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« Previous Page Table of Contents Next Page »este proyecto se ponía como soporte principal para la eficacia del convenio la garantía del Go–
bierno Americano. Se atendía con especialidad al problema de las emigraciones, repitiendo las
cláusulas de los tratados de Washington de 1907, rigorizadas en los procedimientos contra esas emigraciones 'para evitar continuas irrupciones a los diferentes territorios. Y se volvía a levantar
en cláusula muy parecida a la del Pacto de Amapala el asunto de la unión inmediata de las cinco Repúblicas de Centroamérica. Ese proyecto fue modificado en su' fondo y forma por las Delega– ciones de Nicaragua y de El Salvador, que le obietat'On en los tres puntos de referencia.
Fue el segundo punto de los indicados en el párrafo anterior, del proyecto de Honduras, el de mayór di~cusión a bordo del "Tacoma". Nicaragua expresó que en
lo tocante a emigrados era mejor hacer referencia a los tratados de Washington de 1907, cuyas cláusulas proveían me–
dios para la defensa de los Gobiernos, siempre que fueran fielmente cumplidas. Debo recordar que respecto de los tratados de 7 907, existía antes de la entrevista del "Tacama" una diferencia de Criterio entre el Gobierno de Nicaragua y el Gobierno de El Salvador. Este último sostenía la tesis de que dichos tratados estaban ya caducos y sin ningún valor por haberse disuelto la Corte de Cartago que, como Tribunal de Arbitramento era, a su juicio, el eje sobre que descansaba toda la fábrica de esos convenios, en cuanto a su misión de asegurar la paz por la solución arbitral de todos las cuestiones que pudieran surgir entre los Estados. Nicaragua sostenía la tesis de la actual validez de los tratados, en los cuales existen cláusulas de grande importancia, que pueden
su~sistir produciendo beneficios en cuanto a lá paz, independientemente de la existencia de la Corte de Cartago. Discutido el incidente con la Delegación de El Salvador, el Presidente don Jorge Meléndez, animado de espíritu de concordia, diio que aceptaba la tesis de lo vigencia del Tratado General de Paz y Amistad, como punto de partido indispensable poro el proceso de con~
ci!iación en que estábamos empeñados. Pero lo Delegación de Honduras se negaba a aceptar esto tesis e insistía en independizar el convenio del "Tacoma" de los tratados de Paz y Amistad de 19Ó7, cuya vigencia sin embargo había sostenido antes por Cancillería. Pero al fin, por un
acto de deferencia del Presidente López Gutiérrez, fue aceptada la fórmula de conciliación pro– puesta por Nicaragua y que está expresada' en la cláusula primera del convenio del "TacomQ".
. Se han pronunciado críticas contra el convenio de! "Tacoma", por decir algunos descon– tentos que se excede en rigor en contra de los emigrados, y que exhibe tendencias exclusivas a
la consolidación de los gobiernos, sin atender a la justicia que algunas veces puede tener la cau– sa de esos emigrados, a quienes se hace posible hostilizar hasta en las tierras del vecino. Esté
es un errado concepto. El convenio del '7acoma" no hizo más que recordar la plena vigencia de (as estipulaciones d.e Washington que descansan sobre principios cardinales del Derecho Inter– nacional, atendiendo a remediar el mal que hemos descrito como originado en las impaciencias políticas de los emigrados. Por su parte, la Delegación de Nicaragua a bordo del "Tacoma", constantemente hizo valer, como garantía de los mismos emigrados, las restricciones que las Constituciones de los respectivos países impone como salvaguardia de los personas que buscan
el asilo para su vida quieta y tia pretenden constituirse en viviente amenaza contra la paz por obra de sus inconformidades.y odios políticos.
Volvamos a lo Uni~n de Centroamérica como tópico discutido en las conferencias del "Tacoma" a iniciativa del Gobierno de Honduras. Es indudable que el fracaso ruiaoso y lamenta– ble que el último intento de unificación tuvo por las torcidas direcciones de que hemos hablado, hacía, por ser recientes, por todo lado probada y evidente, la inoportunidad de volver o plantear el problema de una manera definitiva e inmediata. El mocionista señor Presidente General Ló– pez Gutiérrez, es, atadas las luces de la sinceridad, un unionista de corazón, y la idea en todo momento sedUCe y levanta el entusiasmo. Sin embargo fue noble la franquez~ con que el Go–
bierne!) de El Salvador, que formó parte de la pasada República Federal,' expuso las causas del fracaso, las agitaciones producidas y la inoportunidad de insistir en tomar medidas radicóles en
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