This is a SEO version of RC_1964_03_N42. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »FUNCION DEL DESAGUADERO EN LA HISTORIA COLONIAL
DE CENTRO AMERICA
.lOSE CORONEL URTECIIO
Enredados en una maraña de cuestiones insignifi– cantes, los historiadores oficiales pierden de vista lo esencial. Lo esencial para Centro América -la clave de su historia- es su destino geográfico. Historia y
geografíla, que siempre f~eron juntas, en Centro Amé– rica se 'identifican. Forman un solo ser como el alma
y el cuerpo. Siguiendo el juego de palabras, se podría afirmar que nuestra historia es el alma de nuestra geografía y nuestra geografía el cuerpo de nuestra his– toria.
Un gran ideal geográfico orientó y dirigió la con– quista y la población de la delgada faja territorial que une a las dos Américas. La ambición del oro, a la que todo se atribuye, juega solo un papel accidental. Prácticamente, no explica nada. Al contrario, ese error nos despista en el momento mismo de emprender el camino. Si se adopta la explicación oficial de que los conquistadores vinieron a buscar oro, no entende– remos una palabra de la historia de Centro América, y lo que es peor, no aleonaremos a comprender qué esta– mos haciendo aquí, donde no hay o~o, los descendien– tes de los españoles que ya hace cu'atro siglos vinieron a buscarlo. El oro centroamericano fue un mito crea– do para mover las ilusiones inmediatas de los soldados, mito al servicio del impulso descubridot que buscaba las rutas, madres de una nueva geografía. Así nues– tras actuóles repúblicas centroam'ericanas, dueñas de la soberanía territorial del istmo, existen como resulta– do de la búsqueda de un paso marítimo a las Indias Orientales, de un camino interoceánico directo de Euro– pa al Asia, del Atlántieo al Pacífico. Esta comunica- .ción afanosamente buscada, se creyó que existía o podía existir entre los caprichos de nuestras costas. Por eso la llamaban el Estrecho Dudoso. Y este mis– terio del Estrecho es la razón de nuestra existencia nacional y de nuestras venturas y desventuras interna– cionales. Despejada (a incógnita del Estrecho -visto que no existía, nuestras provincias ístmicas retuvieron su importancia geográfica universal, gracias al pensa– miento de construir el estrecho artificial, es decir, el Canal Interoceánico. Así hemos sido y somos, para la geografía de la esfera terrestre, lugar de tránsito y nudo de caminos, puerto común de los mares mayores. En busca del estrecho que permitiera a sus navíos pasar a los dominios del Gran Khan descubrió Cristóbal Colón, en su cuarto viaje, los litorales centroamericanos del Atlántico. Resumíanse en esa búsqueda que em– prendía Colón todos los sueños de expansión religiosa, militar y comercial de la Edad Media y toda la fasci– nación que ejerCÍ'a sobre Europa el Asia santa, /lena de misterios y de tesoros, cuyos reinos de fábula
eran la meta de esta última cruzada, la cruz;ada del mar océano que estaban realizando desde la penín– sula ibérica los portugueses y los españoles. Los países asiáticos, en la imaginación europea, eran países en– cantados de las Mil y Una Noches. Compare:Jdos con estos sueños maravillosos, aun los más ricos territorios de América significaban un desengaño suficiente para infundir el desaliento. Fue necesario el sobrio genio de Castilla y la terca tenacidad del carácter español pa– ra poner las bases de una nueva Europa en tierras ame– ricanas sin declinar durante mucho tiempo y entre muchas vicisitudes los ideales primeros. Y así, bus– cando el Asia se iba denneando la América Española y
al paso del anhelo geográfico y al soplo de 10$ ideales medioevales iban surgiendo pueblos y ciudades en una nueva geografía de realidades modernas.
En 1513, después de los fracasos de Ojeda y de Nicuesa, tras una década desastrosa en la parte del continente llamada Tierra Firme, Vasco Núñez de Balboa, cruzaba el istmo del Darién y desc;ubríb el
O~éano Pacífico. El aparecimiento de este mar, lleno de invitaciones y de promesas, vino a avivar la búsque– da del Estrecho Dudoso. Era probable que se ericon· trara sobre esta faja de tierra entre dos grandes mares vecinos el ~nhelado bósforo que daría el dominio del mundo a las navés de España.· . Pero i cuántas proezas se requería para hallar los secretos del suelo hostil de Centró América! Esto me– rece consideración, ha por la glorio. novelesca, ni por el prestigio romántico, ·sino por cuai"lto ilustra cómo el ideal geográfico que en el caso presente guiaba al ·ideal religioso y político de la conquista :era capaz de éncen– der en el corazón español una p~sión bastante para vencer los mayores obstáculos. Lo hazaña de Balboa es una de las páginas más fuertes de la epoyeya geo– gráfica del mundo.' Explorar el istmo del Darién, -corto, pero mortífero- se consideraba una empresa gigante todavía en el siglo pasado. l/Nada ilustra mejor -escribe Bancroft- las dificultades superadas por los españoles que el relato del fracaso de un oficiar inglés del Siglo XIX, que operaba en condiciones mucho más favorables que las con tanto éxito vencidas por una compañía de mal acondicionados y mal alimenta– dos aventureros más de trescientos años antes ... : El tránsito del istmo por un pequeño grupo de europeos en una ruta desconocida e inexplorada se considera aún ahora 'una hazaña de desesperadosl/. Esta haza– ña de desesperados, la realizaron nuestros antepasados con la sola esperanza y con el único fin de hallar un nuevo mar para las flotas españolas.
Aparecidas de esa manera ras rutas del Pacífico,
This is a SEO version of RC_1964_03_N42. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »