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una vue1fa brusca hacia el Norle y allí se im–

puso el desvío oblícuo.

Defensa natural

Ese desvío y el arroyo coin.ciden en. la Boca de la Barranca. Estas irregularidades y otras que veremos, al seguir el curso ,de es– te gran arroyo, confirmarán lo que hemos di– cho. Puede ser que hayan servido, no 10 du– damos, corno defensas naiúrales aprovecha– bles.

Arroyo de Zacatiligüe

Pero sigamos examinando el terreno. Si en lugar de bajar por La Loquera, hubiéra– mos escogido bajar por la derecha, que es la calle que pasa al Sur del Colegio San Juan Bosco, encontraríamos que tal calle comienza al borde de una curva que hace el Arroyo de Zaca±iligüe, en lo que llaman El Pozo de Ora,

y el suelo, sobre todo frente al Colegio, nos re– vela con sus canjilones o acequias, y con sus alfos y bajos, que ha sido trabajado por co– rrien±es arroyales. Al llegar al cruce de una avenida ciega, la corriente es afluente de Za– ca±iligüe, pero continuando la calle hacia' el Oriente, después que cruza la avenida de la Iglesia de Jal±eva, existe una gran bajada. La calle termina en La Joyada; y nacen por allí otras calles y callejones.

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El pozo de OK'O

Qué motiva la extensión brusca dé esta calle del Pozo de Oro? El arroyo! El Zata.. ±iligüe, que nace en las afu~ras de la ciudad, es un poderoso arroyo. Sus bordes en algu– na parte, tienen cuarro y cu+co varas de altu– ra, y al avanzar hacia el Oriente, toma varios nombres. En el punto qUE? ya hemos mencio" nado al principio, es la Bajada del Pozo de Oro; cUB:Qdo llega al cruce de la avenida que pasa por frente de la iglesia de Jal±éva ~ se llama Arroyo de Nicho Mina, y al dar la vUel.. ±a que pone término a la calle dicha, se COno– ce por la J ovada. En este punto terminó la calle, es verdad; pero el arroyo continuó ha– cia el Oriente y corrió sobre lo que hoy

llama Calle de Estrada, ocupando ese cauce por lo menos hasta la segunda mitad del si– glo XVIII. El que quiera convencerse de és– lo, no tiene más que examinar la acera de la . casa que fue de Don Daniel Sacasa, el cauce precipitado, todavía visible entre la caSa de Benard, y la Nicaragua Sugar Es±afes, y por

Arroyo de La Aduana fin, la caída de las aguas en el abismo de

La Carretería, donde tenía casa Da. Beatriz La razón de ésta. El arroyo de La Adua- Arellano Sequeira.

na corre casi paralelo a la calle hacia Oriente, Aquí vernos que, así corno el Arroyo de aunque loma distintos nombres a m.edida que La Aduana separa la diudad de lo que sé ha avclnZ8. Al llegar al cruce de la avenida del llamado O±rabanda y O±rabandi±é., del mis–

HO~Jpital nuevo de San Juan de Dios, se llama mo modq el Arroyo de Zaca±iligüe separa 'la Arroyo de la Chocoyera, en el cruce de 1a ciudad de lo que Se conoce por Pueblo Chi-avenida que pasa frente a la iglesia dé Jal- quito. : ±eba, es el Paso de la Ofra banda y cuando Co~o decíamos atrás, poco se ha cambia– llega frente a El Palenque, se conoce con el do el curso de las corrientes de los arroyos; nombre del Arroyo de la Chicharra. Pues siendo este úl±irno, el Zacatiligüe, casi u'na bien, en este punto es donde el arroyo da excepción, pues varias de~vil;:l,~ione$ Sc;t ¡~ hatl¡

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El Honniguel'o

y si ±OITIamos la siguiente, será Calle del Honniguero o Calle de Corral. Por qué ese desvío oblícuo y por qué el comienzo irregu– lar de tantas calles en él?

Topes

Algunas personas han creído, y han di– cho que lo sinuoso y lo de los frecuentes to– pes de las calles de Granada, fue hecho adre– de, como medida esíra±égica para defensa conira los piratas. Pero no hay documento, ni causa razonable que abone tal afirmación. La verdad es que lo ±orluoso de las corrientes arroyales ha iInpues±o esa fisonomía a la ciu– dad. Véase si no.

Tenga la bondad el paciente lector de volver con nosorros un m.omento al lugar en que priInero estuviInos, cerca de la Casa de pólvora. y dando siempre cara al Oriente, veremos que podemos bajar a l~ ciudad, de– jando la Central, por dos calles que debieron llamarse primera Calle Nor±e y primera Ca– lle Sur. Supongamos que para bajar, esco– gernos la calle del Norie, cuya cabecera foca La For±aleza y el foso de La Aduana.

La Loquel'a

No±aremos inmediatamente que el piso de esa calle, llamada desde antiguo La Lo– quera, se compone de bajadas y caídas rá– pidas, que comprueban que es±amos en un arroyo secundario.

El Palenque

Baja esa calle hasta El Palenque. En es– ±e punto tiene un desvío haci~ la izquierda, con su rampa respectiva, y en ese desvío, co– mienzan otras dos calles.

El Consulado

Si- prolongáramos la calle de La Loquera hacia el Oriente, se llamará del Consulado.

La Libedad

Si marchára.mos por la priInera de las vías que nacen en el desvío, será Calle de La Liber±ad.

Lo que se llamó Calle Real y la Calle de la Calzada, tienen el mérito de que eran al fundars$ la ciudad, las veredas más accesi– bles para bajar alIaga, y por las cuales bajó Hernández de Córdoba a tomar posesión del Mar Dulce en nombre del Rey.

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