencia de nuestro sistema y en su éxito, sin importar el costo, sin importar el riesgo.
27 de abril de 1961
SOBRE LA ETICA EN EL GOBIERNO
Ninguna obligaci6n d. un (Jobierno es más funda- mental que la de mantener las normas más elevadas de
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