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como tres pies, con el peso, 'en aguas calmas, demos– trando que en aguas agitadas serfa inútil.

Tres días estuvimos en los arrecifes, nuestro ali– mento consistía en carne de cerdo salado y galletas¡ la cocina había desaparecido con. los mástiles. No había sin embargo, ninguna queja del menú; uh nota– ble ejemplo de la teoría de los evolucionistas de adap– tabilidad al medio ambiente.

SALVACION

Durante todo este tiempo, uno que otro barco pasaba en el horizonte lejano, pero ninguno esperá– bamos que lograra divisar nuestro encallamiento en los arrecifes. En el cuarto día, lo que al principio se creyó que eran las alas de una gaviota, se convirtió muy pronto en un barquito de pesca. Primero parecía dirigirse hacia la mancha parda allá en el horizonte¡ pero de pronto tuvimos la alegría de verlo cambiar de curso y dirigirse directamente hacia nosotros.

En el término de una hora estaba a nuestro lado habiendo navegado los varios canales entre los arreci– fes, con mucha habilidad lo que' indicaba que quién la traía¡ tení'a conocimiento de navegación sólo odquiridos por larga práctica. Sus ocupantes habitaban la pe– queña isla de Coral, diez o doce millas distante y ve– nían de regreso del mercado de Belice donde 'habían llevado una carga de pescado, tortugas y cocos. Sin perder tiempo embarcaron en su barquito to– dos los hombres que podían alcanzar prometiendo regresar tantas veces como fuera necesario porque nuestro barco al ser abandonado por nosotros se cons– tituía legalmente en propiedad de ellos.

Al anochecer estábamos todos en la isla que al verla de cerca encontramos que consistía como de 30 acres de superficie, levantados apenas Linos pocas pul– gadas sobre el nivel del mar y enteramente cubierta de arena tan blanca como la nieve de la eLlal abonada por abundante detritus de peces, brotaba un nutrido bosque de cocoteros cargados de frutos¡ el suelo ca– rente de pequeña vegetaCión .entre los robustos troncos y sus altas copas, formaban un canapé con sus anchas palmas protegiendo así la isla de los rayos del sol, y daba todas las facilidades para caminar que se pudie– ran tener en los parques más elaborados.

UNA ISLA ENCANTADA

Este precioso lugar estaba protegido de las altas marejadas por un círculo de arrecifes que nulificaban la fuerza del mar y pqr la noche¡ cunado los rayos de la luna se colaban por las frondosas palmas y las mur- -murantes olas del mar, se volcaban en suave cadencia sobre la playa cubierta de pintoresca$ conchas, uno puede fácilmente imaginarse transportado a una de esas mansiones de los justos que quizás se quedan olvi– dadas con los cuentos de hadas de la niñez¡ perdido quizás en materialización, pero no en idea.

Aún ahora yo algunas veces abrigo el ardiente deseo de retornar a esas islas encantadas. L.os vibran-o tes rayos de la luna sin duda alguna' vuelcan aún raudales de suave luz sobre 'el follaje tropical y la es·· pejeante arena; el mar aún murmura su triste canto

tan lIeho de dulce música para qUien la sabe apreciar y·tan discordante para el simple mundano. Hay otras fiestas que no son brindis ni liba~iones y otros placeres que los que buscon los apegados a las modas y las fortunas. Una pacífica comunión con la naturaleza y con los :más elevados pensamientos del hombre sobre el significado de la vida, puede proporcionar más gran– de y más imp~r~cedera alegría.

Una dieta de pescado con verduras ero deliciosa como producto de esta isla. Sopa de conchas y de tortuga, pescados en infinitas variedades, cocos, ya– mes, plátanos y fruta de pan, todo en gran abundan– cia¡ nos daba un cambio agradable a la de galletas y

puerco crudo de los días anteriores y como nuestras provsiones fueron salvadas no teníamos motivo de que– jarnos de nuestra alimentación.

Ocho días, incluyendo la Noche Buena, pasamos en este encantador paraíso y luego primero el humo y después el casco de un barco grande apareció en el horizonte.

Nuestros amigos nativos salieron, en su bote, a guiarlo por entre 16s arrecifes y después de poco tiempo ancló en las cercantas.

RESCATADOS

El primer bote que bajó fue el de nuestro barco. El Capitán había llegado a un campamento de cortar mdderas y encontró en el puerto al barco de guerra de Su Majestad Británica '"Basilisk" y tan pronto mencio– nó a su Capitán, la desamparada y peligrosa situación en que· nos encontrábamos ordenó subir '10 presión del vapor y sin -titubear un instante el inmenso barco, par-

I tió a socorrernos.

Un cotto interrogatorio del Capitán del "Basilisk"

ci nuestro Capitán" fu~ sufiCiente para ponerlo al tanto del objeto de: 11uestra empresa a la que estaba en ro– tpndo.: oposición. la nación Inglesa. Pero prefiriendo trotarnos como gente damnificada, en desgracia, úni– camente, y con el humanitarismo de esa nación en géneral y de los marinos Ingleses en particular, se dis– Dusieron a socorrernos al instante.

, Todos nosotros subimos a bordo del bello y mag– nífico barco y su Capitán deseando hacer su favor completo, declaró que nos llevaría a nuestra tierra si así lo deseábamos. Cinco días cruzó e'l majestuoso barco las azules aguas del océano impulsado por velas

y motor para bajarnos en Mobile junto con todo lo que pudimos salvar de nuestra catástrofe. Cuando entrá– bamos en el puerto pasamos junto al anclado barco aduanero del Capitán Morris cuya persecución había– mos evadido en nuestra salida, todos los Emigrantes lo -saludaron dejando escapar espontáneamente un grUa de alegría.

El Capitán Maury, al relatar el episodio de nues– tra evasión del barco aduanero, al Capitán Inglés opinó que nuestro desastre se debía al hecho de haber zarpado en un barco que llevaba el nombre de una mujer (emblema de la inconstancia y de la ines– tabilidad).

Los ciudadanos de MobiJe eran grandes admira– dores del General Walker quién respetaba en su polí

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tica Centro Americana las ideas y' los intereses de los

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