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ha soportado el golpe de una batería de 30 piezas de artillería, durante el espantoso sitio de 1823, cuando mil c:asas fueron incendiadas en una sola noche, se

pu~ci.en_ver 13 volcanes, un panordma, por muchos as– pectos, inigualado por, su variedad y grandeza, en todo el mundo.

Esta Catedral, construída con el gasto de 5 millo– nes de dólares, cuando el trabajo de un hombre era valorado en un '''chelín'' por día, fue completada en 37 años, y ha mantenido por más de 150 años su solidez

y su belleza; sólo un rayo logró rajar un poco lino de sus torres sin dañar el cuerpo de la Iglesia.

REMINISCENCIAS

Estas reminiscencias de la vida reposada que llevé en León, contrastando tan vividámerite con los inci– dentes macabros de Granada se me funden en una sola visión al traer a la memoria lbs años pasados. Recordando ahora esos dÍ'dS aciagos me parece oir el tañir de las campanas de ias iglesias de Grana– da, el ~stampido del cañón, el chóque de los "platillos", la falifarrónerí'a del clarín y la aun semi-bárbara mú– sica morisca. Veo aparecer la larga procesión de sa– cerdotes revestidos y mitrados pasando en medio de dos. vallas de soldados cuyas divisas son veladas en

honor~ a la iglesia que los oprime en la tierra, quizás, pero· que tienen la clave para los verdaderos creyentes de ganarse el cielo. Gracias hay que darle al Todo– poderoso, por las victorias de la causa del pueblo, por– que la iglesia es sabia y poderosa y da su apoyo a quien le sea fiel.

AIIf veo al galantísimo Jerez, a Valle, él caballe– roso, al noble Pineda. Dónde están ellos ahora? y dónde está aquel impetuoso corazón que obedecía pal– pitante al impulso de cualquier audaz provocación? En el Lago, ahora como antaño, aun se levanta la purpúrea y cálida bruma. Los pajarillos cat1tan en las florestas tropicales y las flores lucen bellas pór lo

v~r'e-da. La natL!róleza sonríe tan serena como siem– pre, pero él hombre tiene contados sus días y des .. pues ... no se le ve jamás. Y así es lo mismo con el trabajo del hombre.

Iguanas se asolean ahora bajo los calcinantes ra–

yos del sol, sobre las ruinas de la incendiada Granadd.

Lle,gp un día en que la hermosa y pi.ntoresca ciudad, cuya qntigua arquitectura moriscq, qu~' por tonto tiem– po había reflejado los rayos del sol tropicol y la suave

y pálida luz de la luna, y cuya petrificada argamasa que había desafiado por varios siglos el despacioso asalto del tiempo, cayó inerme ante los golpes de los zapadores y las explosiones de las minas. .. "Aquí

fue Granada" escribió ,el General Henningsen sobre las ruinas que él mismo hdbítI hecho, cuando su banda de galantes héroes no pudieron mantenerSe más en el lu– gar a causa de la inmensa superioridad del enemigo. Rompiendo el cordón quemado de que estaban rodea– dos, se retiroron dejando una desolada victoria. Pero estos son relatos de heroísmos obscuros. El rnundo está lleno de ellos y fue un sabio quien dijo:

"Nada tiene tanto éxito, como el éxito mismou~

PASEO A "EL TAMA~INDOll

Las inmensas propiedades de mi amigo General

don Mateo Pineda incluía la parte· de la costa del mar, conocida con el nombre de /lEI Tamarindo", muy famosa por sus facilidades para baños de mar situada como a 20 millas de León. Me cupo el honor de ser incluído en la comitiva compuesta de sus familiares y amigos invitados a un paseo campestre a este delicioso lugar. Como el viaje se iba a llevar a cabo, a caballo, todas las provisiones, equipo de veranear y los sirvien– tes fueron enviados el día anterior, en carretas. Todos nosotros estábamos ansiosos en averiguar cuál de las muchachas nos sería asignada para nuestra especial protección en el camino. Muchas de las jóvenes ca– balgaron "a la polca" con un amigo. El amigo era escogido por los padres o parientes de la muchacha. Yo, por lo tanto; me puse muy ufano cuando el Gene– ral me rogó que llevara a su sobrina, una chica vivara– cha de unos 16 años que llevaba una lujosa y encintada guitarra sobre sus espaldas; ,

Mientras la vistosa y alegre cabalgata pasaba por las calles, era satisfactorio notar los saludos cor– diales y afectuosos del populacho, los caballeros del grupo siendo, ccisi sin excepción, jefes militares del ejército. Pasamos por los suburbios de Subtiava don– de aun están erectos los ídolos de esa antigua y semi– bárbara civilización que data de muchos años antes de la fundación de León en 1610. Nos vimos pronto en el campo abierto que se extiende hasta la costa cuyas dunas de arena se veían en la distancia. Como habíamos principiado nuestro viaje algo tarde la luna iluminaba nuestro camino cuando cru– zába;"os los grandes arenales que bordeaban al mar, cuyo murmullo habÍ'a sido audible mucho antes de que pudiéramos ver la reventazón de las olas. Después la clara luz de la hoguera en el lugar donde habíamos de acampar y el olor de las sabrosas viandas nos incitaba, y como huestra cabalgata de 20 millas nos hóbíd dado un apetito más que copaz de hacer justicia a todos los buelios platos que has esperaban, nos sentamos en las blancas arenas alrededor de un cuero de res, seco, donde estaba esparcido todo el banquete.

Muy pocas cerémonios son necesarias, en estas ocasiones y yo oventul'aría a decir que una fiesta más amena que éstd es rara vez llevada a cabo.

Altos pinos se mecí'an cerca de nosotros, las 110–

ramadas de la hoguera y las espejeantes olas ilumina– ban la escena; el aire embalsamado del mar tropical nos refrescaba al pasar. Después de cenar, y de un paseo por la ancha costa inundada de luna, nuestras chamarras fueron tendidas a la sombra de los fragan– tes pinos boja el ancho y estrellado cielo y dormimos al arrullo del rítmico reventar de las olas.

El día siguiente fue dedicado a construir viviendas más permanentes pues se intentaba estar allí unas dos semanas. Se ataron varas de un árbol a otro y con hojas de pino se hizo una división que protegía del sereno y la bruma del mar, y como estábamos en la estación seca no era necesario de más protección.. El baño era delicioso, e', aguo refrescabd sin pro-vocar frío. .

Yo creo que la vida en estas costas del Océano Pacífico, aun bordeadas por selvas vírgenes aunque carente de los mil y, uno qrtefactos considerados por todos -esencialísimos paro la vida, fuera más agradable

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