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« Previous Page Table of Contents Next Page »Desgraciadamente durante su administración ocurrieron dos asonadas que costaron dinero al Go– bierno: el ataque infructuoso a Chinandega enca– bezado por el Gral. Pereira y la sublevación de la Loma y el Campo. Esta úl±im.a fué dominada fá– cilm.ente por el coraje personal de don Diego. Otra intentona que no materializó, por el lado de Somo– to, obligó al gobierno a levantar fuerzas y gastar dinero. Eso retrasó seis meses la ex±inción de la deuda y compromisos de la República con los Ban– queros de N.Y. y privó a don Diego, el único esta– dista que ha producido el Parlido Conservador en los úl±im.os cuarenta años, del placer de rematar la obra.
Mientras, yo había ejercido una saludable vi– gilancia sobre todas las compras de materiales y embarques que la Whife hacía de N.Y. para el F.C. de modo de asegurarnos que nos quedara siempre suficiente dinero para la cumplida amorlización de la deuda.
Al asumir la Presidencia don Barlolomé Mar– tínez, fui nombrado ad honorem, Agente Financiero en los EE.UU. y además miembro de las Directivas del F.C. y del Banco. Mis actividades en lo que respecta al Banco ya las he narrado. En referencia al F.C. mi papel fUe evitar que se gastara más di-
nero del absolutamente necesario. Así la Whife quiso comprar unas cinco mil toneladas de rieles a cuarenta dólares la tonelada, lo que nos hubiera desquiciado el úl±imo pago. Me negué a dar la auto– rización. Mr. Choate hizo viaje exprofeso a Nica– ragua para obtener la venia del Presidente Marlí– nez, y él Y su abogado le aseguraron al Presidente que si había un accidente no habría rieles como repararlo. Pero yo había mandado a seguir una invesfigación secreta y pude probar que había rieles disponibles, suel±os o en ramales que no se usaban, para construir diez kilómetros .de línea. El Presi– dente, ya tranquilo, les contestó que dejaba ese asunto en mis manos y que yo resolverla en N.Y. si se aulorizaba o no esa compra, en vista de los fondos disponibles para terminar de pagar el F.C. Lo cual hice a su deqido plazo, recibiendo de ma– nos de los Banqueros ·la carla de solvencia en que constaba que Nicaragua había cumplido todas sus obligaciones y quedaba libre de todo compromiso con ellos. Y ese mismo día, en el úl±imo piso de uno de los rascacielos de N.Y., sent1"ldo en una silla no muy conforlable, presencié la incineración de todas las Cédulas del Erario, y me pareció que en ese humo volaba también la esclavifud econó– mica en que habíamos vivido doce años.
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LA ADMINI5TRACION DEL FERRO(:ARRIL
En el afán de allegar fondos y estar listos en el plazo fatal para el pago del resto del valor del F.C. y la cancelación de la totalidad de las Cédulas del Erario en poder de los Banqueros Brown Bross
y Seligman y Cía. poco había hablado con el Sr. Pre– sidente Mar±ínez de la forma en que se adminis– traría el F.C. al pasar a ser propiedad de la Nación. Para mí todo cambio violento o radical en la admi– nistración del mismo resul±aba peligroso, y entre– garlo al manejo directo del Gobierno era ruinoso desde el punto de vista económico. Así que al con– cluir la negociación y una vez que los Directores norleamericanos renunciaron sus cargos, a falta de instrucciones definitivas del Presidente, procedí a organizar la nueva Directiva: asumí la Presidencia, rogué al Sr. Baily, socio de la casa Seligman que desempeñaba la Tesorería, que continuara en su Cargo, lo mismo que al Sr. Jenks que representaba, conforme a los confratos al Deparlamento de Estado,
y pedí al Dr. Timoteo Vaca Seydel, representante del Parlido Liberal en los EE.UU. y al Dr. Dámaso Rivas, que aceptaran ser Directores en lugar de los renuncianfes. Quedaba así organizada la Directiva con una mayoría nicaragüense sin romper impru– dentemente con 10 que nos podía ser útil de la orga_ nización anterior.
El F.C. estaba manejado por la Whife Manage– menf Corp., compañía que se especializaba en la administración de ferrocarriles y debíamos respetar el plazo convenido para cesar el contrato. Pero la Directiva tenía el derecho de nombrar al Gerente en Nicaragua lo que procedimos a hacer eligiendo al Sr. Ingeniero Cárdenas, profesional capacitado, graduado en los EE.UU., apreciado y conocido de la White y con historial bien sentado en Costa Rica.
Para los Dres. Vaca Seydel y Rivas, el cargo de Directores significaba, como he dicho otra vez, un sacrificio, pues residían en Filadelfia y por con– siguiente tenían que abandonar sus quehaceres pro– fesionales uno o dos días por mes para venir a Nue– va York, sin más remuneración que diez dólares para gastos de viaje y diez como honorarios, hono– l"arios que era también el único sU/31do que ganába– mos los otros miembros nicaragüenses de la Direc– tiva. Ambos prestaron sus servicios, abnegado y patrióticamente y jamás al Dr. Vaca Seydel se le ocurrió que estaba allí para quedar bien con los Banqueros y obtener ventajas para el Partido Libe– ral, mientras los politicastros en Nicaragua saluda– ban con el sombrero quitado y melifluas sonrisas a los centinelas y porteros de la Legación de los EE.UU. en Managua. Todos en la Directiva seguía– mos la mística de Madí: "La patria es ara, no pedestal".
En cambio en Nicaragua encontraban muy na– tural que el F.C. volviera a ser manejado por el Go– bierno, lo que pronto lo habría converlido, como ha sucedido después, en campo propicio para negocios y ventajas de dictadores y paniaguados, con el con– siguiente deterioro de los servicios y del material. Y un día recibí cable insinuándome la disolución de la Compañía y la entrega al Gobierno en Mana– gua de la Empresa. Rogué al Presidente aplazar esa determinación y permifirme llegar a Managua para explicar los motivos de lo hecho. El Presi– dente Marlínez, hombre de juicio y experiencia, accedió inmediatamente.
El mismo día que llegué a Managua conferen– cié con el Presidente Marlínez y le expliqué que la Empresa del F.C. del P. tenía un valor físico reco-
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