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blicos lo brindaron las llamadas obras públicas, de fas cuales se dice que los políticos extrajeron una "entra– da" de más del 40%).

Así, existen 9randes diferencias entre las univer– sidades y entre sus escuelas y facultades en lo relativo a requisitos para el ingreso, a las normas paro obtén– ción de grados, a la calidad de las facultades y al apo– vo que reciben de los gobiernos. Algunas de las facul– tades independientes no admiten estudi,:,.)tes ni estu– dios de otras facultades de la misma universidad. La inscripción es bqrata en todas las un'iversidCldes nacio– noies.: por ejemplo: 7 dólares al año en la o.,tigua Uni– versidad de San MCircos, en el Perú, y 16 dólares al año en la Universidad Nacional de México.

LA ORGANIZACION UNIVERSliTARIA y ALGU– NAS DE SUS CONSECUENCIAS. -No obstante, hay una analogíd orgániCa entre todas ellas. Comparten un sistema de organización y control académico que se parece al que hubo en -Bolonia, Italia, a principios del siglo XIII. En aquel tiempo había en Europa dos tipos principales de organización universitaria, el de París y el de Bolonia. El tipo de París era una corporación de maestros que manejaban lo Universidad¡ formulaban y hadan cumplir las ordenanzas y se oponPan al rey o al legado papal cuafido creían amenazados los derechos universitarios. Real'mente, si los maestros temían una persecución, podía., trasladar la Universidad, como un árabe hoce con sus tiendas, camellos, mujeres y servi .. dores. Por el contrario, la Universidad de Bolonia era una corporación de estudiantes que contrataba profe– sores, señalaba lci duración de los contratos y les recor– daba en formas diversas que eran ellos los contratados.

Las institucion~~ del tipo de Bolonio tuvieron una vida relativamente corta en Italia, y todas las universi– dades de Europa y de los Est~dos Unidos descienden de las instituciones parisienses. Los estudiantes tienen po– ca o ninguna inte'rvención en su dirección. En los uni– versidades de los Estados Unidos es responsable de for– mular el programa y las normas académicas un conse– jo o senado formado por profesores y decanos. Una jun– ta de síndicos o patronos, formada por legos, tiene a su cargo la política general. (Esta junta de patronos legos es la única aportación de los Estados Unidos a la orgá– nización universitaria, y aunque incluye con frecuencia antiguos -y conservadores- alumnos, los estudiantes mismos no tienen voz ni voto en su dirección).

Esa "ciudad universitaria", alejada del centro de la ciudad, puede parecerles a algunos demasiado gran– diosa; pero puede ofrecer nuevas posibilidades a recto– res y decanos progresistas. Un recinto universitario su– burbano tan importante invita a adoptar el sistema de– partamental de los Estados Unidos, el cual a su vez re– quiere profesores de tiempo completo. Ademós, la ma– nipulación política es más difÍlCil en los suburbios que en la ciudad. La distancia del centro de la ciudad desani– ma a muchos intrigantes y a los viejos estudiantes "pro– fesionales".

Por el contrario, en las universidades nacionales latinoameriCanas (con excepciones en el Brasil, donde los estudiarJtes hacen peticiones y van a la huelga, pero no se sientan en los consejos de gobierno) tienen una organización y una administración que se ,parecen a Jo del modelo de Bolonia. Creen algunos observadores que el recrudecimiento del tipo boloñés quizá es una carac-En Caracas, al pasar por delante de un ,gigantes- terÍ'stica de los países subdesarrollados, donde las cir-co y hermoso edificio nuevo, le pregunté a nueStro guía, cunstancias económicas y sociales hacen relativamente la señora Pérez: "¿Es la Universidad?" Y contestó: "Es fácil convEfrt ir grandes grupos de gente joven en instru– el Ministerio de Defensa. ¿Qué más?" Después pasa- mentas políticos. mas por delante de una gran biblioteca construida poro

la Universidad; pero, según la señora Pérez, "no tiene De vez en cuando una universidad latinoamerica– libros". (Durante la corrompida dictqdura de Pérez Ji- na puede adquirir un sello especial de un dictador na– ménez, 1953-1958, un modo fóeil de robar fondos pÚO' cianol que ejerce un control directo sobre su vida oca-

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hizo en la América Latino acerca de la enseñanza su– perior, fue la de Nabar Corriflo, 'rector de la Univer– sidad Nacional Autónoma de México. Como de pa– sada, dijo que mientras él habra desempeñado aq~el

cargo durante siete años, sus 11 predecesores solo lo habían desempeñado durante un año y diez meses por término medio, y tres de ellos habían dimitido ante el peligro inminente de sufrir violencias físicas.

Sólo hay unas 10 universidades --el número exac– to depende de lo que uno considere como universi– dad- en las veinte repúblicas de la América Latina. De ellas, más de cien son universidades nacionales. Su matrícula total es, aproximadamente, de 439,000 es– tudiantes. Una gran mayoría de esas instituciones, muchos de ellas de antigua prosapia, no han podido marchar al compás de las actuales 'normas mundiales. Tropiezan con los obstáculos de un profesorado mal pagado y de tiempo incompleto, cuyos principales intereses están en ptras partes; de lo intervención po– lítica; de unos presupuestos y de una maquinari~ ad– ministrativa enormemente inadecuados, y de una Inter– vención estudiantil llevada a un grado inconcebible pa– ra los padres y educadores de Europa y de los Estados Unidos. Algunas ,como la Universidad de Buenos Aires, con más de 60¡000 éstudiantes, figuran entre las mayo– res del mundo. Otras son pequeñas, y algunas"'parecen estar todavía en etapa de planeación. Las universidades nacionales de México y de Caracas están espléndida– mente alojadas en magníficas "ciudades universita– rias". Ahora se proyectan ciudades de este tipo para la principal universidad del Brasil y para la de Buenos Ai– res. Pero las más están inadecuadamente alojadas en edificios viejos, esparcidos acá y allá por las ciudades.

Los ultramodernos edificios de la Universidad Na– cional de México fueron construidos durante la admi– nistración del presidente Miguel Alemán, una gigantes– ca estatua del cual domina el recinto. Fueron erigidos en el decenio de los 1950, con un costo de 30.000,000

de dólares. El resultado, en ladrillos y mortero, quizá e-quivale, aproximadamente, a una inversión de .

100.000,00 de dólares en los Estados Unidos.

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