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tos reales por este camino sobre el Lago de Granada hasta Cartagena, cuando hay razón de suponer que barcoS de piratas se encuentran en el Pacífico o alrede– dor del Cabo San Antonio".

GRAl'IADA EN EL SIGLO XIX

Estos tiem~)os brillantes de Granada han pasado hace mucho y la vieja ciudad ha sufrido muchas trá– gicas desgracias desde entonces, en parte por los au– daces piratas, o por las continuas, desafortunadas luchas con Jo ciudad rival, León. Hace treinta años, una gran parte de Granada fue destruída por William Walker y de esta última desgracia no ha podido recu– perarse aun ahora. De esto dan prueba varias iglesias en ruinas y cuadras enteras de paredes desmoronadas

y de construcciones provisionales.

La ciudad se encuentra sobre un terreno que baja en fuerte declive hacia el Lago; la plaza se encuentra a unos veinte metros sobre el nivel del mismo. Toda la ciudad está pues construída sobre bajas terrazas y las calles que bajan hacia el Lago van de terraza en terraza a través de pequeñas rampas de piedra. Las calles mismas no están empedradas y de ellas sube, en el período. seco del año, una sofocante. nube de polvo. Las casas, en la parte de la ciudad que está habitada por criollos y ladinos, son generalmente de adobe, y con pocas excepciones, de un solo piso. Tie– nen el mismo aspecto de las casas de Rivas y tienen al frente, muy a menudo, una veranda o corredor cubier– to; las grandes ventanas están cerradas por ventanillas pintadas de verde, azul o rojo. Habitualmente se encuentran protegidas en su mayor parte por fuertes rejas ,de hierro o de madera. Las piezas dan una im– presión poco elegante, porque las paredes están gene– ralmente pintadas de blanco, sin tapices ni ningún esfuerzo de decoración. Los pisos son, a veces, de ladrillos. En muchas partes se encuentran modernos muebles europeos que resaltan contra las paredes des– nudas. Las hamacas, son, sin embargo, aun ahora, los muebles principales de las salas de recibo. En las afueras de la ciudad se encuentran de nuevo las chozas de los indios, en medio de pequeños huertos. Las chozas tienen tan pequeñas dimensio– nes que es difícil de comprender cómo las bandadas de chiquillos, desnudos y alegres, pueden tener lugar en ellas. La mayoría de las iglesias de la ciudad están, mós o menos en ruinas, debido a \,tValker quien duran– te el sitio de 1856, no contento con prender fuego a la ciudad, dejó que sus "ingenieros" con azadones y hachas destruyeran y con pólvora hicieran saltar mu– chos de los viejos edificios que resistían los efectos del fuego. Ninguna de las iglesias muestra evidencia alguna de gusto arquitectónico. Lo que más despier– ta el estupor del extranjero, es el gran número de negocios de toda especie, la mayoría de los cuaies per– tenecen a la dase más rica y alta de ciudadanos. Y uno se pregunta, ¿a quién deberÍ'an ir todos esos prin– cipalmente de la clase media o indios agricultores, para quejarse de la presión económica y de los malos tiem– pos? Los artículos son, por lo general, de mala cali– dCld, parecen, sobre todo, haber salido de subastas alemanas. Los precios son, por el contrario, suma– mente altos.

Por todos los habitantes de la ciudad con quienes tuvimos quehacer, fuimos recibidos con la mayor ur" banidad y tuvimos todos fas motivos para confirmar la fama, bien merecida, que es habitual dar a la hospita– lidad criolla. Si hubiésemos tenido un tiempo menos ajustado, podrí'cmos haber pasado días agrádables en más de una de las ;,aciendas vecinas. La dificultad habría estado solamente en poder escoger entre las numerosas invitaciones amistosas.

Granada, que en tiempos pasados ha tenido una población de más de 20,000 habitantes, tiene ahora de 12 a 14,000, es decir, del mismo tamaño que la de Rivas. Las vecindades inmediatas no pueden pre– tender ser bellas si uno no toma en cuenta las laderas cubiertas de bosques del imponente volcón M0l11bacho, de 1,500 a 1,600 metros ~e altura.

RIQUEZA DEL DEPAR'l'Al\1ENTO DE GRANADA

Cerca de Granada, en la bien demarcada meseta de Diriomo, hay varias pintorescas y pequeñas ciuda– des indígenas. De estas saca Granada un abasteci– miento continuo de provisiones y los productos de la pequeña industria casera indígena. El Departamento de Granada, es a la par de los otros dos Departamentos sobre la costa del Pacífico, el Departamento de Rivas al sur, y el Departamento de León, al norte, el más fértil y mejor cultivado de toda la República. Se cul– tiva cacao de calidad tan fina que compite con el de Soconusco por ei primer lugar en el comercio mundial; además, tabaco, índigo, caña de azúcar, café, maíz y otros productos, y una pequeña cantidad de algodón, para lo prod~lcción del cual es la tierra extraordinaria– mente favorable.

VISITA A MASAYA

En compClñía de .Mr. Ridgway y de Mr. Salter salí de Granada para hacer una corta visita a la antigua ciudad de MasClya, después de visitar Monagua y luego recorrer la región de León. Salimos de la ciudad en un coche, tirodo por tres mulas, pero pronto tuvimos que lamentarlo, porque el camino estaba tan /lena de hoyos que era una verdadera torturcl sentar~e en el coche, el que además, repetidas veces amenazaba volcarse y caer en hoyos de 2 á 3 metros de hondo que se enconlraban en el "camino real". Por fin decidi– mos hacer el último tercio del camino a pie. La dis– tancia entre las dos ciudades es más o menos de 13

kilómetros, con LIno diferencia de nivel de unos 300

metros. Cucmdo llegamos a la altura donde Masayo tiene su asiento, dominada por el ancho, poderoso vol– cán del mismo nombre, tuvimos como recompensa de nuestros sufrimientos, la más bella vista de la región. Los dos grandes logos se extendí'an ahora a la vez ante nuestros ojos: el de Nicaragua con sus inquietas olas, coronadas de espumas y el contorno de sus playas de– sapareciendo al este, hacía contraste con el Lago de Managua y su tranquilo espejo separado por LIno pe– queña banda de verdura, el istmo de Tipitapa. Contra los lagos termina la tierra progresivamente y de mane– ra igual, cubierta de pequeños bosques, aquí y allá, separados por pequeñas manchas de cultivos. Ante nosotros se alzaba el volcán, masivo e informe, unos

700 á 800 metros sobre la ciudad y a sus lados sobre-

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