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« Previous Page Table of Contents Next Page »la aypda económica concierne. Para otros, se n~cesitará
á, tiempo. Pero, en todos los ~asos deberán estable–
~r5e planes concretos que conduzcan a la autarquía y fi–
~arse prioridades, incluyendo las medidas que deberán
~omar los países recipiendarios y todos los otros que estén dispuestos a ayudarlos.
Los antecedentes demuestran claramente que la ayu– da al exterior no es un proceso interminable e inmutable. Hace quince años, nuestra ayuda se destinaba casi total– mente a los países avanzados de Europa y Japón. " hoy, se dirige casi exclusivamente al mundo en desarrollo. Diez años atrás, la mayor parte de nuestra ayuda era prestada para apuntalar ~uerzas militares. y econ~mías
inestables. .. Hoy, este .tipo de ayuda ha sIdo reducido a la mitad, y nuestra asistencia se destina cada vez más al desarrollo económico. Hay tod~vía, sin embargo, casos importantes en que no ha disminuído la amenaza militar comunista, y en que sigue necesitándose tanto la ayuda militar como la económica. Esos casos oscilan, entre fronteras relativamente estabilizadas, como en Corea y Turquía, Y zonas de agresión activa, como en el caso de Vietnam.
Objetivo NI? 3. Asegurar una mayor partidpación de otras naciones industrializadas en cuanto atañe a com– partir el costo de la ayuda internacional para el desarrollo. Los Estados Unidos no están ya solos para ayudar a los países en desarrollo, y va disminuyendo su parte propor– cional de la carga. La afluencia de fondos desde otros países industrializados -que ahora totalizan aproxima– damente 2.000 millones de dólares al año- habrá de continuar, según se cree; y confiamos en trabajar más es–
tr~chamente con estos otros países a fin de hacer el uso más eficaz de nuestros esfuerzos conjuntos. Además, las agencias internacionales de préstamos y de ayuda
té~nica -a las cuales hemos hecho abundante con,tribu– ción- han expandido las listas y el alcance de sus ope– raciones; y esperamos con interés complementar esos recursos en forma selectiva, en conjunción con mayores contribuciones de otras naciones. Continuaremos traba– jando con nuestros aliados, instándolos a aumentar sus esfuerzos para la ayuda y a prestarla en condiciones me– nCls gravosas ¡para los países en desarrollo.
Objetivo NI? 4. Aligerar los efectos adversos del programa de ayuda sobre nuestra propia balanza de pa– gos y nuestra economía. Hace unos pocos años, más de la mitad de los fondos de ayuda económica norteamerica– na se invertían en el exterior, contribuyendo así al drenaje de nuestros dólares y nuestro oro. De nuestros compro– misos ac'tuales, más de SO por ciento se invertirán en los Estados Unidos, contribuyendo a la expansión de nuestra
~conomía y a aumentar las oportunidades de ocupación. Esta proporción va en aumento, a medida que se adoptan nuevas medidas en este sentido. Podría agregar que la posición de nuestra balanza de pagos se ve hoy conside– rablemente ayudada por el reembolso de ¡préstamos he– chos a países europeos dentro del Plan Marshall y por el Banco de Exportación e Importación. Confío en que, en el futuro, a medida que aumenten los ingresos de los países menos desarrollados, nos veremos similarmente beneficiados con los préstamos que estamos haciéndoles ahora.
, Nuestra economía se ve ayudada, asimismo, por la expansión de exportaciones comerciales a países cuya
expansión y prosperidad actuales se vieron acicateadas por la ayuda económica norteamericana en años reeientes. Durante la última década, nuestras' exportaciones a Euro– pa Occidental y al Reino Unido aumentaron a más del do– ble, y nuestras ex,portaciones al Japón se cuadruplicaron. Del mismo modo, podemos esperar una futura expansión en las oportunidades de comerciar con aquellos países a cuyo desarrollo económico ayudamos en la actualidad. Además nuestro programa de Alimentos para la Paz utiliza cada vez más nuestros productos agrícolas para es– timular la expansión económica de naciones en desarrollo y para ayudar a alcanzar otros objetivos de la política ex– terior norteamericana. Al mejorar la economía de las naciones en desarrollo, las alentamos a aceptar ventas en efectivo o a crédito en dólares para esos productos, en cambio de pagarlos en divisas.
La carga relativa de nuestros ¡programas de ayuda ha ido disminuyendo sostenidamente, de aproximadamente el 2 por ciento de nuestro producto nacional a comienzos del Plan Marshall, al 0,7 por ciento en la actualidad ... del 11,5 por ciento del presupuesto federal en 1949 al 4
por ciento actual.
Aunque estas cifras indican que, en términos relati– vos, nuestros programas de ayuda cuestan hoy considera– blemente menos que diez o quince años atrás, continua– mos nuestros esfuerzos por mejorar la eficacia de estos programas y aumentar el renclimiento de cada dólar in– vertido. Se han cerrado numerosas misiones en distintos países o se las ha reducido o fusionado con embajadas o con oficinas regionales. Estos esfuerzos en procura de una eficacia y una economía mayores son acelerados con el nuevo Administrador.
. Objetivo NI? 5. Continuar con la ayuda para la de· fensa de países bajo la amenaza del ataque comunista, externo o interno. Nuestro ,programa de ayuda militar ha sido un elemento esencial para mantener relativamente estables y durante más de una década los límites del po· derío militar soviético y chino. Sin esta ,protección difí· cilmel1te hubiesen sido posibles los imFortantes progresos económicos logrados por países subdesarrollados ubicados a lo largo de la periferia chino-soviética. A medida que estos países construyan su poderío económico, podrán asumir una parte mayor de la carga de su defensa, pero no debemos suponer que a la ayuda militar a estos países -o a otros fundamentalmente expuestos al ataque sub– versivo interior- podrá 'ponérsele fin en un futuro previsible. Por el contrario, prevemos que, aunque será posible reducir o suprimir algunos planes, habrá necesidad de otros nuevos y más amplios programas.
La India es un ejemplo. Difícilmente podría discu– tirse ahora lo acertado de la anterior ayuda norteamerica– na como aporte para los considerables y fructuosos esfuerzos del subcontinente indio en procura de progreso
y estabilidad. La amenaza evidenciada claramente por el ataque chino contra la India en el otoño anterior puede demandar esfuerzos adicionales de nuestra parte para ayudar a afianzélr la seguridad de esa crítica zona, sobre la base de que esos esfuerzos podrán aunarse en forma apropiada a los esfuerzos de la India y el Pakistán. Pero, en conjunto, la magnitud de la ayuda militar es pequeña en relación con los gastos demandados por nuestra seguridad nacional. En este año fiscal asciende aproximadamente al 3 ¡por ciento de nuestro presupuesto
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