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« Previous Page Table of Contents Next Page »dido el funcionamiento del FondrAte Cambio y estaban haciendo el negocio de venta de, letras hasta c:on un 20% de premio sobre el córdoba, sino que habían organizado una sociedad anónima c:on el nombre de Ultramar que se dedicaba a la c:ompra de los produc:tos de expol\tación. En esta sociedad no tenía parte el Gobierno de N.icaragua aunque operaba con los amplios créditos que el otorgaba el Banco Nacional, más bien monopolizaba el crédito del país que estaba en manos del Banco. Usaba pues los recursos credit·icios del Banco, comprando los productos con córdobas depreciados y vendía las divisas con el 15 y hasta el 20% de premio, que naturalmente, se agregaba al costo de las mercaderías de por sí ya muy escasas. Y como también controlaban el Ferrocarril del Pacífico, a los e~portadores nicas se les dificultaba conseguir los ca· rros para enviar sus productos al puerto mientras los de la Compañía se iban rápidamente. Monopolizó también la venta de durmientes al Ferrocarril que los compraba a la Compañía a prec·ios muy por encima de los que recio bían los verdaderos productores a quienes no se les com– praban directamente como se hacía antes.
Es claro que todas estas cosas eran posibles por las Concesiones de que gozaban el Banco y el Ferrocarril que prácticamente dejaban en su regazo todos los medios para el control absoluto de la economía nacional.
y encontrado el camino I·íbre cierto grupo ¡planeaba apoderarse de las principales haciendas de café etc. No hay límite para la codicia humana.
El Sr; Martín, Cónsul británico y gerente de un Banco Pr·ivado, el Sr. Malconson representante de la poderosa Casa Grace en Nicaragua y don J. Ignacio González tra– bajaban unidos para controlar la próxima cosecha de café. Con los créditos bancarios cerrados a los cafetaleros nicas no les que daba más remedio ~ue v~nder sus cosechas por adelantado. Los pequeños caficultores tenían más probabilidades de ganancia si lograban reservar en espe· ra de mejores precios.
Pero de un modo u otro la cuota de sacos de yute para exportar café asignada a Nicaragua había sido asig– nada en su totalidad a los compradores, de manera que a quien no les vendía su café no le daban sacos ,para ex· portarlo.
El Presidente Chamorro dió instrucciones al Ministro en Washington de conseguir otra cuota de sacos vacíos de yute que fue concedida y salvó esa situación. Por otro lado muy reservadamente se hizo del conocimiento de los grandes negociantes que el gobierno contemplaba la emi· sión de una moratoria y la facultad de pagar en córdobas los préstamos o adelantos pagaderos en especie.
Se enviaron :instrucciones a los Cónsules en Estados Unidos de mantenerse vigilantes del mercado de café y comunicar inmediatamente por cable cualquier alza o baja de significaci6n.
Al poco tiempo llegó cable del Vice Consul en Ca– lifornia don Julio Navas avisando una gran alza repentina en el precio y la expectat·iva de que el alza siguiera. Sugerí al Presidente que ese cable se mandara a publicar por bando en los Departamentos cafetaleros y así se hizo el mismo día. Esa misma noche recibí un telegrama del Sr. González ofreciéndome vender todo su café y asegu· rándome que no había tal alza. Le contesté que desgra. ciadamente yo no estaba en el negocio de compra de café ni tenía recursos para ac~ptar su oferta pero le sugería
esperar un día más porque quizás sus asociados se habían demorado en comunicársela a él.
El café siguió subiendo y los caficultores ganaron una buena suma.
Al fin los Estados Unidos entraron en la guerra y ya era claro que este paso tenía que ser secundado por todo el Continente. Nuestros intereses econ6micos y polítlco~
y hasta nuestro propia supervivencia dependían entonces como ahora de la actitud hist61"ica y del triunfo de los Estados Unidos. Colocarnos a su lado no debía ni podía ser un simple acto simbólico ni de mera simpatía. La causa era nuestra y por consiguiente la única ¡postura digo na y útil era y es ahora prestar nuestro completo concurso al esfuerzo de los Estados Unidos. La LegaCión norteame. ricana había insinuado la conveniencia de que Nicaragua declarara la guerra a Alemania y se incautaran los bienes alemanes para garantizar las responsabilidades de la gue– rra. Se reunió el Consejo de Ministr"", del que yo, por la Ley, era Secretario. Ya otras naciones hermanas lo ha– bían hecro y aún nu~stros hermanos de Centro América que tanto habían gritado contra las obligaciones contraí– das por Nicaragua en el Tratado Chamorro-Bryan, habían puesto a la orden de los ~stados Unidos sus aguas terri. toriales y sus costas. ,
Por las razones arriba explicadas yo no opiné en fa– vor de una declaración inmediata de guerra sino por la suspensión de' relaciones para mientras se daban lo"s pa. sos ,preparatorios para tomar parte en ella a la medida de nuestros recursos y del modo más eficaz. Adelante ex– plicaré el plan que preparé para este efecto.
Me opuse también a la confiscación de los bienes de los alemanes mientras no se declarara la guerra porque estimaba era una injusticia. Esos alemanes en su mayoría tenían muchos años de residir en Nicaraua, se habían casado en el' país y procreado fammas que ya eran y se consideraban nicaragüenses. Confiscar esos bienes y em. presas a tontas y a locas sería perjudicial a la econoinía del país y probablemente degeneraría en merienda de negros. Sería suficiente por de ,pronto nombrarles in– terventores para que vigilaran que no se emplearan en nada antagónico a la causa aliada.
Días después presenté al Presidente un proyecto por el cual declararíamos la guerra a Alemania. Pondríamos a disposición de los Estados Unidos un contingente de infantería de tres mil hombres para !Servir en el ejército estadounidense pero ba.jo nuestra bandera. Firmariamos un convenio con el Gobierno norteamericano para movili· zar toda fuerza del país a fin de producir la mayor can– tidad ,posible de víveres y artículos necesarios para la guerra. El Gobier!,!o americano le proporcionaría a Nica· ragua unos 500 tractores y maquinarias agrícolas e ins. tructores y garantizaría a los agricultores nicas el mismo ,precio que le garantizaba a los de los Estados Unidos y en cambio nos comprometíamos a entregarles la totalidad de nuestra producci6n. Este esfuerzo sería progresivo y voluntario pero en caso de faltar brazos el Gobierno de N;icaragua llamaría al servicio militar a todos los varones de edad y los pondría a trabajar en la agricultura y en la industria o en lo que fuera necesario para ayudar a los fines bélicos.
Este proyecto se ,puso en manos del Alto Comisiona– do Sr. Lindberg a qliien le gustó y remitió con sus comen-
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