This is a SEO version of RC_1964_12_N51. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »los en Nicaragua, y se los ofl eció a Henningsen junto con $ 20 000 para la compra de
01 tillería y municiones El pi imer paso de Henningsen fue supervigilOl la conversión de los mosquetes de Law en rifles Minié, la
mÓs dvanzada arma de mano de su tiempo, y que nun–
ca antes se había producido en los Estados Unidos Cuando estas nuevas le llegaron a Vanderbilt, contra–
atacó haciendo que Goicuría, cuyas conexiones con él
nO eran aun genetalmente conocidas, se QCeleara a
Law Y le pidiera, como en nombre de Waiker, por una parte de las armas acumuladas, pOI a sel llevadas a Nicaragua por él mismo Por un momento Law cleyó en la buena fe del Cubano, pero a[ hacer investigacio– nes percibió lo sombra de Vanderbilt en el trasfondo, e hizo a un lado la propuesta
El desembarque de Henningsen en Gleytown, a principios de Octubre de 1856, fue ampliamente acla–
mado en la prenca americana como un punto decisivo
en la suerte de Walhr Los vapores de ,ío de la Compa_
ñía Accesoria del Tránsito le tI ajel on con su armamento
a Granada, donde fueron lecibidos alegremente por Wolkel y sus gentes, y dentro de las dos semanas si– guientes el Sueco había organizado y entrenado dos
eficientes compañías de artilleiÍa y una de zapadores
y mineros Su impacto en el pequeño ejélcito fue con–
siderable, Walker escribió que "nunca había tenido motivo de famentar (a confianza" que había puesto en Henninqsen Desde el principio, sus conocimientos, su habilidad y competencia, fueron tan manifiestos que
aun cuando su nombramiento como Mayor General lo colocaban en lanqo sobre otros comandantes veteranos,
los celos se diluían en respeto
Henningsen voluntariamente aceptó lo jefatura de
Walker, y más tOl de escribió artículos pOI a los diOl ios
de New Or leans y de Nashville, rindiendo tributo a lo inteligencia de Walker, a su modesto porte, y a [a fuel–
za de su COl ácter La Cut ¡osa composición def pequeño ejército también impresionó al aventurero sueco Al
explicar la hdbilidad de los soldados de Walker para
sostener batallas contra abrumadoras desventajas, escribió, l/Tales hombl es no aparecen en la vida
diatia Yo estuve al lado de la Confederaci6n en mu– chas sanwientas batallas de la pasada Guel'ra (Civil), pero puedo meaurar que si al fin de eso Guel ro se me hubiera pel mitido escoqer a 5,000 de los más valien– tes ,oldados Confader ados o Federales que hava visto,
y los pudiera resucitar y enfrentarlos a 1,000 de aque–
llos hombres que yacen oaio los naranjos de Nicaragua,
estoy seauro que las mil hubielan desbandado y ven– cido en término de uno hora a aquellos cinco mil 10–
da lo ciencia militar follaba: en un imprevi'to campo,
ante aC:(1ltantes que iban a la COlrera, d rematar con sus revólveres, y ante quienes importaba naco cm 001
contra una hatprfa 01<;tolo pn mano" ('('jl .... ulaba que
por cada 100 hombres del ejército de Walkel, se ha– bian recibido 137 heridas, en el cur'O de su comnaña de 1856, sin menqua de su espíritu comhativo El ex–
traordinario número de personas educadas que arries–
gaban sus vidas en servicio de Walker, también le
Imotesionó "He oído a dos muqrien10s soldados dis– cutir sobre la pronunciación correcta V los méritos
comDar ativos de Esquilo y Eurípides He visto o un soldado de guardia escribiendo incesantemente en tiras
de papel, lo que resultó ser una espléndida traducción en verso de la Divina Comedia" Productos de las Univelsidades Americanas luchaban al lado de famosos duelistas y aventureros, entl e ellos el lengendario Co–
ronel Thomas Henry, uno de los primeros Iflnmortales",
y Frederick Townsend Ward, más tarde General del ejército Chino
Las mismísimas cualidades que hacían a los hom– bres plácticos huil ele Walker atraían hacia él a los jóvenes idealistas, a los poetas, y o los soldados de fortuna La pequeño banda de Americanos que le
siguieron a Nicaragua produjeron no menos de seis libros sobre su aventura, así como numerosos artículos
y una considerable cantidad de poesia Aunque sus hombres hallaban difícil comprendel sus motivaciones,
una cosa ¡es elO dara que él elO indiferente a tener, poseer o conseguil ,
La moral del ejélcito er a sorprendente, y contrOl io a las declaraciones de los críticos nO,rteños de Walker,
era venerado por sus hombres, quienes recordob.on la
ocasíán en que le había dado su caballo a un soldado
hel ido, mientras él mismo caminó afanosamente
o pie las tteinta millos del tlayecto Igualmente, Henningsen alababa 10 disciplina del ejército y recha– zaba los frecuentes cargos de pillaje y violación contra las tlOpOS de Walker Mucha de la critica adversa dirigida contra los Americanos en este punto fue debida a los depredaciones de treinta hombres, quienes en Julio de ¡ 856, llegaron en cuerpo procedentes de Texas, y quienes resultaron ser una pandilla de ladrones, pel– seguida por las autoridades Americanrts Desertando inmediatamente después de su llegada, y usando los
uniformes de los Rangers de Walker, vagaban POI la campiñrt nicOlagüense en búsqueda de botín, dejando
una huella de miseria ti as ellos, y cuidadosamente
evadiendo o Walker, quien había jurcldo aholcarlas si
caían en sus manos
Otro factor llamativo en las operaciones de Walkel, observado pOI Henningsen era la buena vo– luntad mostrada por las gentes pobles del campo Aun el "decreta de esclavitud" no afectó materialmen– te la actitud de los indios nicaragüenses hacia Walkel en los primeros meses de su guerra con los aliados Su sentir se debia indudablemente al hecho de que, distinto a los comandantes nativos, nunca los había
reclutado para el sel vicio m;1itm, una excepción que les
llenaba de gratitud rayano casi en revel encia La
compañía de nicoraqüenses que permaneció o su selvi–
cio hasta el fin, y la que él consideraba igual en coraje
y lealtad que cualquiera de sus tropas, estaba com– puesta de voluntarios
Eran los terratenientes y los comerciantes, los
calzados, quizás la décima parte del pueblo nicara– güense, los que comidelOban a Walkel como su ene– migo natural El cambio que tuvo luqor en la actitud populm hacia él fue en las últimas foses de la guena, cuando abl umadoras escaceces de alimentos obliqó a sus hombres a forrajear Distintos a Wa!ker mismo, que comia poco yero casi indiferente a lo que le llega– ra o las manos, sus hombres estaban acostumb'ados a
consumir más provisiones que el tíDico nicaraqüense
No contentos con uno dieto de tortillas y de plátanos, ellos requisaban granos, ganado, caballos, mulas y
This is a SEO version of RC_1964_12_N51. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »