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« Previous Page Table of Contents Next Page »comercio por el mal servicio de los Correos, Telégrafos y Teléfonos. Sobre todo el telégraro había llegado al co· lapso. No había comunicación con Bluefields desde hacía dos meses. De Managua apenas se comunicaban con Granada y con Ciudad Darío. los cablegramas tenían que ser enviados de Granada ¡por correo expreso a San Juan del Sur etc. Y que podía que esos servicios tan vi· tales al Gobierno se pusieran bajo un adminisrador nor· teamericano. Que el Presidente me proponía el cargo y si no aceptaba tendría que nombrar a un gringo.
Conocida mi ideología el argumento era contundente. El Director saliente que había sido designado para la Go· bernación de la Costa Atlántica; don Gustavo Cantón, era un buen y viejo amigo mío. Fuí a verlo y conversé larga. mente con él para formarme un juicio de la situación y de las causas por las que se había llegado a semejante de· terioro de las comunicaciones. Cantón me mostró las muchas nota~que había estado enviando al Ministerio de Fomento para obtener los materiales necesarios para el mantenimiento del servicio las que no habían sido aten· didas y muchas ignoradas. Y también me mostró cómo dicho Ministerio nombraba y destituía empleados sin consultar a la Dirección General de Comunicaciones. Dile, pues, a don Max que aceptaría siempre que el
Pre~idente me dejara amplia facultad para organizar los
servici~s sin necesidad de ocurrir previamente al Ministe. rio y que el ,perso.nal fuera nombrado por mí. Que el Presidente me mandara cuantas recomendaciones quisiera .perodejara a mi responsabilidad aceptarlas o no.
y por primera y última vez fuí a ver al Sr. lindberg para manifestarle las causas del deterioro de los servicios de comunicaciones, la imposibilidad del Ministerio- de atender las necesidades dentro del corto presupuesto en que lo tenía el Plan lansing. Yo le expuse que como Alto Comisionado con facultad para autorizar gastos ex. traordinarios, me concediera gastar en la reorganización de los servicios todo el excedente que yo consiguiera obtener sobre lo que actualmente estaban produciendo. El Sr. lindberg aCElptó y se comprometió a hacerlo. Respaldado, pues, con la carta blanca del Presidente y 1" promesa del Sr. lindberg, tomé ,posesión del cargo de Director General de Comunicaciones.
El primer día lo pasé poniéndome al tanto de la si· tuación. Encontré que en el almacén no había sino unos 20 aisladores, se carecía de sulfato de cobre para las bao terías, etc. El problema primero era hacer aumentar los productos para comprar materiales. En la tarde visité las dependencias del correo y encontré que un Sr. Diputado mandaba como paquete postal los rollos de películas que usaba en su Cine en Matagalpa. En aquellos tiempos en que el correo iba a lomo de mulas y sólo dos veces ¡por semana los envíos del Sr. Diputado se llevaban la mitad del servicio del correo. Y como éste otras anomalías pa· recidas. En la noche temprano ocupé el escritorio del Jefe de la Oficina de ,Managua y me dí cuenta de que los telegramas oficiales y de franquicia eran casi el doble de los mensajes pagados y en las nóminas de teléfonos su· cedía igual. Casi nadie pagaba por sus aparatos a domi· cilio, amén de un sinnúmero de franquicias particulares ordenadas por el Ministerio de Fomento.
Al siguiente día muy temprano convoqué a los jefes de secciones del ramo y sometí a su consideración las siguientes disposiciones:, Circular ordenando que todos
los que tuvieran aparatos telefónicos gratuitos en sus casas de habitación fueran notificados que las franquicias otor. gadas por la leyeran personales y no a domicilio y que los que quisieran seguir con el servicio a domicilio debían pagar la mensualidad adelantada de lo contrario se les desconectaría el servicio.
Circular que disponía que el servicio telegráfico pa. gado tenía ¡preferencia sobre los oficiales de la misma categoria y que las franquicias para asuntos oficiales eran ilimitadas pero los mensajes particulares debían limitarse a 20 palabras y en el, correo sólo para correspondencia epistolar que debería lI'evar la firma o el facsimil del re. mitente. '
Se cancelaron todas las franquicias otorgadas a parti. culares sin excepción y se dispuso que no se atendería orden de franquicia sin el correspondiente acuerdo minis. terial debidamente publicado en la Gaceta para su vigen. cia.
Todas estas disposiciones fueron aprobadas con en. tusiasmo y puestas en vigencia inmediatamente, trayendo un descongestionamiento de las líneas telegráficas y más rápido servicio al ,público con el consiguiente aumento de ingresos.
Solamente el Director' General de Comunicaciones de Honduras nos pudo obsequiar dos barriles de aislado. res y uno de sulfato de cobre que nos llegaron rápida. mente de Amapala y que usamos en aislar la'S líneas en la capital y reforzar las baterías de la Central. De los Estados Unidos contestaron que no podían enviarnos ais· ladores sino tres meses más tarde.
y pensando en la necesidad de aislar las líneas cuanto antes Uamé a los Inspectores encargados d~ ellas, los proveí de buenos serruchos de mano, les organicé una cuadrilla de 3 operarios a cada uno y los mandé a aislar las líneas con cuernos. Comentó don Juan llamón en aquellos días que yo era tan cachureco que estaba usando cachos para las líneas. Pero a! cabo de un mes estaban funcionando ya todas las líneas y Mana~ua se comunicaba directamente con todas las poblaciones ex· cepto con la Costa Atlántica.
Suprimí todos los contratos que había para repara· ción de líneas que sólo eran estafas y determiné hacerlo con los inspectores. Todo el ¡personal demostró su entu· siasmo con las nueva's medidas y colaboraron gustosos a levantar el servicio.
Pedí a todos los empleados del ramo que me escri· bieran directamente a mí cualquier sugerencia que se les ocurriera para el buen servicio y tuve el cuidado de no dejar sin consideración y acusar recibo de cada una de las que 'recibí, muchas de ellas de gran valor.
No fue muy fácilmente que estas medidas tan radio cales se llevaron a cabo. En Granada había como 3,0 usufructuarios de teléfonos gratuitos que gritaron sus merecimientos, sus diputaciones etc. Don Salvador Chao morro estuvo en mi despacho con ese objeto. le enseñé los datos en mi poder y demostré la necesidad de medi– das drásticas para poner orden y levantar los servicios e impedir que fueran a manos extranjeras y le supliqué que fuera él el primero en pagar su cuota, pues, el hecho de que el Sr. papá del Presidente acatara lo drspuesto obli– garía a los demás a hacerlo. Yo le dije que valía mucho más que la administración de su hijo se librara del sanl' benio de incapacidad que caería sobre ella que los tres
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