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« Previous Page Table of Contents Next Page »éli parte un legado dei papel que desempeflaron en el
derrocamiento de tiranos como Perón y Batista.
El destino impuesto por Castro a la Universidad de La Habana, ciudadela de la cultura cubana que cuenta 232 años de existencia, con 22,000 estudiantes, es un ejemplo ge la pérdida de la autonomía, y de los males del dominio estudiantil. Antes de Castro, la Universidad gozaba de tal autonomía, que ningún po– lida de Batista se atrevió a poner los pies en su' recinto. Una de las primeras medidas de Castro ,como primer ministro consistió en instalar en el Consejo Universita– rio a 12 de los estudiantes partidarios suyos. ' Al prin– cipio, estos nuevos consejeros promovieron~reformas
que a muchos les parecieron legíltimas; pero no tarda– ron en llevar pistola, adiestrar a una milicia estudiantil armada y declarar que la Universidad debía ser
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un ins– trumento de la revolución ll
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Ahoro, en efecto, domi– nan la I·nstitución. Hasta ahora han sido expulsados más de 400 profesores de un claustro de 1,600, mu– chos de ellos evidentemente porque no mostraban bas– tante entusiasmo por el castrismo. En sus lecciones sobre Alejandro, el profesor de historia antigua com– para las hazañas de Fidel Castro con las de aquél. Tengo la esperanza de que este último y más trágico ejemplo del dominio estudiantil y político, pueda ser– vir en todo el hemisferio para hácer ver la urgente ne– cesidad de la outonomía y de la reforma de' las uni– versidades latinoamericanas.
Universidades particulares
Una de las grandes necesidades de fo ,América Latina es la creación de universidades particulares que puedan señalar normas. En la Argentina se ha dis– cutido durante más de medio siglo la creación de uni– versidades ecl~siásticas, que están prohibida!:L El pre– sidente Frondizi reforzó su posición política ~on el vo– to de los católicos.. ofreciendo, en su campaña presi– dencial, la supresión del monopolio del sistema uni– versitorio por el Estado. Ha cumplido esas promesas. Bajo la nue~a administración argentino, los títulos de médico, de abogado, de maestro y otros qados por uni– versidades particulares autorizadas, van a ser reconoci– dos oficialmente y tendrán validez legal. Ya están organizando tres universidades particulares los grupos católicos. En una universidad, particulo'f, el claus– tro y los administradores pueden evitar con más fa~i
'Iidad el dominio estudiantil y elevar el nivel aca– démico.
Pero son remotas las probabilidades de que esas universidades particulares alcancen una calidad seña– ladamente, superior en un futuro previsible., Sufren de la escasez general de profesores, de la falta gehe– rol de dinero y edificios, y de la falta de tradición aca– démica y filantrópica. Las nuevas universidades ca– tólicas pu~den preferir especializarse -,-,como, por
ejempio, ia de Córdobo, en medidna-, éaso en el cual son muchos mejores sus posibilidades de un éxito ró– pido y limitqdo. Además, un dominio mayor del claus– tro de profesores reducirá algunos de los abusos más flagrantes ,del dominio estudiantil. '
Estóy persuadido de que es del -mayor interés pa– ra la política de los Estados Unidos ayudar a universi– dades del tipo de la de los Andes; esto es, con un consejo de gobierno apolítico y un rector nombrado por el consejo, y decanos y profesores nombrados por el consejo a propuesta del rector. Esas universidades, con más apoyq, ejercerían rápidamente una poderosa influencia sobre el fomento de la enseñanza superior en la América Latina.
Quizá debiera yo terminar aplaudiendo la moti– voción liberal y el esfuerzo por la autonomí'a de la::; universidades de la América Latina. Pero es preciso que busquen también el modo de dar uno verdadera enseñanza. Unicamente asíl pueden alimentar en sus estudiantes un pensamiento claro, un juicio honrado y
lúcidos hábitos mentales. Sólo así puede combatir el liberalismo los dientes de dragón que estón plantando los comunistas, los cuales durante decenios han estado concentrados en las universidades latinoamericanas. El peruano Víctor Andrés Belaúnde denunció hace po– co públicamente que los estudiantes latinoamericanos, con la importancia que conceden a sus actividades po– líticos/ están aprendiendo a pensar y actuar sólo con. el propósito de conseguir el poder. No aprenden a
construir. Pero aún -,-dijo--, no están recibiendo en sus instituciones de alta enseñanza la disciplina inte– 'lectual y moral necesaria que les permita juzgar cómo trabajar bien. Ahí está el frente de batalla en el con– flicto en gran escalo que ahora se riñe en la América Latina.
Tengo alguna recomendación que hacer, relativa a la política de los Estados Unidos respecto a la educa– ción latinoamericana. Lo mismo que en el problema del desenvolvimiento económico y en el problema de do– minar el comunismo, las naciones latinoamericanas tie– nen que ser ellas mismas responsables de la educación de sus pueblos. El vecino más amigo sólo puede ayu– dar hasta cierto punto, y la ayuda directa que puede dar, probablemente es menor en los bajos niveles edu– cativos. Raúl Prebisch me confesó: "El extenso anal– fabetismo de la América Latina es algo de lo ,cual no– sotros mismos somos exclusivamente responsables".
. Sin embargo, la manera má? inteligente y perspi– caz en que un buen vecino puede ayudar a los países latinoamericanos a mantenerse sobre sus propios' pies, :es ayudarles a valerse a sí mismos en las zonas en qué la ayuda es bien recibida y en que es más fácil darla. Una zona fundamental en este objetivo
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de buena ve– cindad es ayudarles a educar y preparar a
los líderes de mañana. Este programa debiera acelerarse mu– cho e inmediatamente.
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