Page 72 - RC_1964_02_N41

This is a SEO version of RC_1964_02_N41. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

tros. De otro modo la eficien<;ia que por los servici9s de nosotros se esperaba¡o podía ser desmentida por la

sujeción a órdenes de otras ofjciales cuyos grados fue-ron más pitos que los nuestros. o

Urgí por lo tanto¡ a don Agustíin quien hablaba el español muy bien¡ a que efectuara arreglos ventajosos. Su respuesta fue

11

que él había venido él servir por el honor de una buena causa¡¡ y que él estaba dispues– to a aceptar las mismas condiciones concedidas a los nativos.

Como yo estaba cansado de trabajar bajo las ór– denes de un jefe tan poco práctico decliné acceder a su modo de pensar y varios de los hombres másfrancos le dijeron claramente que era él un tonto, que no es– taba capacitado para la posición que tenía. Yo creo que él reconoció su incapacidad y me rogó que hiciera lo que yo creyera más conveniente dejándolo a él fuera de la organización.

AUDIENCIA CON JEREZ

Inmediatamente le pedí audiencia al General Je– rez. Me recibió lo más bondadosamente. Estaba confinado a su cama a causa de una grave herida, re– cibido en la ocupación de Ja/teva. Su cuartel general estaba en la Iglesia de Jalteva y su despacho en la sa– cristía del edificio. Se sentí'a un barbárico esplendor en este sitio improvisado para el soldado. La sacris– tía¡ estando protegida de las balas de cañón del ene– migo por el cuerpo de la iglesia, cuyo frontispicio era hacia la pl(]za¡ estaba atestada de cuadros e imágenes valiosas y vasos sagrados y lo que. fe daba un aire im– ponente de riqueza y esplendor, había allí grupos de oficiales ricamente uniformados. En un sofá estaba recostado el General en Jefe. Los que vieron al Ge– neral Jerez en sus mejores años¡ recordarán su esplen– dor intelectual, si así lo pudiera expresar, que refulgía de su pólido semblante destcado por su pelo crespo, negro azabache. Me estrechó la mano mLJY cordial– mente y con mucha cortesí1a me rindió las gracias por el interés manifestado por mí y mis amigos en la causa del pueblo. Cuando le enseñé la agenda que yo había preparado con los términos que yo consid'eraba de mu– tuo provecho por nuestros servicios, él rápidamente comprendió los detalles y con su fápiz aumentó la re– muneración pecuniaria que yo había pedido.

Inmediatamente firmó el documento y otra vez expresando satisfacción, me rogó que me comunicara directamente con él en todo lo concerniente a nosotros. Me despedí muy impresionado del refinamiento y cor– tes.ía de esta gente, de quienes los americanos a me– nudo se imaginan que son todos deficientes tanto en gracia social, como en la marcha práctica de la civili– zación.

El contrato nos eximía de la obligación de hacer guardia fuera de nuestras propias barracas, de todo trabajo de policía °

aseo, y no estábamos obligados a recibir 'órdenes más que del General en Jefe, por lo tanto nadie podío interferir con nosotros en buscor el lugar más apropiado para causar el mayor estrago, como riflero, en las líneas enemigas.

El pago de mis hombres era cinco veces más que el de un soldado nativo, el mío era ef que recibe un Capitán efectivo, y como en realidad, mi nombre esta-

ba seguic;jo del título descriptivo de l/Capitán Califor–

nia ll

¡

así' me llamaron todo el tiempo que mis servicios duraron en NicaraguQ¡ todqs los nativos Cltnigos o ene– migos.

Cabo informar aquí que don Agustín recibió has– ta el último centavo de lo que había gastado en equiparnos y fue nombrado colaborador del Estado Mayor y en esta posición, sirvió hasta que se desilucio– nó del ideal de la Iiber.tad, renunció y saliq del país.

~

SíTUACION DE LOS PARTIDOS

La situación actual y relativa de los partidos contendientes al tiempo de mi llegada a Jalteva, no era difícil de apreciar. Extenuación a causa de los en– cuentros frecuentes hacían el descanso y recuperación imperativo. Ninguno de los partidos estaba en condi– ciones para continuar operaciones agresivas. La aten– ción de ambos, por lo tanto¡ estaba en reforzar sus posiciones, cuidar de los heridos, de los cuales estaban llenos los hospitales y reponer sus diezmadas filas. Barricadas fueron erigidas¡ las paredes fueron el 0–

raboyadas y como las calles que corrían paralelas a los beligerantes eran barridas con las baterías enemigas, fue necesario apelar q modos de menos riesgos para las comunicaciones entre las diferentes partes de los acantonamientos: Esto se efectuó horadando las grue– sas paredes de adobe de las casas a un fado de cada una de las principales calles, haciendo los. boquetes lo suficientemente grandes para que los soldados pudie– ran marchar a través. Así en línea recta de una cua– dra hacia· fa otra tení'Clmos pasaje bien encubierto y protegido por los tejados y las paredes, por lo menos de las balas pequeñas, pues a menudo una bala de cañón de 24 libras perforaba tejados y paredes espar– ciendo trozos de madera y de adobes en todas direcciones y por supuesto repartiendo mutilaciones y muerte.

JUEGOS DE RIFLEROS

El enemigo había adoptado el mismo sistema para protegerse, pero en cruzando las calles transversal– mente a nuestro posición la trinchera baja y a menudo destruída por fas balas de nuestros cañones no les da– ba la suficiente protección de las balas nuestras. Antes del arribo de Darse y sus compañeros a la plaza y el nuestro a Jalteva, la pésima puntería de los nati– vos, no había sido una seria amenaza a los que cándi– damente se ponían como blancos; pero nuestros rifleros efectuaron un cambio radical; la caída y contorsiones que era seguro después del disparo de nuestro rifle era evidencio de Jo certeza de nuestra puntería y aunque el juego era muerte de uno a otro cantón, para DOSO–

tras era una diversión.

Este era un juego al que tanto el Mayor Darse y sus hombres podían jugar tan bien como' nosotros y nuestras bajas quizá eran igual a las del enemigo. Estaban tan cerca las trincheras de un partido a las del otro que aun la operación de sacar lun rifle por la claraboya de una pared tenía que hacerse con mu– cha rapidez o inevitablemente sería visto y tirado por algún riflero del enemigo y este riflero tenía que ser muy listo para tirar hacia la claraboya para poder hacer

-9-

Page 72 - RC_1964_02_N41

This is a SEO version of RC_1964_02_N41. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »