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la ,olección de esos derechos de corte mediante arreglo especial.

Cuando ya ese fondo comenzó a producir el Sr. Mi· nistro de Fomento Dr. Alfonso Solórzano presentó al Presidente un Proyecto para la inmediata Fundación de la Escuela de Agricultura y la compra de un predio rústico en los aledaños de la Ca,pital. Varios días se discutió el asunto de si se resolvía la construcción de un edificio apropiado y la contratación de dos agrónomos americanos para regentar la esc-..ela. El Presidente Chamorro, que , siempre se ha interesado mucho por la Agricultura y la Ganadería, estaba muy satisfecho de que en su adminis, tración se hiciera una fundación de tan gran importancia. . Cuando todo estuvo más o menos aprobado de con· formidad, yo hice la observación de que la Escuela debía

fundarse en Chinandega porque había una Ley anterior que mandaba al Ejecutivo dicha fundación en Chin~ndega

y que además había la ventaja de que no tendrra que comprarse predio alguno porque a orillas de Chinandega y a la ribera del Río, el Gobierno poseía ya una finca de 600 manzanas debidamente cercada y cultivada por parti. culares yI además que Chinandega era el Departamento más agrícola y llamado el granero centroamericano por su gran producción de cereales.

El General Chamorro vio la justicia de mis pretensio. nes y decidió que fuera en Chinandega donde se estable· ciera la Escuela. Y así se hizo aunque el Ministerio ya no le prestó el entusiasta apoyo que necesitaba para prosperar.

Triunfo de dos baturros que también eran cazurros.

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PENOSO ENCARGO

La Campaña Electoral del General Chamorro había costado sumas que entonces parecían grandes, sobre todo si se comparaban con los gastos de elecciones anteriores, en que el principal gasto había sido el guaro.

Se había prestado varias sumas en los Bancos con firmas de amigos, y era urgente atender al pago de las mismas lo mismo que crear un Tesoro del Partido que le permitiera contar con fondos para las luchas futuras. La Directiva Suprema resolvió que lo más natural era que los que estaban gozando del baile pagaran la música y que todos los empleados del régimen ¡pagaran el 5% de sus sueldos para la formación del Tesoro y el pago de las deudas. Me parece que la disposición no solamente era equitativa sino moralizadora.

Antes los que daban dinero buscaban resarcirse ob· teniendo contratos leoninos con el Gobierno o puestos que producían lo que llaman "CAIDO.S" ahora tan generé!li– zados y ensanchados que ya se llaman MORDIDAS.

Se estableció la colecta del 5%. Naturalmente LA NOTICIA puso el grito en el oielo porque entendía con justicia que el Partido Conservador con un Tesoro propio y

crecido en los tres años de Gobierno que faltaban resulta· ría mucho más formidable adversario que si tuviera que depender d.e las dádivas voluntarias. Por supuesto que el amigo don Juan Ramón no decía eso sino que defendía caritativamente el pan de los pobres empleados coriser. vadores. La cuestión cobró calor y el Dr. Solórzano, Mi· nistro de Fomento, dio a los diarios algunos r~portajes en contra del 5% y llegó a decir que él no lo pagaría por considerarlo inmoral etc. El Dr. tenía sus ambieionsillas presidenciales y crera ganarse adeptos en la oposición con esos alardes. Claro que tenía perfecto derecho a sus pro¡pias opiniones como ciudadano particular y aun como miembro del Partido Conservador. Pero no tenía dere– cho a adoptar esa posición desde su alfo puesto de Minis– tro de Fomento y en una abierta censura contra la política del Gobierno del Partido y de su Presidente, por lo que el Presidente Chamorro me dió el penoso ericargo de vi· sitar al Min:jstro Dr. Solórzano y tratar de ,persuadirlo a

cambiar de criterio o en caso de que no fuera esto posible pedirle su renuncia para no romper la necesaria homoge. neidad del Gobierno.

Me gustaba el hombre, pues el Dr. Solórzano sostenía sus convicciones con calor y energía si estaba persuadido de que lo que él pensaba era lo correcto. Esa misma tarde telefoneé a la casa del Dr. para anunciarle que lo visitaría por la noche. El tenía una familia culta y sus h.ijas apreciaban el Arte Musical. Una de ellas too caba el piano con maestría, cantaban etc. Gente cultivada y encantadora.

Mi visita fue muy bien recibida. Me atendieron, hubo música, canto, y fueron dos horas deliciosas. Apro· veché un momento libre para decirle al Dr. que deseaba conversar con él a solas y me hizo pasar a su oficina pri– vada.

Allí ,platicamos cordialmente. Le expuse todas las razones que la Directiva del Partido había tenido para dictar la disposición del 5%, disposición a la que el Pre· sidente había prestado su apoyo y por consiguiente la obligación en que estábamos todos sus colaboradores de segu:ir su norma en todo aquello que no comprometiera nuestra integridad moral; que este asunto a mi juicio era de pura disciplina de Partido y a nadie pedjudicábamos si nos desprendíamos del 5% de nuestro sueldo para for– talecer el Partido. Por supuesto que si la conciencia nos decía que estábamos trasgrediendo las leyes divinas y humanas quedaba el camino de renunciar para no ser cómplice en un acto que considerábamos malo. Le ,pedí que reflexionara bien y pensara las razones que le había dado por encargo del Presidente Chamorro que era su buen amigo y que dejara para todo el día siguiente su resolución. Le manifesté que lo conversado y aún mi presencia en su casa, sólo la sabían el Presidente, él mis· mo y yo, y que fuera lo que fuera su resolución todo ello quedaría entre nosotros tres.

Al siguiente día el Dr. Solórzano envió, a la Secreta· ría su renuncia.

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