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« Previous Page Table of Contents Next Page »va, no deja ninguna duda. Es el testimo– nio de una mujer que a pesar de la. carga de 89 años, frabaja junfo con su hermana mayor en los oficios dOInésticos del respe– table hogar de la señorita Mercedi±as Ti–
j erina Delgadillo.
Con voz clara y dicción perfecta, rne dice la señora ZAPATA:
"Sí señor; tenía yo sieie años cumpli– dos, es decir, toda una mujercita de traba– jo, cuando ví junto con m.i :madre Patricia Zapata, que debe esíar en el cielo, el mo– mento en que sacaron a los saníos PP. J e– suifas de esta ciudad de León.
"Sí, era un verdadero vía-crucis con varios nazarenos, conducidos por una gran escalfa, co:mo turba de impíos y excon1.ul– gados judíos.
"Serían ll1.ás o menos las doce del día
bajo un sol abrasador, cuando llegaron los Padres a Subiíava. Desde las ocho de la mañana que estaba yo en mi casa em– pezando a lTl.oler tortillas, oíamos el toque de los tambores y el eco sonoro de los ca– chos, con los que acostumbraban los in–
dios llalTl.ar a somatén, en los mOlTl.entos de angusfia y de alarma para el pueblo i
pero eso sí, en aquellos tiempos en que los indios no estaban mezclados COlTIO ahora. Tapé la masa y me fui con mi mam.á a la plaza de la Parroquia y vimos a los Pa– dres Jesuitas, sudorosos y cansados, en el atrio y plaza rodeados por los soldados y por foda la indiada, que ar:mados de :ma– chetes, de escopetas, de palos y de piedras, grifaban golpeando el suelo con los pies: "No salen los Padres, no los sacan; aquí morirnos todos pero no los sacan; maso– nes". Toda la genie lloraba a grandes so– llozos, al ver la rnansedulTIbre y blanda tristeza de aquellos Padres; verdaderas re– liquias sagradas de hombres.
"Pero ay señor, si no quisiera acor– darme del horror que vimos en ese día. Vea, le voy a palabrear corno yo pueda ese hecho espantoso. Cuando los padreci– tos se hallaban en Subtiava, se apareció un señor a caballo con una pisfola en la
m.ano y, por cuenta era nt.andón, porque m.etiéndose con todo y caballo dentro de los soldados y del genfío, se acercó a los J esuifas y dándoles un grito, les decía: "Idiay, qué hacen aquí, cam.inen pronto, ligero", y empujaba al mismo fiempo al Padre de adelante de la fila, el que, sin muestra de ningún enfado, extendió la mano hacia él¡ y le dijo con voz suave co– mo salida del fondo del silencio: "ANDA, anda fú, que pronfo llegarás".
"El señor ese, que llamaban DON RA–
FAEL (aquí el apellido que suprimo) se enfureció sobre manera y le dice a los sol– dados: "jalen de la lengua a estos Padres si no quieren caminar" i y ellos nueva-
:mente le decían con profunda :mansedum– bre y ya casi todos en coro: 'JANDA, anda ±ú que pronto llegarás".
"Al oír el pueblo las groseras pala– bras del señor don RAFAEL, se hizo un al– borato; los indios levantaban los mache– tes y vociferaban con todos: "no se vaÍl, no se van" ¡pero este señor ya :muy bravo, llam.ó a uno de los oficiales de la esc6l±a y le dijo algo, e inm.ediatamente ordenó a los soldados que dispararan, sonando._al insianíe una tremenda descarga de fusile– ría. Naturalmente que esfo produjo un escándalo espantoso y sin igual confusión; ya que, unos corrían desaforados, afros se echaban al suelo, las :mujeres lloraban y los indios se parapetaron en los muros del airio de la Iglesia; pero los Padres con to– da calma y valor llamaron en altas voces a los indios diciéndoles que tuviesen· pa– ciencia, que no hicieran nada para que no se derramara sangre por ellos, que les pro– l11.e±ían que pronfo iban a volver. Con es– fa se apaciguó la fempestad; y los. Padres ya en los coches y caballos, fueron condu– cidos silenciosamente por el camino del Barquiio, al lugar de su destierro.
, 'Pero aquí está lo más horrible señor confinuó diciéndome doña MARIA· no ha~
bía pasado una hora de haberse' ido los
J esuí±as, cuando nos sorprendió la llegada de un hombre a caballo que gritaba corno loco: "un Jesuita, un Padre J esuifa que vaya a absolver a don Domingo, que 10
vaya a perdonar". La gente que todavía estaba en la plaza tratando de llevarse a
los hombres a sus casas, se quedó "pas_ mada", y :mi :mamá que era muy curiosa preguntó al hom.bre:
H
¿qué don Domingo es ése?" y contestándole éste, le dice:··J\Don
RAFAEL (aquí el apellido), el que vino a sacar a los Jesuifas; cayó muerto cón la lengua de fuera". Al decir esto aquel hombre, fodo .el monfón de gente corrió con nosoiras para la ciudad a la casa de don RAFAEL; y véa doctor -me dice doña Mariía-, cómo rn.e pongo de eriza, si me parece que esfoy viendo al pobre ,señor, acostado en una cama con toda la lengua de fuera. La genfe ahí presenfe santi–
guá~dose :murmuraba: "casfigo de Dios, cashgo palpable".
No consintió doña María ser fotogra– fiada.
PASTORAL
Nos Francisco .Ulloa y Larios.
Por la gracia de Dios y de la Sania Sede A.postólica OBISPO DE NICARAGUA.
A nuestro Venerable Clero y amados fieles
de la Diócesis, salud en nuestro
SEROR JESUCRISTO.
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