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El hecho elemental acerca de esta crisis es que es
En segundo lugar, quiero informar sobre la crisis en Alemania y en Be"'ín. Este no es el lugar ni el momento para exaltaciones, pero la comunidad mundial tiene el de– recho de conocer los acontecimientos como los vemos no– sotros. Si hay crisis es ,porque una situación de paz está amenazada; porque una isla de hombres libres está bajo tensión; porque acuerdos solemnes son tratados con indi– ferencia. Porque derechos internacionales bien estableci– dos están siendo amenazados por la usurpación unilateral. La cil'culación pacífica ha sido interrumpida por alambra– das de púas y bloques de concreto.
Esto nos recuerda la orden del Zar en "Boris Godu– nov" de Pushkin: "Tomad medidas en este mismo ins– tante para que nuestros confines sean cercados por ba– rreras. Que ni una sola álma, p",eda pasar sobre la fron– tera, ni una liebre pueda correr, l'1i un cuervo pueda vo–
lar".
Finalmente, como PresidElRte de los Estados Unidos, considero que es mi deber informar a esta Asamblea so– bre dos amenazas a la paz que no aparecen en nuestro voluminoso temario, pero que nos causan, tanto a noso– tros, como a la mayoría de vosotros, la más grave de las preocupaciones.
La primera amenaza sobre la que quiero informar es algo que muchos han interpretado erróneamente: los res– coldos ardientes de guerra en Asia Sudorienta!. Viet– Nam del Sur ya está siendo atacado; a veces por un ase– sino solo, a veces Ipor una banda de guerrillas, reciente– mente por batallones enteros. Las fronteras pacíficas de Birmania, Camqodia e India han sido violadas repetidas veces, y el pueblo pacífico de Laos está en ¡peligro de perder la independencia que obtuvo hace poco.
o
Nadie puede llamarle a esto "guerras de liberación". Pues se trata de naciones libres que tienen sus gobiernos. Ni tampoco son menos reale~ estas agresiones por9ue mueren los hombres por el cuc;hillo en sus hogares en vez de morir a balazos en el campo de batalla.
La pregunta muy sencilla que confronta hoy día a la comunidad mundial es si se pueden encontrar medidas para proteger a los pequeños y a los dé~¡les de esas tác– ticas. Porque si esas fuerzas tienen éxito en Laos y en Viet-Nam del Sur, las puerlas quedarán abiertas.
Asamblea. Pero es preciso que todos los hechos de ese problema se discutan plenamente.
Por una parte tenemos el hecho de que desde el fi– nal de la segunda guerra mundial, declaraciones de inde– pendencia por todo el mundo han transformado a casi mil millones de seres y 9 millones de millas cuadradas en 42
estados libres e independientes. Menos del 2 por ciento de la ,población del mundo vive hoy día en territorios coloniales.
Conozco bien los demás problemas del colonialismo tradicional que están aún ante este organismo. Esos pro– blemas se resolverán con paciencia, buena vQ!untad y pero severancia.
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Mi 'País está a favor de un mundo de estados libres e iguales. EsfamQs de acuerdo con aquellos quienes di-cen qUe el colonialismo es un problema clave en esta
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Pero los misterios del espacio exterior no deben dis– traer nuestros ojos o nuestras energías de las duras reali– dades que confrontan a nuestros prójimos. La soberanía política es sólo una burla sin los medios de solucionar la pobreza, el analfabetismo y la enfermedad. La autono– mía es sólo una máxima si el futuro no ofrece esperanza alguna.
Por todo esto mi Nación -que ha compartido libre– mente su capital y su tecnología para ayudar a los otros a que se ayuden a sí mismos-, ahora propone que se de· signe oficialmente esta década como la Década de Desa– rrollo de las Naciones Unidas. Dentro del marco de esa Resolución, los actuales esfuerzos de las Naciones Unidas para fomentar el desarrollo económico pueden ampliarse
y coordinarse. Encuestas regionales e institutos de adies– tramiento pueden ahora aprovechar de los talentos de to– dos. Nueva investigación, asistencia técnica y proyectos ¡piloto pueden abrir la riqueza de tierras menos desarro– lladas y de aguas no aprovechadas. Y el desarrollo pue– de llegar a ser una empresa cooperativa y no competitiva; para hacer posible que todas las naciones, por diversas que sean en sus sistemas y en sus creencias, sean de he– cho así como de derecho naciones libres e iguales.
n idas con premura, abastecidas insuficientemente y fi· reu f' d d • f' " n-¡nciadas en orma IRa ecua a, nunca seran su IClentes.
A medida que extendamos la autoridad del derecho n la tierra, tenemos que extenderla hasta el nuevo do·
~inio del hombre: el espacio exterior.
Todos nosotros hacemos honor a los valientes cosmo· nautas de la Unión Soviética. Los nuevos horizontes del espacio exterior no deben ser gobernados por los viejos
y amargos conceptos de reclamaciones imperialistas y so– beranas. Las frías distancias del universo no deben con– vertirse en el nuevo campo de una guerra más fría aún. Con este fin, recomendaremos con ahínco propuestas pafa que se. extienda la Cart~. de las Naciones Unida~
hasta los límites de la exploraclon del hombre en el Um· verso, reservando el espacio exterior para usos pacíficos, prohibiendo armas de destrucción en masa en el espacio
y en los cuerpos celestes, y abriendo los misterios y los beneficios del espacio a todas las naciones. Además, pro– pondremos unir los esfuerzos d: t.odas las .naciones para predecir los fenómenos meteorologlcos y, mas tarde, cuan– do sea posible, controlar las condiciones atmosféricas. Propondremos, por último, un sistema global de satélites de comunicaciones que enlacen al mundo entero por te· légrafo y teléfono y radio y televisión. Tal vez no eslé muy lejano el día en que un sistema semejante televisará los debates de este organismo a todos los rincones de la tierra en pro de la ,paz.
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