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t ba en el tapete La situación, tal como Soulé la es ~entaba, debe haber sido clara como el cristal f/!

lker podía mantener una posición antiesclavista y ar en el desastre seguro con sus hombres, o bien, ca día huir de Nicaragua y buscar el descrédito del asilo po el exterior, o bien, podio abjurar de sus antiguos en ntos de vista políticos, ligarse a la tierra de su origen,

PUquizáS surgir a nuevOS triunfos con la ayuda de su

~ropiO pueblo.

I I

El estaba siendo despedazado por las mismas fuer– zas que estaban despedazando a su país El tuvo que Juchar la Guerra Civil dentro de si mismo cinco años antes de que comenzara Su esfuerzo en preservar su integridad intelectual se mostró en las semanas que le tomó decidirse. Su primera reacción fue un intenta de componenda A principios de Septiembre él habia emitido un decreto que, en realidad, establecía un sis– tema de trabajo forzado para todos los nicaragüenses que fueran encontrados culpables de vagancia, o que faltaran en llenar los términos de sus contratos labo– rales con sus patronos Este decreta na cambió materialmente, de hecho, el status del campesina nica– ragüense, el que aunque técnicamente libre, vivía reo/mente en un estado de servidumbre feudal. En realidad, Walker estaba asegurando a los compradores omericanas de haciendas nicaragüenses la obtención de trabajadores.

Si él esperaba evitarse mayores concesiones, esta– ba equivocado. Un cambia en la situación militar le forzó el juego, cuando le llegó la noticia que un fuerte ejército, representando a Guatemala, El Salvador, Hon– duras y los leoneses nicaragüenses, se estaban movili– zando para atacarle. Por este tiempo, Walker todavía no se había comprometido sobre la esclavitud Varios dios pasaron en los que debe haber estado al borde de la desesperación Mas tarde hubo quienes dijeran que en lo que respecta a fria razonamiento, tal como el que usó en el caso de Corral, él debía haber tomado su propia vida antes de sacrificar un principio bajo presión. Pero la urgencia de triunfar sobre la adver– sidad era aun muy fuerte en él, y en todo caso, el sui– cidio, a su parecer, era moralmente imposible, una solución cobarde, especialmente cuando la superviven– cia de sus soldados americanos iba envuelta en la suya No padria abandonar a sus hombres, cualesquiera que fueran las convícciones políticas que se viera obligado oabandonar

El 22 de Septiembre, emitió el decreto que habia de señalarlo como un esclavista No mencionaba /0

,?clavitud Su esencia era una decl~ración de que Ciertas disposiciones de la Constitución de Nicaragua eran nulas Una de ellas prohibía la introducción de 'sclavos en el pais.

Hecha la cosa, él tenía que encontrar una justifi– Cación Con la que vivir. La más pobre y la más nume–

hOs~ clase en Nicaragua, los indios trabajadores de las oCiendas, -escribió en una carta a un Congresal Ol1lericano_, había sido explotada por los grandes te-rratenientes y comerciantes de la ciudad, al punto que su condición económica y social era peor que la de la

mayoria de los esclavos en los Estados Unídas. La

esclavitud bajo el sistema americano sería, realmente

un paso adelante para ellos, el mejor medio de librarlo~

de un adeudo perpet~o Daba ~ entender que, en NJcaragua, la esclavJtud no podna poner fin a la

democracia, puesto que allí no habia democracia Su

decreto proveía un medio práctico¡ tal COmo veía el

asunto, por el que los Americanos podían ser halagados a venir a Nicaragua como hacendados e introducir las

instituciones democráticas para comenzar la regenera

M ción del país

Mas cuando todo hubo sido dicho, sabía lo que había hecho a su posición moral ante los ojo> dal pue– blo nicOJ agüense El había sido popular entre los in– dios, principalmente porque los había librado de los horrores de la conscripción militar Mas ahora los iba a perder En una de sus cartas a los Congresales ad– mitia que al revocar los decretos de libertad en Nicara– gua, se le habia "opuesto todo el grupo de naturales del país".

Algunos de sus admiradores antiesclavistas se resístían a creer que su héroe pudiera haber cambiado

su posición, de la noche a la mañana, de manera tan

radical El antiguo Ministro Americano en Nicaragua, George Squier, esclibió una carta al T ¡mes de Londres, negando que Walker, realmente, intentara introducir la esclavitud en Nicaragua Pero de ahora en adelan– te, los principales aliados de Walker serían "ultras" sureños. El, que había rehusado soldados conscriptos en su ejército, y que nunca habia poseido ni deseado poseer un esclavo, debía encontrar apoyo sólo entre los esclavistas

Mas tarde se rumoró que él habia sido, desde el principio, un agente de los intereses esclavistas, y él, deliberadamente, permitia credibilidad a esos rumores. Antes que admitir que habia cambiado su política y escogido la supervivencia a costa de los principios, pre– fería aparecer como un hombre que había estado siempre secretamente dedicado a la causa sureña Una vez que hubo hecho su concesión fundamental, llegó o los extremos de hacer pensar que en su corazón nunca habia dudado de las virtudes de la esclavitud, y así no habia necesitado ser convencido por Soulé. Nunca hizo referencias a sus escritos originales sobre el tema.

En un largo y atormentado capitulo de La Guerra

en Nicaragua, escrito poco antes del estallido de la Guerra Civil, buscó encontrar un terreno intelectual sólido en el que sostenerse ante los pueblos de las Amé–

ricas como un esclavista y convencido racista, pero a

pesar de sí mismo, sus dudas internas salían a relucir. En un pasaje, extraño y confesional, da a entender que si se hubiera dado cuenta cuán resentida la reacción norteño a su decreto hobio sido, quizás no lo hubiera emitido "Es verdad que el autor del decreto de es– clavitud no estaba consciente, al momento en que fue publicado, del marcado y universal sentimiento que existe en los Estados del Norte en contra de la sociedad Sureña No sabía cuón profundamente prevalecen los sentimientos antiesclavistas en los estados libres" Además, no podio, realmente, hacerse cargo de denun– ciar la posición antiesclavista A propósito de un dis_ curso del Senador Seward sobre la falta de solidez

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