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ficios de nuestro desarrollo y en la dignidad humana, que es el propósito de las sociedades libres. Al mismo tiempo, comprendemos las dificultades de rehacer estruc· turas sociales tradicionales profundamente arraigadas. Pedimos que un progreso substancial y firme hacia la re· forma acompañe el esfuerzo para el desarrollo de las naciones americanas.

LA MISERIA Y LA DESESPERACION NO SON

EL DESTINO DEL HOMBRE

Hace un año que yo expresé también nuestra especial amistad por el pueblo cubano y por el dominicano, y la esperanza de que esos ,pueblos pronto se reunirían otra vez con la sociedad de hombres libres, y así estaríamos unidos en nuestro común esfuerzo. Hoy día siento sa– tisfacción en dar la bienvenida entre nosotros a los repre– sentantes de una República Dominicana Libre; y en rea· firmar la esperanza de que, en un futuro no distante, nuestra sociedad de naciones libres volverá a estar como pleta.

Porque no debemos olvidar que nuestra Alianza para el Progreso es algo más que uni;l doctrina de desarro– llo, o un plano preciso para el adelanto económico. Más bien es una expresión de los más nobles objetivos de nuestra civilización. Dice que la miseria y la desespera. ción no son necesariamente el destino del hombre. Dice que ninguna sociedad es libre mienft'as todo su pueblo

110 haya tenido una oportunidad igual para compartir los frutos de su propia tierra y de su propia labor. Y dice que el progreso material carece de significación sin la li. bertad del individuo y la libertad política. Es una doctrina de la libertad del hombre en el sentido más extenso de esa libertad.

AMERICA, CUNA DE GRANDES PRINCIPIOS

Hace casi un siglo el poeta argentino José Hernándex escribió lo siguiente: "América tiene un gran destino qUe cumplir en la suerte de la Humanidad... Un día... se realizará indudablemente la Alianza Americana, y la Alianza Americana ha de producir la paz del mundo... América ha de ser la cuna de los grandes principios qUe han de producir un cambio completo en la organización política y social de otras naciones".

Hemos tenido un buen comienzo en nuestro viaje, pero aún nos queda por hacer un largo recorrido. La conquista de la pobreza es em,presa tan difícil como la conquista del espacio sideral. Y podemos esperar que sobrevengan momentos de frustración y de desencanto en los años venideros. Pero no abrigamos dudas de cuál será el resultado. Porque toda la historia nos muestra que el esfuerzo ,por lograr el progreso con libertad repre. senta la aspiración más decidida y constante del hombre.

Nos hemos unido en pro de esta Alianza como nacio– nes aunadas por una historia común y valores comunes.

y espero que llegue el día en que los pueblos de la América Latina ocupen su lugar junto a los Estados Uni– dos y Europa Occidental como ciudadanos de sociedades industrializadas y crecientes en las que cada vez haya más abundancia. Los Estados Unidos, Europa y la América Latina -casi mil millones de seres- un baluarte de liber– tad y los valores de la civilización occidental, invulnerable ante las fuerzas del de$potismo, iluminando el camino que conducirá a todos los pueblos del mundo a la libertad: Este es nuestro sueño, y con fe y valor, lo convertiremos en realidad en nuestra propia era.

29 de junio de 1962

EN EL AEROPUERTO NACIONAL DE MEXICO

... Venimos como buenos vecinos y siguiendo los pa· sos de uno de mis más distinguidos predecesores, Franklin D. Roosevelt, quien profetizó que llegaría el día cuando los Presidentes de México y los Estados Unidos se encono trai'Ían libremente y podrían comunicarse libremente sus mutuas responsabilidades y sus mutuas oportunidades ... Estoy convencido que hay tantos lazos entre este gran I,aís y el mío. Tenemos una frontera de más de 3,000 kilómetros de largo, . . Ante todo, ambos somos hijos de revoluciones y espero que el espíritu de nuestra revolu· ción en los Estados Unidos esté tan vivo allá como lo está el espíritu revolucionario en México. La revolución en nuestro país y en cierto sentido en el de ustedes tamo bién, fue más bien política: una declaración de libertad política. Creo... que nuestras obligaciones en esta dé·

cada, y las responsabilidades de todos en nuestras repú– blicas hermanas de este gran hemisferio, son las de re– conocer también la necesidad que existe de una revolu– ción económica, si es que la independencia política, la igualdad política y la soberanía nacional han de tener su verdadero significado y sentido.

... Hemos venido .. , en una misión de amistad y

también de gran importancia. Me es altamente satisfac– torio haber venido a este país que ha demostrado opor– tunamente y en el curso de su historia, cuán estrecha– mente vinculados están los conceptos de independencia económica e independencia política, de igualdad y de esperanza.

EN EL BANQUETE OFRECIDO POR EL PRESIDENTE DE MEXICO

Es con 'placer y gran estima, a la vez, que he cruza· do la tranquila frontera que separa nuestras dos nacio. nes. Porque México y los Estados Unidos comparten algo

más que una frontera común. Compartimos un ¡patrimo– nio común de revolución, una dedicación común a la li–

bertad, una dedicación común de conservar, en estos días

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