This is a SEO version of RC_1964_03_N42. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »que se les entreguen para el servicio: aler– tarse cada hora, a las nueve de la noche hasta las cuairo de la Inañana y cOInuni– carse por m.edio de un silbaio que cada uno portará; cuidar de la conserva~ión de los faroles, aprehendiendo al que lnien±e rorn.perlos o apagarlos. (Ari. 499 N9. 3 9, 4 9 Y 11 9 ). - Portaban dentro de sus fun– ciones, un fusil cario y pisiola o revólver, corn.o lo mandaba el Ari. 504.
Así el nuevo Reglam.enio de Policía, quizo el Gobierno que el Director de Poli– cía de León, fuese Abogado para la buena y acertada aplicación de este Código, y para ese cargo se designó al Lic. Cajina.
Era un hom.bre de recio y firme ca– rácter, de muy baja estatura corporal pe– ro de rn.uy alta en valor personal, y ade– más gozaba de muy buena reputación en el ejercicio de la abogacía. El Lic. Cajina manifestó con toda claridad que acepta– ba, pero, con la precisa condición de que– dar líbre en sus procedimientos de aplicar la ley, sobre todo para los enem.igos de la luz; y que no aceptaba recom.endacio– nes oficiales, en favor de los cQnculcado– res del órden y la m.oral pública.
En1.pezó 'sús funciones ordenando al cuerpo de Serenos que al individuo que hallaren quebrando faroles o apagando las luces, los requiriesen se entregasen inm.ediato a ellos, pero que si no CUIn– plían oponiéndose con fuerza o a Inano arrn.ada o se corrieseh, les hicieran dispa– ros a las canillas o huesos largos de las piernas, para rendirlos de esa n1.anera. Naturahnente, sabían bien los Serenos que si no curn.plían esa órden, se les apli– caría fuerles castigos :militares.
La prilner noche, el gobierno policía– co del Lic. Cajina, tuvo el saldo de un muerto y varios heridos; y así la segunda, la tercera, etc., hasta que se llegó el día en el que, los Serenos cuadrándose ante su jefe, le dijeron con satisfacción de po– licías encargados del órden: "Sin nove– dad ninguna, señor"
o De esta m.anera entró en León la luz COInO alurn.brado público; esto és, con la fuerza irn.posiiiva de la bala, dirigida con el sólo objeto de hacer el bien a la po– blación.
De este mísmo Lic. Cajina se díce, que, cuando recibió la Dirección de Poli– cía, encontró que se paseaba cons±ante– :mente por las calles, un grupo de hombres de la buena sociedad de León, profesiona– les algunos y de gran capilal iodos, que en estado de ebriedad escandalizaban y ultrajaban a los vecinos con inmoralida– des y malacrianzas. Consiantemente se les llevaba a la cárcel, pero al instante salían pagando la rn.ulta en cualquier cantidad que se les aplicara. Le toca al
Lic. Cajina conocer de. los actos dé éstos hombres cuyo grupo llamaban "la palo– mía", y al pritnero les :inlpone la rnu1fa de ley, al segundo se las duplica, al terce– ro la iriplica; pero al cuarío les impone pena de trabajo forzado sin conmutación ninguna, y sin atender recomendaciones, quejas, amenazas ni súplicas, hizo con ellos el empedrado del pretil de "Cuba", una cuadra al Sur, de la esquina Sur··este de Catedral. - Hubo enmienda compleia de estos señores.
El cuerpo de faroleros.
Vino después la reforma de esfe Re– glamento de Policía, creando la "Policía Urbana" en decreto de 28 de Febrero de
1893, desapareciendo con ella el Cuerpo de Serenos.
Para reponer a esta policía nocturna, se creó el cuerpo de "faroleros", con su
j efe especial costeados enteramente por la Inunicipalidad.
Su función se reducía única y exclusi– vamenie al encendido y apagado de la luz, limpieza de faroles y quinqués y su cuido y mantenirn.ien±o. Tenían su casa especial en la que se guardaba iodo lo ne– cesario para el servicio del alurn.brado, por lo que se le llamaba · 'La Candilería"
r
que ocupaba el lugar en que actualm.ente se encuentra el Com.ando de la Guardia Nacioniil, media cuadra al Norte de la Iglesia de San Sebasíián. .
El "farolero" del año de 1896 a 1912,
era un verdadero héroe de sacrificio del deber y la hum.ildad. Al éi,1.trar la. noche, cual figuras de la sombra, recorrían sin descanso las calles de la ciudad, con piés descalzos y la escalera al hombro, encen.;. diendo las luces que apagaban siempre al rayar el alba; pasaban la vída estos mise– rables seres con sincera mansedum.bre, sin iras, sin envidias ni rencores, sin can– sarse nunca de ser humildes horn.bres.
Tercera etapa: la de la gasolina.
. En el año de 1911, siendo Presidente de la República don Adolfo· Díaz por de– pósito que en él hizo, el Gral. don Juan J. Estrada; por las anormales circunstan– cias porque atravesaba el país, fué llaIna– do a ocupar la Alcaldía m.unicipal de esia ciudad de León, el Dr. don Salvador Gue– rrero Monialván, jurisconsulto eminente, de altos cargos políticos y de honorabili– dad suprema; el que, interesado en el me– joram.ien±o especial de la ciudad realizó un fuerte pedido de lámparas alemanas "STANDARD", que colocó una en cada es'!" quina de las calles y dos en medio de ca-
-268-
This is a SEO version of RC_1964_03_N42. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »