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destino. Las autoridades portuarias de New

~el ans no podían negar el derecho de ciudadanos / eericanos de ir de un Estado a otro Mientras lan-

m él viajaría a Cuba, esperaría que la Granada en– tO'ra al puerta de La Habana, donde él subiría a bordo. tra Ó . , P' '1 . t L expedid n segUIrlo

Q anomo y cruzarlO e 15 mo.

U

a

vapor los estaría esperando en el Pacífica. Puesto ne 011I eran comparativamente pocas los barcos de querra B. itónicos patrullando la costa Occidental de

~~caragua, Walker no tenía duda de poder efectuar

1;1 un desembarque, Y mantener una fuerte posición o ientras llegaban los refuerzos que se habían de re– dutar en California

Un sólo ayudante, el Coronel Bruno van Natzmer, 'ba con él cuando se embarcó en uno de los vapores de la Línea Panameña de Law, que tenía a La Habana

como puerto de itinerario Se notó su partida, y el reportera de un diario, adivinando en parte la verdad, inventó una historia de que Walker iba a Panamá y que de allí continuaría a California con el objeto de levantar allí un ejército, Esta historia, publicada el mismo día de la salida de Walker, fue un golpe mortal poro el plan Los autoridades federales se pusieron sobre aviso del peligro de permitir que cualquier barco, con rumbo a Panamá, llevara lo que podría conside– rarse como una expedición filibustera, y se negaron a extenderle el despacho a la Granada Walker, apre– suradamente, trató de impedir el daño que la noticia podía causar, declarando a los corresponsales de La Ha– bana, que en realidad él iba para Panamá, pero "sólo para tomar el vapor inglés para Southampton, con el objeto de ver qué puedo hacer en EUJ opa". Pero era demasiado tarde para usar de artimañas que distra– jeran la atención Al saber que sus hombres habían sido retirados de la Granada y dispersados, regresó a New Orleans

Si un pedazo de papel, un despachó con una fir– ma oficial, Se interponía entre él y sU propósito, y no

podía obtenerse de una manero, entonc~s tenía que

obtenerse de otro Fayssoux se concentró en ganarse a los funcionarias claves en la oficina de la autoridad portuaria de New Orleans, y finalmente tuvo éxito Animado por ello, Walker dió el siguiente paso, un viaje a New York, donde él y Helll1in[lsen persuadieron a George Law les proveyera de las fondos necesarios para otro expedición Por Septiembre de 1859 todo estaba listo Unos cien Sureños estaban de nuevo sólo esperando su palabra para zarpar con él Un vapar de la Línea Panameña, el Phi/ade/phia, solió de New York para New Orleans llevando en sus bodegas

cajas de armas y municiones, y en un compartimiento

secreto una mayar cantidad de armas Un segunda vapor, el St Lo,,;s, le seguiría con 200 reclutas de New York bajo el familiar disfraz de "emigrantes" La expedición, tal cama estaba planeada, era la más gran– de organizada por Walker

Tan pronto como el Philade/phia atracó en New Orleans, solicitando salida para Panamá, la mayor par– te del contingente de New Orleans salió del muelle en bates, con la intención de abordar el vapor sin ser vis– tas, antes de su salida al Golfo Al principio todo iba bd'en, los inspectores del puerto examinaron el Phi/a-e/phia, no encontraron contrabando, y aprobaron el

zarpe Al último momento, sin embargo, altos fun– cionarios federales, incluyendo el Secretario del Tesoro de Buchanan, Howell Cobb, intervinieron, y el zarpe final les fue negada Una compañia de soldados de la guarnición de Batan Rouge fue enviada río abajo

para arrestar a los hombres de Wolker, el Philadelphia

fue registrado dos veces hasta que todos las armas a bordo fueron encontradas y confiscadas, el vapor mis– mo fue capturado, y al otro vapor, el St Louis, no se le permitió salir de New York Cobb escribió a Buc– hanan "Se alegrará al saber que la expedición de Walker con toda plObabifjdad ha sido frustrada por la

energía de nuestros funcionarios ll Era una indica–

ción de la alarma que el nombre de Walker creaba en

los círculos oficiales que aun con los vapores secues~

trados y los hombres bajo arresto, el Secretario no es– taba muy seguro de que la expedición había sido des– truida.

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La lealtad que Walker despertaba en los hom–

bres que mejor le conocieron era un extraño, si no un

singular, fenómeno Había logrado inculcar en sus ve– teranos -Henningsen, Anderson, Natzmer, Doubleday, Thomas Henry, Fayssoux, y atros- su propia deter– minación de que luchar de nuevo en Centro América

era la única meta digna de alcanzar Aquellos fo– gueados soldados ~e fOI tuna ya no buscaban más for– tuna, pues era evidente que no obtendrían ninguna en

el servicio de Walker Los ideales de democracia y de "Destino Manifiesto" con los que algunos habían comenzado, se les habían salido del cuerpo a través de las he. idas, mas como él, todavía c. eian qUe el futuro del Sur y 11:1 prevención de la guerra civil dependía de la expansión de las instituciones Americanas en el Ca– ribe Y todavía tenían lo detel minación, como la de muchos otros soldados, de no ser frustrados por los políticos y especuladores No habían aun colmado la medida de la aventura Deseaban luchar de nuevo al lado de un hombre al que, a pesar de todos sus fraca– sos, consideraban un gran héroe y un noble caballero

N,ientros se pudieran encontrar bOl cas, armas y reclu–

tas ,ellos no le abandonarían Después de los peli– gros que habían sob.evivido con Walker, ¿qué más po– dían esperOl hacer en ésta vida que no les pareciera pálido y trivial?

Las antiguas fuentes de recursos para Walker se habían secado George LaVl habia llegado a la con– clusión de que lo firmeza del gobierno federal y la fuerza de las patrullas navales Britónicas en el Ca– ribe hacían la posibilidad de llevar ot.a expedición a Centro América sumamente pequeña para tomarla en

consideración A Jos magnates Sureños era, también,

evildente aue las contribuciones a lo causa de Walker

yo no podían considerarse como uno sana inversión

Walker tenía, sin embargo, un don intanqible -su ta– lento periodístico En el ataño de 1859, un editor le ofreció un contrato para un libro basado en sus ex– periencias, y él pasó el invierno escribiéndolo Sus es–

peranzas de éxito se dejan entrever en una carta que

escribió a Fayssoux, informándole que el libro sería pu– blicado en New York y Mobile simultáneamente, y que

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