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« Previous Page Table of Contents Next Page »tuirnos principalmente en nación y pueblo civilizados: re:ligión, idioma, ~ultura y elementos étni– cos decisivos en la formación de nuestra fisonomía racial.
De tal suerte llegó a lo hondo de nuestra propia substancia la influencia española, que
hemos quedado, en cuanto formamos parte de la integridad de una raza, todos los pueblos his– panoamericanos ligados eternamente con la Madre Patria; y de ella será siempre, de manera indiscutible, la capitalidad cultural, intelectual y espiritual de esta raza fecunda que parece venir destinada por Dios a ser en el porvenir de la civilización, que principia una nueva etapa, la repre–
sentante salvadora del espíritu latino enclavado en el corazón y en el pensamiento de veinte jóve– nes nacionalidades.
Si es verdad que en las primeras décadas que corrieron después de la Independencia, como resultado de las luchas sostenidas para lograrla y cimentar/a, se creó un ambiente de hosti– lidad para España, de cuyas castizas tradiciones quisimos separarnos, ahora, por una investiga– ción más seria y profunda de los hechos; y por una comprensión más justa de nuestro propio organismo, hemos llegado a apartarnos de las veredas de la ingratitud de hijos olvidadizos y po– nernos en los caminos positivos de nuestro destino restableciendo la int~áridad del valor del hecho histórico de nuestra independencia en relación con España~. o por mejor decir en relación con la integridad misma de la raza que ha dilatado su dominio desde el viejo solar por, casi todo el nue–
vo continente".
A raíz de la independencia y por varios años se creó una prevención en contró de España y se hablaba de alejarse de ella para lograr un mejor concepto de la vida republicana. Pero no se pudo sostener y más bien hubo una rectificación que queda expresada en el párrafo copiado de unidad con España sobre el concepto de raza definida por nuestras relaciones con Dios, es
decir una misma religión, y por la lengua que nos sirve para hablar con Dios y para comunicar–
nos los unos a los otros el pensamiento.
Pero al mismo tiempo está el problema territorial o mejor dicho continental que ha sido posible por la potencialidad de la gran República del Norte. Copiaré el párrafo del discurso en
que expreso esa idea:
"Cien años de experiencia han venido a hacer honor con sus confirmaciones rotundas a
los próceres de' la emancipación hispanoamericana, en cuya mente crecieron juntas y confundi– das la idea inicial de la libertad con la idea defensiva de la solidaridad continental. De tal suerte han corrido ligadas en estos cien años la una con la otra, que en todo tiempo ha sido imposible separarlas sin poner a la libertad americana en peligro de perecer porque la independencia en
cuanto ha valido en toda la trascendencia de acción como medio para establecer y mantener el régimen de la libertad y de la justicia, que es lo que le da cotización humana, ha tenido que ser
un valor ampliamente americano; y como tal no puede ser vista como acervo restringido de nin– guna nacionalidad, sino como una masa entregada al goce de cada parcialidad, pero asegurada por la defensa de la totalidad. Nadie puede negar hoy día que-los héroes de la Independencia tuvieron esta iluminada visión de las cosas cuando estaban todavía en formación. Existe un in– teresantísimo documento cuya lectura lleva al pleno convencimiento de este criterio histórico. El Gral. Miranda, el precursor del Libertador, el trabajador incansable de la emancipación, llegó a
los Estados Unidos de ,,!orteamérica, en trabajos de independencia, y con la anuencia de todos los patriotas, incluyendo ól Libertador, celebró un tratado con el Secretario de Estado en Wash– ingston, por el cual los Estados Unidos se comprometían a dar tropas, armas y dinero para la campaña que se debía iniciar a favor de la emancipación de toda Hispanoamérica y ésta se
comprometía, por la responsabilidad de sus representantes, a contribuir a la solidaridad continen– tal con el establecimiento de la forma republicana de gobierno, dejando a los Estados Unidos el derecho de garantizar esa solidaridad ejerciendo su influencia en los istmos de Nicaragua y Pa– namá, puntos en que culminaban geográficamente los destinos de las dos Américas".
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