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« Previous Page Table of Contents Next Page »todos los muebles, incluyendo la mesa de cocina, eran
de caoba, la madera más barata en esa parte del mun– do. En realidad, gran parte del ferrocarril habra si– do construído sobre durmientes de caoba. La nueva oficina-residencia era una cómoda casa de un solo piso construída sobre soportes especialmente altos porque se hallaba más próxima al mar que cualquier otro edificio. Teníq dos dormitorios, un living-comedor, una cocina y un cuarto adicional que usaba como ofi– cina. Lo más importante era que teníb un amplio porche que se extendía a lo largo de toda la parte de... lantera, enfrentándose con la bahía. Este porche se– ría mi regocijo durante m-ós de dos años. Iba a mi oficina a trabajar, a mi dormitorio a dormir y a veces, cuando tomaba una cocinera, iba a mi comedor a co– mer. El resto de mi tiempo en casa, lo pasaba en el porche, generalmente tendido en una especie de ha– maca colocada en un extremo. - Aquí, podía leer o dormitar, y desde aquí podía mirar la bahía de Hondu.. ras, los relucientes navíos de la Gran Flota Blanca cuan– do entraban al muelle o se alejaban cargados de ver– des bananas; a los caribes que navegaban por toda la bahí:a en su Kayukas de blancas velas, y luego vol– vfan a su hogar tras haber ayudado a cargar los bar– cos; a la diminuta cadena azul de montañas que se encontraba detrás de la costa opuesto a seis millas de distancia y la ciudad de TrujiIJo que anidaba en su ba– se, una línea blanca durante el día y un vacilante co– llar de oro durante la noche.
Desde mi porche podía ver a los tiburones nadan– do perezosamente, más allá de las rompientes. Los pelícanos volaban en derredor con aire de misteriosas cariCaturas.
El pelícano es un pájaro maraviHoso.
En su pico cabe más que en su panza. Un pelícano olzaba vuelo, se zombulJía y subía a la superficie con un pez culebreando en su pico o den– tro dé su buche, o deslizándose por su fina ga"ganta. Volvía o remontarse y a descender. Aviador, pesca– dor, glotón. El pelí:cano es, sin lugar a dudas, un pájaro niaraviJf6so.
Mis Quehaceres
Cada capitán visitaba el consulado para depositar los papeles de su parco. Cuando terminaban las for– malidades, lo flev'oba al porche y nos sentábamos a charlar, durante una hora o más.: He oído muchas historias marfnas. Pero con mayor' frecuencia oía re– latos de episodibs ac.ontecidos en tierra, oía hablar de las familias, de la granja cercana al mar o alejada del mar, que continuaba siendo un sueño, aunque un sueño vívido.
TranscurrÍ'an los días sin que realizara hi un solo $ervicio. Pasaba mi tiempo libre leyendo, viajando por ferrocárril y sobre todo escribiendo informes polí– ticos. Disfrutaba enormemente del trabajo político. Estaba arisioso por saber qué era lo que hada marchar o no las cosas eh esta tierrd de, la que O. Henry ha pintado cuadros verbales, y la que, excepción de lo que estaba haciendo la compañía frutera¡ ha progresa– do tan poco desde que Colón echó anclas no le jos de mi consulado. O. Henry había estado en Trujilfo, la
pequeña ciudad que se' encuentra '1rente
Q la bahía. Aún vivían en la costa personas que pretendían ha– berlo conocido. El capitán de puerto de la compañía frutera erd un "personaje" norteamericano llamado Henery. Pedo haber conocido a O. Henry, y soste– nía, en realidad, que este último había adoptado su seudónimo después de haber escuchodo gritar a otros norteamericanos" '~Oh Henery". No sé si la historio sea o no verdadera. '
Trujillo
En el año 1923 se' c\Jmplía er. 400 qniversario de la fundación de Trujillo, pero no creo recordar que los habitantes del lugar hubieran prestado atención al– guna a la fecha. Para Trujillo era sólo otro año m6s, menos emocionante, pese a la guerra civil, y con me– nos esperanzas que muchos que le habran precedido. Trujillo, al igual que la España que le habíq dado na– cimiento, habí~a tenido sus días de gloria. Había sido el puerto madre de una. prgullosa flota española. Ha.. bia sido próspera, demasiado pró~pera, pues llegó a convertirse en la presa de los bu<;:aneros que robaron sus riquezas y destruyeron su comercio. Cuanqlo yo lo conocí, Trujillo tenÍ'o uno. población de cuatro mil habitantes aproximadamente. Se mantenía gracias al reflejo de la prosperidad de Puerto Castilla. Su anti– gua fortaleza española, usada como cuartel por Iq des– calza tropa hondureña, era un testigo silencioso de la gloria pasada. Sus paredes derrumbadas y sus ca– lles cubiertas de hierba revelóban fa desnudez de su presente y la incertidumbre de su futuro. Era la ca– pital del Departamento de Colón. Aquí vivían el go– bernador y el comandante militar de la región.
Fué en Trujillo donde William Walker, filibustero
norteam~ricQno, una vez presidente de Nicaragua, fue entregado a la tropa hondureña por un capitán de la marin~ inglesa, y luego fusilado. Traté de localizar la tumba de ésta figura romántico, pero nada ejem– plar de la historia centroamericona, mas no tuve éxito. William Walker trató de conseguir uli nuevo territorio para los Estados Unidos. Se crera a sí mismo un ins– trumento de nuestro "destino minifiesto/l, pero Cen– troamérica no se puso de acuerdo con él.
Los bp.rcos de guerra
En qgostó de 1924, un acorazad<:> norteamerica– no, el Cléveland, visitó Puer.to Castma.
lo que niás me gustaba de esas visitas era que, conio regla, se realizaban solamente cuando yo las so– licitaba. Durante la revolu.ción de 1924, yo, al igual que otros funcionarios consulares, tenía carta blanca pare;:¡ solicitar la presencia de un borco de guerra en cualquier momento en que, á mi juicio, su presencia fuese necesaria para la protección de las vidas y de la propiedad norteamericanas. No sólo podía solicitar la presencia de los barcos como lo hacía, sino que podía solicitar el desembarco de los marinos. En la actua– lidad, es difícil creerlo, yo que somos tan escrupulo– sos en abstenernos de intervenir en los asuntos inter– nos de otros paí'5es --ohora tenemO$ la solemne obli– gación contraída mediante un tratado con otras repú– blicas americanas, de no intervenir- que sólo pocos años atrás un vicecónsul que podía ser (como en mi caso) joven e inexperto tuviera tonta autoridad o oc-
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