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ADIOS A MI TIO DOMINGO DIAZ

Ay! de lllí corno siento En agudo torm.ento, En horrorosa pena,

Ahogarse el corazón; y de alllargura,

y de aflicción, y de tristeza llena, Mísera el alma su dolor apura!

y desolada y triste,

En histérico afán acongojada, Del amigo infeliz que ya no existe, Ni la huella vé ya, ni encuentra nada! No maldigo la muerte ... No! ... me quejo a mi suerte: Era el úlfiIno resto

De la casa paterna, y yo le amaba! Ya nadie ahora ocupará su puesto; Con él, el nombre de familia acaba. Sí, que él era el postrero,

De mi esperanza el último celaje; Tierno, afectuoso, amigo y compañero, Ay! de la vida en el incierto viaje! Mis lágrimas tardías, En iu sepulcro frías Caerán, querido iío;

Que la distancia me ocu1±ó tu lecho Para hacer más aInargo· el llanto mío,

Y dejar lllás dolor el triste pecho! Cerrara yo tus ojos!!!

Re90giera feliz tu último aliento!. . . Honrara tus despojos!

y fuera Inenos irisie roi lamenio! Pero, ni ese corisuelo!!! Decreióse en el cielo Tu muerte repentina: Era la hora fatal, y obedeciste

Cual cede al huracán robusta encina: Quién de la muerte el aquilon resisie'? Todo, iodo perece:

De la vida el rnagnífico rnisierio Así en el borde de la turrtba crece,

y luego baja al vas:to cernenierio. Adiós: la tumba heJ.09.8, Para nú destinada, A tu lado está abierla:

E3 de la vida a la eiernal n'1orada, La pobre, oscura, rrtis±eriosa puerta, Depó:.ü±o del polvo y de la nada; Detrás de sus uInbrales

Voy a encontrarte en hora de bonanza, Exento ya de miserables males, Lleno de gloria, paz y veniuranza.

CARMEN DIAZ

Ocotal, 4 Octubre de 1861