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económica de la esclavitud, escribió "Es imposible no reconocer [a fuerza y el vigor de sus pensamientos y lenguaje El autOl considera un gran error, de parte

de fos Sureños, intentar empequeñecer el talento, o

despreciar los motivos de los jefes del partido antiescla– vista" (*) Sus esfuerzos para dar a creer que el establecimiento de la esclavitud en Nicaragua había sido su intención desde el principio, puede haber enga–

ñado a algunos, pero uno de sus oficiales¡ que lo obser–

vaba de cel Ca durante el período crucial de su decisión, no dudaba que "el temo (de lo esclavitud) se enrai7ó y tomó forma en la mente del General Walker en el ve– lana de 1856"

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Los concertados ataques contra Walker en los Estados Unidos, nacidos de su decreto esclavista y del

asunto con Goicurío, llegaron en un momento en que

su posición militar se iba rápidamente empeorando

Mas de 2,000 soldados habían sido puestos sobre el campo pOI la alianza de las Repúblicas del Norte Costa Rica se estaba preparando pOI a renovar la que– rra contra Walker desde el Sur Trece buques de [Juena Británicos, tripulados por 2,500 hombres habían llenado al puerto de Grevtown Contra estas fuerzas, Walkel sólo tenía un aliado, el cólera, que, mientras

diezmaba sus propias filas, causaba mayores estraaos

en las del enemigo, y temporalmente lo paralizó Por OtlO parte, con sólo 600 hombres, sin esperanza de

nuevos voluntarios, enfrentándose a seria escasez de provisiones y alimentos, estaba en una desesperada

desventaja Para los lectores de los periódicos ame–

I iconos, el avance aliado sobre Granada en Septiembre,

El New York "Helald", en 1860, envió un cOllesponsal

especial pala "compaña¡ a 'Vall{cr en su

última expedición.

y los primeros informes de la lucha, presagiaban su inminente ruina En Masaya, en la ruta aliada a Gra_

nada, sus tropas sufrieron un severo rechazo, y tuvo

qiJe regresar a su capital, mas antes de poder llegar a la ciudad, una fuerte columna Guatemalteca la había cercado, había asesinado un buen número de civiles americanos, y capturado todas las municiones y pro– visiones de boca que pudieron encontrar

Todos pensaron que habít¡ terminado Tanta para Nicaragua cama para los Estados Unidos fue una pasmosa sorpresa el que, en una batalla, el 13 de Oc·

tubre, exactamente un año después de la captura de ia ciudad, arrojó al enemigo de Granada, causándole serias bcijas, y restableció su autoridad en la capital

Capítulo Diecisiete

VANDERBILT EJERCE SU VENGANZA

Después de la inesperada recaptura de Granada

por Walker, un extraño rumor comenzó a circular en

el distrito financiero de New York. Tras las bambali– nas, un poderoso e inesperado POI tidario estaba tra– bajando en su favor, el único hombre, quizás, capaz de

enfrentarse a los enemigos de casa, el gran "Encina

Verde" George Law, magnate de la marina mercante, fel rocarrilero, multimillonario, e individuo que tenía graves quejas personales contra Vanderbilt. Se le ocurrió a Law que ni la combinación Garrison-Morgan ni la compañía de Vanderbilt, tenían ya una firme base legal en la ruta del Tránsito Nicaragüense Si él por su parte iniciara el apoyo de Walker para que ganara

la guerra, ¿no remuneraría éste a su benefactor con

los privilegios del Tránsito, y no se retorcería Vander– bilt? Este parece haber sido el lazonamiento detrás de los movimientos hechos por Law en el verano de

1857

El sabía, o pensaba que sabía, cómo rescatar a

(*) (Willinm Walker, LI1 Guerra en Nicliratua, p 264)

Walker de su difícil situación militar Entre los ami– gos de law en New York estaba uno de los más renom– brados soldados de fortuna, el Sueco de nacimiento, Charles Frederick Henningsen, un Vikingo rubio de apenas cuarenta años de edad, que se hobía distíngui' do en las guerras de España, en Rusia, y principalmente en la revolución Húngara, en la que había llegado a ser uno de los principales jefes e íntimo amigo del famoso Kossuth Autor de varios libros famosos sobre estra– tegia militar, sus talentos iban aun más allá era un hábil periodista, novelista de ingenio y reputación, y

marido de una rica y aristocrática belleza de Georgio, Henningsen, desde el principio, había cobrado un prq– fundo y admitivo interés en la lucha del joven Walker,

y había llegado a la conclusión de que con unos cuan· tos centenares de hombres, algunos morteros y caño– nes, mejores rifles y adecuado aprovisionamiento, el Americano podría aun rechazar a sus enemigos y con– quistar el Istmo Cuando mencionó sus puntos de Vista a Law, el financiero inmediatamente le propuso unir sus fuerzas Era la clase de aventura que Henningsen no podría resistir. Law había comprado varios miles de mosquetes del ejército con vista a usar-

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