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rril sólo le compraba durmientes a la Compañía de Ullramar a un precio doble al que la mencio– nada compañía propiedad exclusiva de los mismos Banqueros pagaba a los nicaragüenses. Se ha ol– vidado que el Ferrocarril tenía carros para trans– parlar el café de la Compañía de Ultramar y no para los que rehusaban vendérselo a ella o a sus testaferros.

El Ferrocarril fué mejorado notablemente en el período posterior, cuando los Banqueros nos cobra– ban el interés sobre lo que les debíamos por com– pra de sus acciones, y los productos se empleaban en cambiar durmientes e±c. en la esperanza de que al vencerse el plazo fatal no pudiéramos pagar y volviera a su poder bien remozado a nuesira costa.

y en lo tocante al Banco Nacional debo recor– dar que desde 1914, con pretexto de la Guerra Euro– pea, cerraron el Fondo de Cambio y comenzaron a vender los giros por cuenta de los Banqueros y no para el Banco, de modo que las comisiones que subieron al 5 % fué para su solo provecho y no para su socio el Gobierno. Además, estas comisio– nes debían destinarse al aumento de la reserva mo– ne±aria, lo que no se hizo.

No fué sino hasta en 1921, en que yo llegué a formar parle de la DireC±iva, que obligué a abrir nuevamente el Fondo de Cambio y a que nos paga– ran intereses sobre nuestros depósitos en Nueva

York. Si mal no recuerdo era mi compañero en la Direcfiva don Manuel Zavala y la discusión se agrió un poco. Al salir de ella el menor de los herma. nos Straus, de la casa Seligman, se acercó para decirme: "Señor Tijerino, es la primera vez que un representante de Nicaragua trata los asuntos como hombre de negocios y no como polífico". Esto del Fondo de Cambio dió origen a una nota que el Ge– neral Chamarra, Ministro en Washington, dirigió al Departamen±o de Estado pidiendo que se obligara a los Banqueros a dar cuenta del mencionado Fondo.

Podría seguir refiriéndo muchas otras irregu_ laridades pero para muestra basta un botón. Así que seguir sosteniendo una teoría enfrente de una realidad no me parece sensato. Y que se preten– diera entregar nuevamente la Concesión Bancaria, y gratuitamente, después de catorce años de pre– senciar todas las cosas arriba referidas, como 10

ordenaba el doctor Román Reyes hacer al docior González, es... no encuentro un adjefivo que no ofenda, y. yo no quiero ofender a nadie.

Y por úllimo asi el Banco hubiera estado en manos de los Banqueros de Ullramar, Nicaragua hábría tenido el desarrollo agrícola que tiene si no fuera que la polífica crediticia hoyes amplia por_ que es Banco Nacional y no ajeno?

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LA NACIONALlZACION DEL BANCO, OPERACION SECRETA

El 51

% de las acciones del Banco de Nicaragua habían sido traspasadas por los señores Brown Bros y Seligman & Cía. al Banco Mercantil de las Amé– ricas, institución organizada durante la guerra para negociar con productos y materias primas en toda la América Latina. Al finalizar la primera guerra mundial el Banco hizo pésimos negocios en todos los países, menos en Nicaragua, en donde, ampa– rado por su concesión, tenía la plena explotación del país. Resue1fa su liquidación los acreedores, principalmente el Guaranty Trust Ca., nombraron a uno de sus vice-presidentes, el señor Loree, li– quidador. El Banco del Canadá, con negocios en toda la América Lafina, convino en comprar todas las sucursales del Mercantil por su valor real, apar– tano,o las deudas malas. Pero en Nicaragua trope– zaron con la dificu1fad de que si aceptaban la con– cesión tendrían que mantener en la Directiva a un Director nombrado por el Departamento de Es– tado de los Es±ados Unidos, lo que no era admisi– ble conforme a la ley del Canadá.

llegó ésto a mi conocimiento por medios que no es necesario explicar, e inmediatamente me per– soné en la oficina del señor Loree para proponer la compra de sus acciones en los mismos térmi– nos que estaban vendiendo ellos al Banco del Ca– nadá. El señor Loree aceptó siempre' que pagára– mos al contado. Le contesté que ése era nuestro propósífo, y le pedí me mostrara los Balances que servirían de base para la negociación.

Examiné éstos y encontré que había sido he– cha una cuidadosa selección de las deudas y apar– tadas las que se consideraban dudosas, entre éstas

la del señor Lawder, que siendo Gerente se había prestado a sí mismo una gruesa suma, lo mismo que ahora hace el señor Somoza.

Comprábamos, pues, centavo por centavo, y lo más valioso para nosotros, que era la Concesión Bancaria, que tenía todavía 90 años de vida, la re– cuperábamos a título gratuito. Pedí al señor Loree una opción por 60 días para tener tiempo de reunir el dinero pero sólo me dió 30 días. Exigí en se– guida que la negociación se mantuviera en el más estricto secreto durante la vigencia de la opción, por temor a que si se llegaba a conocer en Nica– ragua la politiquería de los que sostenían la tésis entreguista nos estorbaría el negocio.

Hasta aquí toda esta gesfión la hice sin cono– cimiento y menos instrucciones de mi Gobierno, y bajo mi responsabilidad personal. Pero con la se– guridad moral de que recibiría todo apoyo del Pre– sidente Marlínez. Al convenir Mr. Loree en guar– dar secreta la operación me dijo que Mr. Caley, el Gerente, estaba en Bluefields en camino a Nicara– gua en un importante gestión¡ pero que le cable– grafiaría para que se regresara a Managua y es– perase allí instrucciones sin decirle de qué se fra– taba.

Para los asuntos importantes me comunicaba yo con el Presidente Martínez en clave especial, y por medio de mi hermano Perfecto, Ministro de Hacienda, y por ese medio puse en conocimiento del Presidertte lo hecho y pedí su auforización para llevar a cabo la compra. Al mismo tiempo pedía al Ministro de Hacienda que allegara los recursOS necesarios, haciendo uso de la reserva que para

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