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tsielí en donde no había mucha tropa, pero sí los Gene– rales Carmen Díaz, Henríquez y Bermúclez, (luien era el Comandante de Armas Departamental. Es indudable que los atacantes se habrían apoderado de la plaza ya que ienían más de mil hombres entusiastas aunque mal arma· dos per'o con bombas de dinamita y con la misma táctica usada en le6n ele pelear al amparo de las casss y utili· zando no el volumen sino la eficacia del fuego. Pero un día antes en la tarde logró llegar a Estelí una columna de chontaleños bajo el mando de un aguerrido Coronel cuyo nombre se me escapa, y que cuando era Presidente el Gral. Chamorro, algunos años después, murió u,sesinado en el Río San Juan. Pedí al Gral. Salamanca que hiciera todo el aparato como que esa noche invacl'iría Nicaragua con destino él Somoto a fin de que los espías llevaran, como sucedió, la noticia de la inminente invasión a la mal guarnecida plaza de Somoto. El Gral. Salamanca cum– plió a maravilla lo ,pedido y la llegada de los af.~ente,s a Somoto c~incidió con la noticia de la toma de Oeota! cuyo Jefe era mi buen amigo don Salomón Ibarra.

Así que en cuanto la plaza de Oeotal se orgal1lzo y

ya Ortega contaba con sesenta hombres, le ordené salir inmediatamente sobre Somoto para tomarla antes de que los que ese día atacarían Estelí determinaran regrc'sarse. Varios vecinos importantes del Ocotal llegaron al telégrafo para pedirme que no desamparara la ciudad ordenando a Ortega atacar a Somoto, entre ellos el en– ¡<mces Cura Párroco Dr. Ruiz y Ruiz quien nos había preso tado muy buenos servicios, pero hube de desatender sus ruegos y ordené a Ortega salir inmediatamente dejando la vigilancia a cargo del Alcalde y los vecinos para mantea ner el orden con instrucciones de que si se presentaban fuerzas enemigas a atacar la plaza la entregaran sin pelear. Dos horas después salía Ortega para Somoto, y ade– lante marchó una caballería al mando de Sabas Toledo, ascendido a Coronel por su valor y actividad. En verdad Sabas fue la principal pieza en todos estos movimientos. Sabas se adelantó y al amanecer entraba a las rondas ele Somoto, cuya cívica huyó. Con todas estas noticias co– municadas a los atacantes de Estelí, naturalmente aumen– taclas como sucede siempre con fugitivos y habiendo encontrado una resistencia que no esperaban, !os atac.m– les de Estelí decidieron abandonar la empresa y marchar a El Sauce buscando la comunicación y el apoyo ele león. Habíamos, pues, en 48 horas restablecido nuestro

dominio en las Segovias y abierto nuevamente la Hnea de comunicaciones entre Mal1agua y Tegucigalpa, y sobre todo recobl'ado la confianza del Presidente Gral. Bonilla.

y todo sin un solo muerto ni un preso político, ni saqueos. Pura estrategia por control remoto y pura guerra fría. A veces pienso que ésto me ha dado derecho para que pongan mi vera efigie cabalgando en las ancas de la estatua de Don Anastasio, El Pacificador..•

Mientras tanto los marinos avanzaban, tomaban Coyote,pe y embarcaban al General Mena para Pana– má. La República quedaba sangrante, desmoralizada, pobre, con las pasiones enloqueciendo al pueblo. El Partido Conservador, sobre todo Granada, había perdido su galardón: Nandaime.

inmediatamente dispuse mi regreso a Nicaragua pa– re dar cuenta de mi misión y marcharme a mi islita en El Salvador. Tan pronto lo hice que en el camino encontré al Dr. Irías y sus compañeros que habían entrado a Hon– duras por la frontera y comimos y dormimos juntos en la misma posada en la mejor armonía y caballerosa compa– ñia. Y pensé lo estúpida que es la guerra civil y lo esté– ril de los sacrificios hechos.

Regresé a encontrar a mi hermano aún herido y

pe¡'dido el ojo izquierdo, mi padre envejecido por los grandes sufrimientos de la ¡prisión, mi casa saqueada al punto que nos sentábamos en cajones por falta de sillas y dormíamos en el suelo por falta de camas, destruídos los negocios, con odios por todos lados y sóbre todo la ver· guenza de la ocupación militar extranjera.

Fuí a Managua a rendir cuentas y tres días después regresaba a Chinandega resuelto a marcharme cuanto an– tes el El Salvador y no volver jamás a meterme en la mal llamada política. Una semana más tarde me embarqué y

al llegar a la Unión el Comandante de Armas me ordenó regresarme y me dijo que decía el Sr. Presidente Dr. Arauja que mientras él estuviera de Presidente yo no po– dría entrar a El Salvador.

Hube pues de regresar a Nicaragua y viendo la ruina en que estábamos, las deudas que teníamos y el abandono de la propiedad en El Salvador no quedaba más que ven– der aquella propiedad, pagar las deudas y comenzar de nuevo a trabajar.

Estaba muy lejos de pensar que unas tres o cuatro semanas después el Presidente Araujo sería asesinado en el propio Parque Central.

6

LA NUEVA CONSTITUCION

Tal como se lo había ,pronosticado al Gral. Chama– rro, en las elecciones pre,siclidas por los marinos no hubo más candidato que don Adolfo Díaz "EL NIÑO tONTO,R– SIONISTA" de la novela de Dickens estaba ya dentro de la casa abriendo de par en par las puertas a la Pandilla. Yo no quería saber nada de política y dejé de asistir a toda clase de reuniones del Partido. Pero se me designó candidato a la ASCimblea Constituyente, la tercera, y a pesar de mis negativas se me eligió, no sin haberles ad– vertido antes a mis correligionarios que si iba al Congreso séría totalmente independiente y algunas veces hasta contrario a la política del Pailtido.

Hice un contrato para embarcar tres mil toneladas de

mora en el Estero Real, madera que don Max. Sacasa de Rivas había contratado con mi amigo el Gral. Manuel Ba· lIadares M., y a ello me dediqué hasta que fuí llamado a

13 flamante Constituyente.

Con excepción de don Salvador Chamarro, en esta nueva Constituyente habían desaparecido de la escena todos los viejos conservadores que habían sido honra del Partido, y éramos una colección de acémilas de quienes se esperaba que aprobarían sin discusión todos los Con– venios de carácter económico que interesaban a ciertos individuos 'influyentes en el Ejecutivo norteamericano. Estábamos en la época del Big Stick, del Destino Manifes– to y todos esos disparates con que los demagogos y los

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