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« Previous Page Table of Contents Next Page »país Inmediatamente Inglaterra reconOCIO que su marina no tenía derecho de registrar los barcos Ame– ricanos en tiempo de paz, y puso fin a la práctica Si Inglate, ro hubiera ti atado, deliberadamente, de Ievivír el prestígio de Buchanan, na podría haber encontrado medio mejor El público Americano esta– ba totalmente encantado Con él, pues, ¿no había obli– gado a la pérfida Albión a respetar la bandera Ameri– cano? ¿No era una prueba, después de todo, -espe– cialmente si se toma en cuenta junto con la devolu– ción de la Mosquitia a Nicaragua- de un atrevido y fuerte arte de gobernar por parte de su administra– ción? Un número de Senadores que habían estado su–
mamente molestos con Buchanan¡ una vez más se hi~
cieron a su lado Sin oposición alguna, el Presidente pudo habilitar los puertos del Golfo con funcionarios federales en los que podía confiar no iban a ~ntrar en connivencias con Walker en la evasión de las Leyes de Neutralidad
El efecto de esta medida del Presidente fue sen. tido en todo su rigor por Walker a finales de 185& cuando había reunido 300 hombres y un cargament~
de municiones en Mobile, y donde había fletado un
barco para Hevedos a Nicaragua como l/pacíficos emi~
grantes" El nuevo Colector del Puerto, Tadeo San. ford, decididamente rehusó extender el despacho, y el Fiscal citó a Walker ante el Gran Jurado, acusándalo de conspiración para violar la ley Como de costum bre, Walker se dirigió a los jurados en defensa propia y la vieja magia surtió efecto Mirando las pruebo; ante sus ojos, el Gran Jurado las juzgó falsas y lo exo. nel Ó de culpa Pero la expedición había sido irrepo. rablemente dañada Sus homb, es, advertidos por los alguaciles federales de un inminente arresto, se disper.
saron a sus hogares/ el barco fue capturado¡ y su car–
gamento de municiones fue confiscado
La campaña de Buchonan contra Wolker se toro
nó en el único esfuerzo exitoso de su administración
Capítulo Veinte
LA CALMA DEL DOLOR
Casi al final de sus recursos y con las oportuni– dades de éxito disminuyendo rápidamente, Walker no podía soportqr una larga espera sin probar de nuevo. A los pocos días de su aparición ante el Gran Jurado, sus oficiales veteranos exploraban los estados del Sur tratando de encontrar aun más reclutas y dinero Es– ta Vez, sólo cerco de J 00 hombres se comprometieron a servir, y su calidad, se obsel vaba, era máS" pobré que en el pasada Uno de sus principales ayudantes, Doubleday, los describió "en su mayor parte de la clase que se encyentra en los muelles de los ciudades sure– ñas, con uno que otro cajero de banco norteño que se había decidido de pronto cambiar de vocación" Hom– bres de educación o convicciones políticas eran raros entre ellos
No tenía dinero con que fletar un vapor y esta vez su esperanza de poder sacar una expedición de Mobile se centraba en una embarcación de velo, la go– leta Suson, propiedad de uno de sus amigos En un día de Diciembre, la Suson entró al puerto, y su dueño
pidió su despacho, no para Centro América, sino sim–
plemente para Key West Le fue rehusado El Co– lector del Puerto, Sanford, no tenía duda del verda– dero destino y propósito del viaje, y no se le pudo con– vencer Por uno o dos días pareció que esta expe– dición también se desintegraría antes de darse a la vela Sólo una puerta estaba aun abierta para Wal– ker, -desafiar al gobierno federal- y estaba lo sufi– cientemente desesperado corno para pasar por ella La Suson salió de Mobile sin el despacho Pero se en– calló en un arrecife cerca de Honduras Británica, y su tripulación y pasajeros fueron traídos de regreso a Mo– bile por un barco de guerra inglés Su regreso, el día de Año Nuevo de 1859, tuvo una nota curiosa de triun– fo El pueblo de Mobile se mostró tan satisfecho de la acción británica, que el fracaso de la expedición
filibustera fue casi ignorado Los ciudadanos promi. nentes de 10 ciudad obsequiaron un banquete a los oficiales del barco de guerra y los ensalzaron en cáli· dos discursos, con brindis tras brindis a la amistad An· glo-Americana, mejor dicho, a la amistad Anglo-Sure ña Walker no estuvo plesente El cambio de áni· mo de Mobile, el último baluOl te del filibusterismo, no podía desperdiciarse en él
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No había razón para creer que otro esfuerzo para llevar una fuerza armada a Centro América podria ser más exitoso que el último. Por el contrario, las bao rreras contra él se iban levantando rápidamente Es· taba tan comprometido a SlJ sueño como para borrar toda otra posibilidad de una carrera? Si hubiera .s· todo deseoso de abandonar sus aventuras militares y
dedicarse a la P9lítica, podría aun haber abierto nve Vas e impresionantes posibilidades para sí mismo Pe· ro para Walker los actuales acontecimientos que es–
taban provocando al Sur a la secesión yola guerra -las escaramuzas de John Brown para la liberación de los esclavos en Virginia, la agitación en el Norte por tarifas altas contrarias a los intereses del Sur-, todo esto era la sombra de la ruina Corno antes, la única esperanza que él podía ver era la conquista de
Centro América, a la faz de la oposición europea, co–
mo punto de reunión de la nación entera Todos sus esfuerzos se conce¡1traban todavía en esta última de· cadente oportunidad, la que estaba unida a su Í'ntima necesidad de volver a tener el poder perdido Para
él, las alternativas eran el éxito o la muerte
Se le ocurrió una nueva estrategia para burlar al gobierno federal, y junto con Henningsen obtuvo el respaldo de George Law Cien hombres serían pues' tos a bordo de una goleta, la Granada, y despachada a Panamá, vía Cuba, con California corno punto final
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