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« Previous Page Table of Contents Next Page »LUégo tenemós una posiciÓn ,geogr6fica envidiable. Contamos con acceso a dos Océanos; en el Pacífico se destaca el Golfo de Fonseca como uno de los puntos de abrigo natural y en el Atlántico la Bahía de Honduras. por medio del Canal de Panamá el comercio marítimo del mundo cruza el corazón de las Américas precisa– mente en nuestro Istmo. Nuestra posición, similar a la de un puente entre Norte y Sur América, nos da fa.,. cil acceso a CJ5l1bos Continentes por la vía marítima y aérea y ahor6", con la carretera panamericana, por la vía terrestre.
Por ésto Sé dice que Centro América es el Co– razón de ras Américas. Pero yo me atrevo a ampliar este calificativo, y decir que Centro América a más de ser el corazón, es el Talle de las Américas. En reali– dad los procesos y técnicas que hemos desarrollado en la estructuración de nuestro Mercado Común, su ideo– logra, sus fines, su programación y sus efectos, cons– tituyen útiles enseñanzas forjadas en un Taller que dan la pauta a otros en materia de integración, de en– tendimiento y de efectiva colaboración entre nacio– nes.
Debe ser causa de honda satisfacción para todos nosotros, ver que en el gran ambiente americano nues– tro movimiento integracionista se destoca
COI1')O un sis-tema racjonal y operante. .
Porque dentro del maremagnum político y el ca– careado de programas de reformas socio-económicas propaladas en toda la América Latina en los últimos años, Centro América se perfila recatada, serena y la– boriosa como un área en donde de veras se ha traba– jado y sí se sabe hacia donde se va. Esos 12 años de trabajo asiduo y silencioso (como de claustro se podría decir) ahora empieza a dar fruto. En realidad las grandes evoluciones esperados por los programas hemisféricos de reforma no se han visto. Ei Caribe sigue traumatizado por las convulsiones sociales y po– líticas. Sur América, vacila en el paso hacia el pro– greso, sacudida por muchos problemas como: su ines– tabilidad polí1tica, dificultades en balanza de pagos, falta de sanidad de lo monedo, ideologías encontradas al nivel regional, e incluso manifiesto escepticismo en las ideos y programas trazados dentro de lo Carta de Punta del Este así como en el programa continental dé Alianza paro el Progreso. Aunque Centro Amé– rica tiene problemas incipientes no tiene mayores dis– turbios de tipo social; su moneda es sano, no tiene gran dificultad en balanza de pagos; y en donde han surgi– do dificultades se están corrigiendo sistemáticamente. Tiene ya un sistema aprobado y criterio unificado para corregir sus problemas y enfrentarse a los nuevos. Pero sobre todo tiene una coso que no tiene nadie; tiene fe en su Mercado Común que ahora se va acer– cando a lo unión aduanera y llegar finalmente o la unión político. Centro América ya pasó el período de titubeos, ya posó el período de orientación y encontró el camino a seguir. Ya está en marcha, y todo unida, SObé adonde va y o que va. Nada podrá detenerla en su destino. Por eso puede decirse que sobre to– das las áreas de Latino América llevamos la ventaja del que va caminando sobre aquel que está tanteando el comino.
Al hacer recuerdo de nuestros récUrsos y ventajas debemos hacer también una confrontación con la con– ciencio, puesto que nos tocará a todos como centroa– mericanos, hacer uso racional de ellos paro fomentar el crecimiento económico y el bienestar general de la población presente y de las futuros generaciones. Porque además de ser taller en el campo de ideos y sistemas, debemos desarrollar nuevos técnicas en la producción e incrementar la productividad. Debemos . producir bienes y servicios paro satisfacer las necesi– dades de lo población presente y futura en to.dos sus aspectos; en la alimentación, vestuario, viviendo, con– diciones de salud y educación, satisfaciendo además las necesidades culturales y espirituales de los personas centroamericanas. Debemos infundir una mística al movimiento de Integración, darle militancia a todos los actos, aún los más comunes en acción gubernamen– tal y en los actos de lo vida del sector privado; de la educación y planificación impregnóndolas de un crite– rio común y dirigiéndolos hacia lo mismo meta. De– bemos abrir nuevos horizontes a los menos privilegia– dos de Centro América para enlistar también su ayuda, fundamentada en uno fe común, y crear así' en 10 maso una fuerza que nos impulse más rápidamente hacia los metas que señala la Carta de Punta del Este, o sea fa de alcanzar en forma permanente una mejor vida y garantizar a todos, dentro de un morco de libertad y democracia; trabajo, techo, tierra, escuela y salud.
Felizmente, un idioma común nos une y facilito la labor. Debemos planificar nuestro destino económico conjuntamente e influir no sólo en el grado, sino en la formo de Jos actividades complementarias, con otras áreas políticas o económicas.
El halagador y en gran manero tentador pensar en las posibilidades que tendría en sus manos Centro América como área del todo integrado económico y políticamente. No es nada remoto ni ilusorio· pensar que Centro América así integrada, negociará tratados de comercio, tratados polí!ticos y convenciones de otra índole ya sea con nadon~s más desarrollados al Norte
y Sur de nuestro Hem.isferio; ya seo a través de Jos Océanos con el Mercado Común Europeo o con el Ja– pón y otros nociones del Lejano Oriente.
Pensemos en la fuerza de esto unificación y ocu– pémosla como instrumento paro nuestro desarrollo. Tal vez lo más importante en este tipo de proyección es el de tener, a más de lo convicción y la fuerza, sistemas que tengan inherente su propio dinamismo y continui– dad. Y ésto sólo puede lograrse con una inteligente planificación a manera de que codo etapa suceda a otra armoniosamente.
Para esto se ne~esitan hombres de visión, tonto en el sector público corno en el sector privado. Hom– bres con capacidad y convalentíO', dispuestos a expo– nerse, a colaborar entre sr en programas de desarrollo privado así como de planificación gubernamental. Yo pienso que el desarrollo del área se llevará o cabo so– lamente en la medida de los disponibilidades del ele– mento humano y de sus actitudes mentales; de su, fe en el porvenir y en sí mismo. En la etapa histórica
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