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« Previous Page Table of Contents Next Page »Resulta' así que la Revoluci6n le ha costado a Boli"!ia Inás caro que la guerra del Chaco,
El país, que exporlaba 27 dólares por ha– bitante en 1951, exporlaba apenas 16 en 1959,
En esta distninución ha influído no sólo la baja del precio del estaño sino taInhién el descenso en la producción, Bolivia se ha en– deudado en el exterior hasta 200 Inillones de dólares y en el interior ha impuesto a todos sus habitantes él cupo forzoso de la inflación,
que 8;fec±a más, precisamente, a los asalaria–
dos, El índice del costo de la vida pasó de
100 en 1950 a 11.081 en 1960, habiendo sido el aumento de 120% anual entre 1953 y 1957,
Durante el decenio pasado, los déficits repre– sentaron en promedio el 30% de los gastos fiscales. En la actualidad, él sector público controla el 45°/. del producto bruto interno, como resultado de las socializaciones, pero el Estado se ha convertido en una palanca muy débil para impulsar el desarrollo econó– mico y social del país y no puede tener nin– guna eficacia sin en apoyo del crédito exter– no. No es un resultado halagüeño para una
revolución nacionalista V, por eso mismo, se
ha convertido en un fermento de descontento y división en el seno del MNR.
Por otro lado, al cabo de diez años de re– forma é\graria con Inedios absolutamente ina– propiados, se han logrado ciertos resultados positivos. En un informe la CEPAL señala que dicha reforma "se encuentra consolidada y cOInienza a notarse su contribución al de– sarrollo del país. Empiezan a declinar las importaciones de alimentos, hay mayor dis– ponibilidad de productos agropecuarios na– cionales El incluso se vislumbra la exportación de pequeños excedentes".
Pero, sobre todo, se han roto las barreras tradicionales a la integración de la gran ma– yoría indígena en la cOInunidad nacional. Esas barreras eran seculares y la ruptura es muy reciente para apreciar el efecto inme– diato, pero es evidente que para el pueblo boliviano hay ahora una esperanza abierta por la revolución, a pesar de todos sus fraca– sos. Aunque la tasa del analfabetismo no parece haber bajado Inucho más de un 10%
en el último decenio, los niños bolivianos de hoy tienen tres veces más posibilidades de educarse que hace veinte años.
La división del MNR
El peligro mayor y más inmediato pare– ce apuntar por la ruptura de la unidad del MovImiento Nacionalista Revolucionario a consecuencia de las frustraciones de la revo– lución y como un efecto Inás de los vicios seculares de la vida política boliviana.
Por lo demás, el MNR no llevaba un año en el poder cuando ya se hablaba de su in– minente división. A la formación del Movi– miento habían confluído dos tendencias muy dispares: una extremista y con clara inspira– ción en el marxismo, cuya fuerza principal estaba en los sindicatos mineros y otra InO– derada, en la que se alineaban los elementos progresistas de la clase Inedia urbana, entre los que se contaban no pocos católicos. En muchos respectos la vida política boliviana
es m..arcadarnen±e provinciana, con lo que se
agigantan las intrigas y querellas personales.
Paz Estenssoro había liquidado ruda– mente a sus adversarios. Se establecieron por lo menos dos campos de concentración para presos políticos en los campamentos mi– neros y las cárceles se llenaron también de ellos. No se les ahorró los Inalos tratos y hasta hubo muchos casos de tortura. La li– bertad de 'reunión y la. de expresión desapare– cieron, sea por intervención directa del go– bierno o porque éste dejaba actuar a las mi–
licias.
El gobierno de Siles Suazo significó un evidente aflojamiento de la dictadura inicial. Poco a poco los partidos de oposición comen– zaron a reconstituirse y actuar públicamente. Pero, por otro lado, el gobierno, para obtener ayuda externa, debió intentar el estableci– Iniento de un Inínimo de orden en las finan– zas para frenar la vertiginosa carrera infla– cionaria. Esto lo colocó en pugna con los elementos obreros del Movimiento, afectados por la congelación de sus salarios y con cier– tas medidas de reorganización que se pusie– ron en práctica a partir de 1957. El Vice-Pre– sidente, Juan Lechín, se colocó del lado de los obreros y contra la política del gobierno del cual formaba parle. Siles debió amena– zar con su renuncia y el país pareció al borde de la anarquía.
Paz Estenssoro debió regresar de Europa en 1959 y actuar con todo su prestigio para restablecer la unidad del Movimiento. Optó a la reelección y, obviamente, triunfó (Junio de 1960). Aunque la oposición boliviana y, en especial, Falange Socialista, pueda obte– ner votos en las grandes ciudades, desde que otorgó el derecho a sufragio a los analfabe– tos (una de las primeras medidas de la Revo– luciónl el gobierno dispone de una incontras– table Inayoría, gracias a las masas indias campesinas.
Frente a una oposición que crece (en las ciudades), tiende a unirse (sólo contra el go– biernol, y pide mayores garantías, la divi– sión definitiva del MNR significaría probable– Inente la guerra civil sangrienta y la iInpla– cable dictadura del vencedor. Y el fin de la Revolución.
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