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« Previous Page Table of Contents Next Page »Ni la prensa ni los cafeialeros en Nicaragua
50 fijaron en que el Banco había ya financiado la cosecha anierior sin necesidad de préstamo alguno exterior. Ni se preocuparon de ver en el Ministerio de Hacienda el Balance lnensual para percatarse de que tenía fondos en caja con amplias reservas. Ahora que ya habíamos pagado completamente el F.C. del Pacífico y todas las deudas vencidas exter– nas, todo los fondos por Aduana y Ferrocarril se acumulaban en el Banco en espera de la liquida– ción final de año para el superavit del Gobierno y para el dividendo del F.C. que ahora pertenecía al Gobierno también.
Sin embargo me pareció prudente prepararnos para cualquier emergencia y fuí a ver al Gerenie del Banco del Canadá, entidad que ahora guardaba nuestros fondos en N.Y. por habernos ofrecido pa– gar un interés sobre ellos de 3% anual que los otros banqueros no quisieron pagar.
Le expliqué la situación y convinimos en que si se llegaba a esta necesidad, el Banco del Canadá compraría hasta medio millón de dólares en leiras emitidas por los cafelalercs con garantía de su co– secha y endosadas por el Banco Nacional de Nica– ragua. Esto es lo que se llama en N.Y. "acepta–
ciones bancarias" y son consideradas como inver– siones muy seguras y liquidables a la vista. El Banco cargaría el 5% de interés anual, lo que de– jaba una buena ganancia al Banco que usualmente prestaba entonces al 9 y al 10%.
Pero sobre todo ponía en el mercado de N.Y. las letras de nuestro Banco, lo que nos abría un receptáculo enorme para el futuro, sin necesidad de todas aquellas hipotecas de nuestras empresas y rentas que nos habían exigido antes.
Inmediatamente fui a ver a Mr. Loree y a co– municarle la buena nueva que por supuesto echaba por tierra los planes de ellos. Mr. Loree se mostró incrédulo y entonces le pedí que llamara por telé– fono al Gerente del Banco del Canadá para que le confirmara el arreglo, y que convocara a la Di– rectiva para su aprobación. Mr. Loree telefoneó y el Gerente le dijo que para hablar mejor llegaría inmediatamente a su oficina y en mi presencia le confirmó su ofrecimiento con notas que había ±o– rnado de nuestra conversación. Mr. Loree no tenía mucha paciencia y le observó que el crédito era peligroso, pues, en Nicaragua podría haber una re– volución, a lo que el otro replicó: "¿Qué riesgo puedo tener si yo tengo más de cuatro millones depositados en mi Banco por lo que les pago sólo el 3% anual?". Con lo que terminó la entrevista y Loree ofreció reunir la Directiva la semana si– guien±e.
Deseo hacer un paréntesis para pedir el reco– nocimiento público para los conciudadanos Dres. Li– sandro Medina y Aníbal Zelaya de Nueva York y los Dres. Timoteo Vaca Seydel y Dámaso Rivas de Filadelfia, miembros de la Directiva que me ayu– daron eficaz y pa±rióticamen±e en todas las luchas por la independencia económica de Nicaragua de– jando sus quehaceres y frabajos con pérdida efectiva en sus profesiones. Especialmen±e los Dres. Rivas y Vaca que hacían el sacrificio de madrugar para fomar el tren de las 6 de la mañana en Filadelfia para venir a Nueva York a la Junta de las 9, y
recibían solamente diez dólares para gastos de viaje. Pero iodos esfábamos animados del romántico amor a la Patria que se agiganta y purifica con la leja– nía y la ausencia. Liberales unos, conservadores otros, todos éramos nicaragüenses para defender los intereses de Nicaragua. i Qué felicidad hubiera sido que igual espíritu hubiera animado a nuestra re±a– guardia en Nicaragua!
Inmediatamente fui a mi oficina y envié un lar– go cablegrama al Sr. Presidente Solórzano comuni– cándole el arreglo hecho y que sería aprobado por la Directiva en los próximos días. A los ires días recibí contestación en que se me ordenaba abste– nenne de hacer ninguna gestión y esperar la lle– gada de mi sucesor Dr. Pedro González. Es decir, el Presidente me destiiuía de mi cargo, el cual ser– vía ad-honorem, en premio de haber conseguido abrir las puertas del mercado de N.Y. para nues– iros cafe±aleros y para el Banco. Para mí, lo mis– mo que para los demás nicaragüenses de la Direc– ±iva, la resolución era inexplicable. No fué sino a la llegada del Dr. Gonzáles que supe lo que había acontecido: El Dr. Jenks se había ido la misma no– che a Washingion y solicitó del Jefe de la Oficina de relaciones centroamericanas la trasmisión de un cable muy importante para el Presidente de Nica– ragua por carecer él, dijo, de medio seguro de ha– cerlo, y no convenir enviarlo libremente. En ese cablegrama Mr. Jenks participaba que ya tenía he– chos los arreglos para la venta del Banco, que pe– día mi separación y la cesación de toda gestión en N.Y. para obtener el crédito que yo había arre– glado, y por ú1±iIl1o que si no se accedía, Mr. Loree
renunc~aría la Presidencia del Banco. Mr. Loree era el único de la Directiva que devengaba un sueldo de tres mil dólares anuales por poner su nombre en la misma.
Trasmitido el cable en clave a la Legación para su traslado al Sr. Presidente se le daba la aparien– cia de que era prohijado por el Departamen±o de Estado, y esa interpretación fué forzada en el ániIl10 del Presidente Solórzano por el Minisiro Dr. Román y Reyes y el Srio. Privado Sr. Bonilla, y ya Il1e fi– guro el desvelón que se dió Don Carlos esa noche pensando en los enojos del Departamento de Esta– do. En realidad, cuando lo hecho fue conocido en el Departamen±o de Estado, el empleado compla– ciente fue trasladado a otro puesto de Il1enor escala.
Con el Dr. González habíamos tenido diferen– cias palificas por cuestiones de polillca local y así creyeron los Sres. de Managua que le proporciona– ban una oportunidad de vengar agravios, etc. Pero a mí me complació saber que era el Dr. González quien llegaba en Il1i lugar, porque conocía el Il1odo de pensar del ilusire Jurisconsu1±o adverso en todo a la enirega de Nicaragua. Además los dos éraIl10s de Chinandega la chiquita, en donde todavía éra– mos ian tontos como para creer en la Cons±i±ución, en la Patria con leira Mayúscula y en la honesti– dad. Ni entre los Zelayis±as de Chinandega había habido aprovechados en los monopolios y negocios ilícitos de aquel régimen.
y para finalizar una coincidencia: cuando en la Jun±a del F.C. el Dr. Vaca Seydel mocionó para cancelar el Contraio de manejo con la White dán– dole los 45 días de aviso previo estatuídos en el
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