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Por su parte Guzmán es fiel a aquel recuerdo, y obediente, aunque a vuelta de grandes descarríos, a la voluntad del Pontífice Años más tarde cuando ya peina canas, cuando las luchas de la vida le hacen cojear, y los desengaños por ideales que se han llevado lo mejor del pensamiento y del trabajo, 10 vuelven a la senda perdida, sale de su corazón ese tierno recuerdo, vuelve por un instante a ser joven de 25 años, se mira de rodillas ante la figura mártir de Pío IX, y escribe estas líneas exquisitas, bien sentidas, que brillan en me– dio de toda su obra como un diamante engastado en su prosa de oro y acero'
"A MARIA INMACULADA "(Un recuerdo de mi vida)
El Señor a tu ruego nada niega
Larming
"Qué Pontífice el tuyo, Madre Adorable.
"A medida que el tiempo pasa, va creciendo su
estatura I1]qral en la memoria de las gentes
"Fue un confesor y un mártir por algo tocóle en suerte el profético mote Crux de Cruce
"Estuvo en el circo, y no tembló ante las fieras A los rugidos amenazantes de la Revolución contestó
con su valeroso non possumus, y a los risas, a las bur~
las, a los sarcasmos de la cínica impiedad, respondió proclamando tu Concepción Inmaculada, dogma de nuestra fe
"Un día, era yo muy joven, tuve la honra y la ven· tura de prosternarme ante aquel varón insigne y de que su mano venerable me bendi ¡ese
"Tu Pontífice, Madre de los desamparados, tocó mi humilde frente
"Con esto solo título se presenta ante Tí, en este día por siempre memorable para la cristiandad, el últi. mo y más reverente de tus hijos
"Y pues tu labio cuanto pide alcanza, Dame, si no la dicha, la esperanza"
Enrique Guzmán
"San Salvador, 8 de Diciembre de 1904",
8 - Revolución de 1869
Guzmán aprovechó su viaje a Europa paro visitar París, la Meca de los intelectuales de todas las épocas, y finalizando el año de 1868 regresó a Nicaragua El Dr Ayón fue agasajado en Granadó con un suntuoso banquete y quizás de allí data su ~impatía y filiación
al círculo liLa Montaña ll
,
Entre tanto, los emigrados que habían reg' esado a la patria gl acias a la sana política del Presidente Guzmán, olvidando los buenos prqpósitos que habían hecho en el destierro de laborar por la felicldad de Ni– caragua si alguna vez regresaban a ella, sólo s.e apro– vechaban de lo posición pol'tica que les debia servir como medio de cumplir con aquéllos, para meter la dis– cordia entre los partidos y sembrar así la cizaña que pronto daría fl utas de guerra fratricida
El Lcdo don José María Zelaya manejaba la ca– marilla, que osi llamaba don Anselmo H Rivas a "La Montaña", trotando de estrecharse más y más con el Presidente y alejarlo de la influencia del Partido Con–
servador, y para conseguirlo, empeñábase en identifi–
carse con liLa Montaña ll
,
"halagando de mil maneras
_escribe el mismo Rivas- los apetitos y aspiraciones de aquellos jóvenes para quienes la política era un puro
pasatiempolJ
El General José Dolores Estrqda, aunque reputado por Jefe del Partido Conservador, simpatizaba con el grupo de jóvenes montañeses, quizás debido a la in– fluencia de su secretario don Faustino Arellanq, joven sagaz y de varia lectura El General Máximo Jerez,
radical y anticatólico! veía en lila Montaña ll un éco de
sus prédicas, y la alentaba con su adhesión, si ya no era que esperaba valerse de ella enJa ocasión oportuna
El Lcdo Zelaya murió el 26 de Octubre de 1868,
pero a tal punto habían llegado sus maniobras, que ya se notaba un creciente malestar entre el Gobierno y el Partido Conservador, de lo cual fue una muestra la di-
ficultad que surgió cuando se nombró el sucesor de Zelaya Don Ramón Sáenz, montañés, fue desígnado para aquel cargo, pero don Anselmo H Rivas que re– presentaba al conservatismo genuino de Granada en el Ministerio de la Gobernación y de la Guerra, se negó a autorizar el acuerdo y tuvo que hacerlo en su lugar el
Sub-Secretario de Hacienda don José Jiménez Nada era esto, sin embargo, para lo que estaba pasando y qu~
ya trascendía al público a extremo de que don Anselmo H Rivas no vacila en afirmar que a la sombra de es~
malestar "se tramó la revolución de 1869, una de la.s más serias y podel'Osas que han agitado a Nicaragua"; , Muy a principios del año de 1869 el Presidente fue víctima de un ater>tado En un pastel de piña le dieron arsénico, y él, su hijo Enrique que habia ya vuel, to a sus funciQnes de Secretario Privado, y tres personas más que acompañaban al Presidente tomaron del pas– tel y se vieron en peligro de muerte
Don Anselmo H Rivas nos ha de¡ado rastros de lo intensa que era la lucha de intrigas y el miedo de lo, conservadores a que llegasen al poder los democráticos
de1854' Rivas era Ministro de la Guerra en el Gobierno de
Guzmán, y veí'a con alarma que el Presidente, lIevaqq de sus simpatías personales y olvidándose de la políti– ca, colocaba en el cuartel de Managua a individuos que pertenecían al Partido Liberal, "Partido --<Jgre– ga- siempre dispuesto a aprovechar una favorable coyuntura para hacerse dueño de la situación" Rivas fue a ver al Presidente y le dijo
-Don Fernando, quiero que antes que Ud entre] gue las armas o/ Partido Liberal, se sirva admitirme la renuncia, porque ya que Ud quiere morir con los ojos abiertos, no deseo seguirlo en ese camino. Estoy ple~
namente convencido de que tanto el Sr Salamanca como los demás jefes a quienes Ud quiere colocar en el
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