Page 12 - RC_1964_02_N41

This is a SEO version of RC_1964_02_N41. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

lir del País. Mi nombre ya. tenía alguna re.. sonancia popular :por cuanto los intez:tos y movimientos qu~ eJecutaba tenian la nura ~e

acabar con la DIctadura. Los pobres m.edIOS bélicos con. que se contaba para la lucha no noS pennitían ningún golpe ~ecisivo contra el régimen. Debe pues reflexIonarse mucho en estos dos extreIllos: ,El call1ino difícil que yo elegí para com.batir con arm.as a Zelaya con resuHados, hasta ese m.ornento, negati– vos y el sendero escabroso que escogió Adol– fo de 'la combinación y el juego político, en que siendo él general y soldado, solitario en el cam.po de lucha llegó hasta la propia for– taleza del General Estrada y obtuvo el éxito positivo de )ologar la daga en el propio cuer– po de la tiranía para hacerlo sangrar hasta su muerte.

Ya para esa fecha Adolfo era alto em– pleado de las Illinas de oro Los Angeles y La Luz, que eran las más grandes del País y por esa posición mantenía' sus contactos con los representantes NorteaIllericanos de esos cuantiosos intereses. Tenía pues conseguido Adolfo, por un lado, la solución Illili±ar con el pronunciarnien±ó del General Estrada y por otro, las conexiones necesarias con la política del Departamento de Estado en Nicaragua. Además la reputación de que ya gozaba de hombre hábil 'y de visión, lo colocaron corno el alma de la Revolución de la Cosía Atlán– tica. Todos reconocimos su decislva inter– vención. Pero hay algo Illás, consiguió tam– bién a los liberales prominentes de la Costa Atlántica y los hi?:o sus aliados, restándole así un valioso contingente a Zelaya. Era sorprendente ver a un político conservador corno Adolfo Díaz Illanejando diestramente a los elementos liberales que poco antes te– nían a Zelaya corno el árbitro supremo de sus vidas y haciendas. Seguramente el con– tacto con liberales y conservadores, el sabor del éxito de gestiones privadas suyas y el resultado positivo de un cerebro bien puesto, lo llevaron a un pacifism.o perm.anen±e, ene–

migo de toda violencia, no obstante de que se sabía poseedor de un valor legítimo. Cuando yo llegué a la Costa rn.e dí cuenta de que el hOIllbre del rnom.en±o era Adolfo Díaz. Jugaba con tacto y :talento con estos factores : Juan Estrada era la fuerza militar

y ejecutiva del Gobierno, los liberales impor– fantes desgajados de la :mata Zelayista que era precisaIllente los :mejores aliados por cuanto trataban de justificar su reciente pa– sado y la simpatía, tan valiosa COIllO siem– pre, de los elementos NorteaIllericanos. Que

s~ supiera, nada pedía para él y que se adi–

v~nara nada apuntaba hacia su persona, pero SIn lugar a dudas era el auténtico valor en todo el plan. Nunca olvidó Adolfo ese tem– peramento apaciguador y fue sieIllpre el per– m.anente m.ediador en las luchas sangrientas en que desde entonces veníam.os eIllpeñados los Nicaragüenses. Puede ser que con el se– reno análisis que Adolfo hací9- de todos los

elem.en±os presentes de un problerna y el exa– men exacto y realístico de sus factores llega– ra al convencimiento de que la política Nor– tearnericana en relación con Nicaragua, da– ría mejores frutos a la larga que la orgullosa nacionalidad salpicada de sangre que hernos padecido corno crónica agonía en el País. No m.8 atrevo a afirm.ar de ninguna m.anera que Adolfo ad:mirara o quisiera la interven– ción corno un anhelo :muy personal suyo, pe– ro sí tengo que adIllitir que la fuerza de la posición que tuvo en el panorama político nicaragüense a m.i m.odo de ver, descansaba Illás en

.1 a arnistad del poder extraño que en los propios recursos con que se contaba aquí. Creo que Adolfo descartaba las cuestiones m.uy particulares de pa±riotism.o :mal enten– dido y enfocaba todo con la crudeza de un científico. Una figura que tengo en la mente puede explicar mejor :mi punto de vista: Un cuerpo enferm.o, debilitado por abiertas he– ridas que sangran con±ínuam.ente. Un rné– dico criollo quiere intervenir sin contar con los medios necesarios; en cambio un Doctor extranjero contando con todos los recursos puede hacer la curación. La conclusión cien– tífica nos lleva a pensar en la conveniencia de la salud del enfer:mo, aún cuando quizá los honorarios profesionales resulten imposibles para la bolsa del paciente. Puede ser que Adolfo creyera de buena fé que era m.ejor curar al enferm.o a todo trance. Se puede creer pues que Adolfo tenía m.en±alidad más científica que criolla. En política no creo es– iar IllUY errado en el ejemplo, y sin tratar de establecer paralelo alguno, solarn.en±e con el propósito de aclarar Illi punto de vista, por 10

dem.ás muy personal: hoy día se festeja y aplaude con razón al Sr. Muñoz Marín por el efectivo e innegable progreso de Puerto Rico, sin que nadie se atreva a decirle que no es, com.o yo lo creo, un legíti:mo ciudada– no de Puerto Rico. Con esto no quiero decir que yo pienso COIllO Adolfo o corno el Sr. Mu– ñoz Marín, sino que para m.í es digna de es– tudio y de respeto la posición de ambos en sus respectivas políticas nacionales.

Tam.bién es un hecho cierto que Adolfo siempre creyó en la leal arnistad de los Esta– dos Unidos corno gobierno. Muchas veces se confundió aquí en Nicaragua el :manejo de algunos personeros y hornbres de negocios NorteaIllericanos con la verdadera política del gobierno de los Estados Unidos y es evi– dente que eso no es así; por eso se culpaba a Adolfo y a otros políticos incluyéndom.e a mí de que no reaccionárarnos contra actitu– des de algunos elem.eníos Nor±eam.ericanos que en ningún Illomento representaron la auténtica política de su gobierno. Adolfo sabía muy bien establecer esas diferencias y

actuaba de acuerdo con 10 que juzgaba que era conveniertte para Nicaragua y para su Gobierno. Lo que sí es una realidad es que la política Nor±earn.ericana se escribe y se dicta en Inglés y lógicamente su traducción

-7--~

Page 12 - RC_1964_02_N41

This is a SEO version of RC_1964_02_N41. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »