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Quizá la observClción más reveladora que se me

La enseñanza superior y las universidades

rés en la Universidad eje fexas. El tercero está preparando para concertistq de piano. Plaza nos contó esta historia como respuesta a fos que dicen que es perder el tiempo tratar de educar a los indios. Todas las historias de indios en esta escuela norteamericana niegan la teoría racista según la cual hay una superio– ridad intelectual inherente a la raza blanca.

El director de la escuela, Robert Cornish, con su título de Maestro en Artes de la Universidad de lowa, nos dijo con orgullo que todos los muchachos llega– ban a ser "amigos de los Estados Unidos" y seg'uían siéndolo.

No hace mucho tiempo en la América Latina se tenía estrictamente separados a las niñas y a los niños en la escuelas y en todas partes. Todavía se les tie– ne así en las escuelas del cardenal Spellman, y en rea– lidad siguen así' en las escuelas secunda1rias parroquia– les de los Estados Unidos. Nos dijo Plaza que sólo en este siglo empezaron las mujeres latinoamericanas a ser admitidas en el mundo del hombre. El progre– so en el Ecuador fue notable. Plaza considera esta escuela norteamericana como símbolo, pues se divide por igual entre niños y niñas. Vimos bailar a los alumnos y alumnas del segundo grado, y nos parecie– ron deliciosos y divertidos. Estaban bailando danzas ecuatorianas indias, en las que las niñas se cubren la cara y los ojos con el pañuelo a la manera de la vieja danza española "del coqueteo". Aquí, en esta es- 'cuela, se practica la coeducación según la vieja tra– dición cuáquera, aunque los cuáqueros nuncq fueron bailarines.

Desgraciadamente, son demasiado pocas las es–

cuelas que p·uedan comparársele.. Hasta que no sean más numerosas, tanto en el sector público como en el particular -yen consecuencia al alcance de niños de las familias pobres-, las enseñanzas en los colegios

y universidades de la América Latina languidecerán por falta de alumnos bien' preparados.

Entre tanto, un hecho estimulante es la aY4da que el gobierno de los Estados Unidos da ,a 200 escue– las secundarias latinoamericanas, mediante el Servicio de Escuelas Interamericanas, sostenido por el Consejo Norteamericano de Educación.

Casi nadie en la América Latina concede impor– tancia a la necesidad de mantener fluyendo, desde el KINDERGARTEN hasta las escuelas universitarias y

profesionales, la c;orriente educativa de jóvenes bien preparados e inteligentes. Sin embargo, esto es parte muy importante, no sólo del proceso educativo, sino del proceso democrático. Es el corazón del problema educativo de la América Latina. Requiere no sólo una educación primaria y secundaria muy extendidas, sino una calidad de la enseñanza pública que permita florece'r instituciones de enseñanza superior. En estas últimas se prepararán en gran' parte las futuras cabe-zas directoras. '

tlomia brasileña, qUé aduolmente éJun'lenta sU produc–

tividad o. un ritmo del 7 01 8 % al año. Esta es uno. parte crítica del agudo problema actual del Brasil: ¿Cómo puede el país, con un sistema de enseñanza tan lamentablemente débil, sostener su rápido creci– miento económico?

Escuelas particulares

Las escuelas primarias y secundarias particulares suelen ser mejores. Funcionan en gran parte para familias que pueden permitirse pagar la enseñanza. Frecuentemente están dirigidas por individuos de la Iglesia Católica. Hay muchas, principalmente en las capitales, que reciben estPmulos y apoyo de gobiernos extranjeros. Tradicionalmente, por ejemplo, los fran– ceses, y los alemanes han patrocinado escuelas de és– tas, y no solamente para los hijos de sus propios com– patriotas. Si a los muchachos latinoamericanos de buenas familias se les enseña francés o alemán -o inglés-, esto, dicen, contribuirá a estrechar los lazos de unidad, y rendirá sus efectos en términos diplomá– ticos y comerciales de gran alcance.

En Quito, el gobernador Stevenson y yo tuvimos la fortuna de pasar una mañana en la escuela nortea– mericana"; Cobra una cuota de enseñanza de 14 dó– lares men$uales, más que el ingreso nacional per cá–

pita, que es de unos 13 dólares mensuales. Galo Plaza, que fue durante cuatro años (1948-1952) pre– sidente del Ecuador, ayudó a fundar esta escuela en

1940. Plaza, que había sido educado en los Esta– dos Unidos, deseaba una escuela que combatiese la propaganda del Eje que emanaba de la escuela ale– mana de Quito. Presidente en la actualidad del Con– sejo de Administración de la Escuela Norteamericana, Plaza nos dijo que la Escuela tiene unos 800 estudian– tes, desde el KINDERGARTEN hasta la escuela prima– ria superior, de los cuales únicamente 60 son norteame– ricanos. Hoy también en Quito una escuela misional norfeamericana con 125 a 150 alumnos, y dos escue– fas católicos, una poro niños y otra para niñas, am– bas con el nombre del cardenal Spellman y patroci– nadas por él. (La escuela alemana, cerrada después de Pearl Harbar, ha vuelto a abrirse y prospera una vez más>.

La escuela norteamericana de Plaza 'recibe ayu– da cuáquero, que concede cierto número de becas. Muchas de ellas fueron dadas a individuos de pura raza india, que después hicieron buen papel en nues– tras Universidades de los Estados Unidos. Plaza nos habló de tres hermanos indios, los cuales tuvieron be– cas en la escuela y después en Universidades de los Estados Unidos. Los cuatro abuelos de estos mucha– chos son agricultores de puro sangre india. Uno de los nietos consiguió una beca en Princeton y se graduó MAGNA CUM LAUDE; recibi.ó después 2,000 dólares para una beco de graduado, (] fin de que estudiase fi– losofía en Harvard; pero decidió que el departamento

d~ fi.losofía de Harvard estaba deshecho después de lci Jubilación '~e Jorge Santayana; devolvió sus 2,000 dó– :Iares y ahora está en París, en la Sorbona. El segundo

es un ,gran atleta que está ganando honores escola..

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