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Siendo, corno son aefualmente, del dominio de Nicaragua, la moneda, el crédito, los transportes y en gran parie la fuerza motriz, es cuestión de seis meses,. para un gobernante honesto y patriota, or– ganizar el bienestar y progreso del pueblo nica– ragüense. Los Gobiernos por malos que sean, tie– nen familia, amigos y parlidarios a quienes favore. cer y tienen que considerar también, en gran parle, su propio prestigio y popularidad. Los explo±ado– res ausentes no tienen más relación con nosotros que las de los trasquiladores con el rebaño de chivos.
En pocas palabras, yo prefiero a Somoza, Se– villa y Parajón a O'Connel, Hill y Rosenthal. Respecto a los escritos de don Pedrito no veo para qué tanta parrafada sobre si fué o no secreta la compra del Banco. Con interrogar a las perso– nas que he citado en mis arlículos y a airas co– temporáneas de aquella operación, con sólo haber registrado la colección de alguno de los diarios de Managua de aquella fecha, podría darse cuenta y fé de la verdad de mi aserio. En cuanto a su argu– mento de la constitucionalidad de la compra, sim– plemente no llenamos el requisito del previo con– sentimiento del Congreso porque las circunstancias políticas del momento, como he dicho antes, en me-
dio de las pasiones desatadas por la campaña elec, toral presidencial, habríelll converlido esta aspira– ción patriótica de recuperar el Banco en la pelota del balompié poiífico y quizás habríamos contem– plado el triste especiáculo de los Chamorristas ata· cando la compra y el Dr. Borgen y los Cirujanos de don Albino defendiéndola, con· grave perjuicio para el prestigio de Nicaragua y para el crédito de Ban– co. El Presidente Marlínez, su Ministro de Hacienda y su Agente Financiero asumimos calladamente la completa responsabilidé;ld del aefo.
Quizás sin pensarlo estábamos cumpliendo el aforismo de que las "cosas se deshacen corno se hacen", porque para aprobar los famosos contratos y concesiones creadoras del Banco, hubo que dar dos golpes de Estado y disolver dos Constituyentes, la primera compuesta por :la flor y naia del Pariido Conservador, presidida nada menos que por el pa– ±ricio Dr. Adán Cárdenas. Y por último la tercera Con±i±uyente, de la cual formó parle don Pedro J. Cuadra Chamarra, promulgó una Constitución que no fue publicada y días después se reunió para de– cir que lo hecho no valía y que dejaba vigente la anterior Constitución de Mena pero sin los arlícu– los transitorios que es±orbapan.
Tal vez recuerde el Sr. Cuadra Ch. que yo tam– bién era Dipu±ado y uon el colega Manuel Garda O±olea rehusamos firmar la tal Constitución "para no vernos en el vergonzoso trance de tener que des– honrar nuestras firmas enseguida".
y si tantos pasos peligrosamente ilegales hubo que dar para entregarnos a los Banqueros, nos pa– reció racional que diéramos algunos pocos para li– berlarnos, de ellos.
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LA NACI{)NAUIACION D~l ~.C. ~MP~ESA PATRiOYI«:A
y POPULAR
La compra del F.C. del P. fué parie del con. junio de convenias que se llamó Plan Lansing, re– sultado .de una tenaz lucha en defensa de la sobe– ranía nacional, durante el primer año de la Admi– nistración del Gral. Chamarra.
La recuperación del F.C. era una aspiración nacional. Ninguno de los aspectos de la in±erven– ción extranjera en nuestros asuntos se había hecho tan odioso al pueblo nicaragüense como ésta del F.C. Este había sido construído directamente por el Gobierno de Nicaragua, la parle principal por don Pedro J. Chamarra y el resto por el Gral. Ze– laya, ambos sobre la base de que era un servicio público para beneficio del pueblo y no un negocio para ganancias sin límites. "De tal modo, decía el Ministro Benard, uno de sus más fervientes parli– darios, que las utilidades que produzcan deben de– volverse al pueblo en forma de rebajas en fletes y pasajes".
No solamente el F.C. de Nicaragua tenía los fletes y pasajes más baratos del mundo, manejado exclusivamente por nicaragüenses, sino que daba lo suficiente para el mantenimiento de servicios impro– ductivos de inmediata y vital imporlancia para la patria, tal como la comunicación por medio de va-
pares a través del Río San Juan con el Deparla– mento de Zelaya, cuya in±egr;:ación a la República estaba en camino de realización completa.
El Sr. O'Connell, Geren±e bajo el régimen de los Banqueros, sería un magnífico ferrocarrilero pero era de carácter violento, despreciaba profundamente a los nicaragüenses y se complacía en humillar al pueblo y a los hombres del Gobierno. Los conduc– ±ores bajaban en medio del camino a las pobres vivanderas si las encontraban con alguna carga bao jo los asientos, y hubo vez en que pretendieran ha– cer lo mismo con un Secretario de Estado que había olvidado su tarjeta de franquici&, no obstante co– nocerlo personalmente. En cierla ocasión en que los miembros del Gabinete de Chamarra fueron a despedir a alguien a la estación de Managua, el porlero le vedó la entrada al interior con malacrian– za y altanería al Ministro Dr. Castrillo. Es±ab& yo presente como Secret&rio Privado. Hice pasar al Dr. Castrillo y mandé a la cárcel al irrespetuoso em– pleado, con el consiguiente escándalo.
Pero los amos yanquis del F.C. hicieron &lgo más grave aún, C&ncelaron el servicio de vapores del Río San Juan, nuestra única vía de comunica– ción entonces con el Litoral Atlántico. Se negaron
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