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« Previous Page Table of Contents Next Page »el fin de satisfacer las necesidades primordiales de los pueblos americanos, de viviendlls, trabajo y tierras, de salud y escuelas, de libertad política y dignidad del es· píritu.
Nuestra misión, dije, era "la de completar la Revo· lución de las Américas, la de edifh:ar un Hemisferio en que todo hombre pueda aspirar a Un nivel de vida deco· roso y todos puedan vivir con dignidad y libertad". Entonces pedí que se convocara al Consejo Interame· ricano Económico y Social para estudiar la propuesta. Y, hace siete meses, en Punta del Este, el Consejo se reunió y aprobó la carta que estableció la Alianza Ipara el Pro· greso, declarando que "las repúblicas americanas procla. man su, de~isi6n de asociarse en un esfuerzo común para alcanzar un progreso económico más acelerado y una más amplia justicia social para sus pueblos, respetando la digo nidad del hombre y la libertad política".
Unidas, las naciones libres del Hemisferio, se como prometieron a ofreceJ:sus recursos y j>US energías en pro de la Alianza para el Progeso. Unidas, se compometie. ron a acelerar el desarrollo económico y social y a efec· tuar las reformas necesarias para asegurar que todos participarían de los frutos de este desarrollo. Unidas, se com,prometieron a modernizar sus regfmenes tributarios y de tenencia de tierras, a eradicar el analfabetismo y la ignorancia, a promover la buena salud y facilitar vivien· das adecuadas, a resolver los problemas relativos él la estélbilización de los precios de los productos básicos, a mantener buenas normas fiscales y monetarias, a conse· guir el élporte de l¡i empresa privada al desarrollo, y a acelerar la integración econónima de la América Latina. Y, unidas, establecieron la estructura básica institucional para este enorme esfuerzo que duraría un decenio.
UN PASO ADELANTE
Esta Carta Histórica significa un progreso más en las relacione1S entre las repúblicas americanas. Constituye una reafirmación de la continua vitalidad de nuestro siso tema intel'americano, nueva prueba de nuestra capacidad para hacer frente a los desafíos y peligros de nuestra época, así como nuestros antepasados hicieron frente al
~esafío de su época.
A fines del siglo XVIII y ,principios del XIX comba· 'imos pal'a librarnos de las cadenas del régimen colonial, para lograr la independencia política y pélra establecer el principio de que no volvería a permitirse jamás al Viejo Mundo imponer su voluntad a las naciones del Nuevo Mundo. Para principios del siglo XIX se habían alcan· zado estas metas.
A principios del siglo XX trabajamos para que se reconociera la igualdad fundamental de las naciones americanas, y para fortalecer el mecanismo de la coopera· ci6n regional de modo que pudiera asegura¡' la continuidad de esta igualdad dentro de un marco de respeto mutuo. Bajo la dirección de Franklin D. Roosevelt y la égida de la ,política del buen vecino se logró esa meta hace una generación.
Hoy procuramos avanzar más allá de esas reali· zaciones del pasado, establecer el principio de que todos los pueblos de este Hemisferio tienen derecho a un medio decoroso de vida y transformar dicho principio en la realidad del adelanto económico y la justicia social en que se asienta la igualdad política.
Esta es la más exigente de todas las metas. Porquij: buscamos no meramente el bienestar y la igualdad de la": naciones, sino tamb¡~n el bienestar y la. igualdad de lo. pueblos de estas naciones. Con ello realizamos los viejos sueños de Washington y Jefferson, de Bolívar y Martí y
San Martín.
Y creo que estos primeros siete meses de la Alianza han afirmado nuestra confianza en que esta meta se en. cuentra a nuestro alcance.
Es posible que nuestra más imponente realización sea el apasionante cambio de actitudes y concepciones qUe ha ocurrido en nuestro Hemisferio durante estos siete meses. La carta de Punta del Este formuló el reto del desarrollo en forma que tenía que obtener reconocimiento. Volvió a definir las relaciones ,históricas entre las nacio. nes americanas en términos de las necesidades fundamen. tales y las esperanzas del siglo XX. Estableció las condi. ciones y actitudes de las que depende el desarrollo. Inició el proceso de educación sin el cual el desarrollo es imposible. Asentó un nuevo ,principio de nuestras rela. ciones: el principio de la responsabilidad colectiva por el bienestar de los pueblos de las Américas.
Ya se libran campañas electorales sobre las cuestio– nes de la Alianza para el Progreso. Ya los gobiernos se están comprometiendo a cumplir con las disposiciones de la carta de Punta del Este. Ya los pueblos a través del Hemisferio, en escuelas, sindicatos obreros, cámaras de comercio, establecimientos militares en el gobierno y en las granjas han aceptado los objetivos de la carta como compromisos personales y políticos propios.
UNIDAD DE VOLUNTADES
. Por ,primera vez en la historia de las relaciones inter. americanas, nuestras energías se han concentrado en la tarea central del desarrollo democrático.
Este dramático cambio del pensamiento, es esencial para la realización de nuestros objetivos, puesto que s610 colocando la tarea del desarrollo en el terreno del pensa; miento y la acción diarios, podemos abrigar la esperanza de obtener la unidad de voluntades y el valor que la tarea exige. Esta primera realización es esencial para todas las otras.
Nuestro segundo éxito ha sido la creación del cuadro institucional dentro del cual tendrá lugar nuestra década de desarrollo. Rendimos aquí homenaje al cuerpo de peritos de la OEA, que supone un nuevo ex·perimento de cooperación interamericana y está compuesto de personas procedentes de todo el Continente que tienen a su cargo el alto deber de valorar los planes de desarrollo a largo plazo, examinar la forma en que ¡progresan y ayudar a obtener los medios financieros necesarios para llevarlos a cabo.
NUESTRA TAREA EN COMUN
Este grupo ha comenzado ya su tarea. Y hoy con· firmo aquí el compromiso que ha adquirido mi gobierno de acudir a ese cuerpo en busca de consejo y' guía para la dirección de nuestra tal'ea en común.
Además, la OEA, la Comisión Económica para la América Latina y el Banco Interamericano de Desarrollo se han ofrecido a prestar asistencia a las naciones latiné)< americanas para hacer sus planes; la OEA ha inaugurado
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