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« Previous Page Table of Contents Next Page »poro trotar de localizar el campamento de Cabo-
o
Wolker escogió al más experimentado guerriilero
;;os~us fuerzas, el Coronel Thomas Henry, quien salió
en un guía hondureño y estuvo fuera por vorios dios
CO su regreso, antes de informar a Walker se detuvo A una taberna de Trujiilo para apurar unos tragos y
d~scansar El era por naturaleza un hombr 7 belicoso sobreviviente de una docena de duelos, veinte bata– íls y muchas heridas- y el licor invariablemente acen– t Daba su beligerancia Cuando subió 'o cuesto del
f~erte
SU estado de ánimo era peligroso No pudien– do en~ontrar a Walker en sus dependencias, esperó brevemente, fumando un cigorro, y luego comenzó a buscarlo en el fuerte. La puerta de un cuarto -el de lo pólvora- estaba cerrada, y éi la empujó, dentro estaba un grupo de hombres preparando las cargas de los cañones del fuerte, y había pólvora regada por, el suelo. Un joven ten.ente encargado de lo operaClon,
señalando el cigarro encendido de Henry le ordenó sa– lir. No se necesitó más poro encender lo ira del hom– bre que no se aguantaba por pelear Profiriendo un
juramento, Henry abofeteó 01 teniente y trató de lu– char con él Amiedado, el joven dió un salto atrás
desenfundando su pistola y cuando el Coronel se lanzó contra él, le disparó La bala dió en la mandíbula de Henry ilevándose lo parte inferior de lo cara, uno he– rida tan horripilante que aun los más endurecidos ve–
teranos se estremecían a su vista.
Con grandes dolores, Henry fue ilevada al hospi– tal, donde el cirujano le dio morfina antes de ilamar a Walker El mensaje en el que Wolker cifraba sus esperanzas yacía ahora en lo mente de un hombre en– drogado y cuya herido con todo seguridad no le per– mitiría hablar de nueva Walker esperaba a la oriila del lecho y él mismo realizó una operación que podría ayudar a salvar la vida de Henry, pero la falta de ne– cesarías antisépticos hacían el pronóstico obscuro Mientras Walker esperaba que Henry volviera en sí, se encaró a peores dificultades, con el arribo del bar– ca de guerra Británico, el lcarus, bajo el mando del Ca– pitán Norveil Salman A las pocas horas un marinero le trajo un lacónico mensaje debia de rendirse, depo– ner las armas, y devolver el dinero que estaba en la aduana cuando sus hombres lo tomaron y que era pro– piedad de la Corona Británica. Esta era la primera vez que Walker se informaba de que el dinero había sido robado
El problema era ahora impedir que el Capitán Sal– man bombardeara el fuerte y desembarcara sus mari– nos. Todavía esperanzado de obtener noticias de Ca– bañas de parte de Henry, Walker puso dilaciones Su contestación apresurada a Salman decia "No puedo, bajo las circunstancias, considerar una deshonra depo– ner los armas a un oficial de la Corona Británica", pero le pedía a Salman le particularizara los términos de su rendición, e Investigar los hechos referentes al supuesto robo
Henry, mientras tanto, había abierto los ojos y reconocido a Walker Se le puso una pizarra en las manos y pudo garrapatear unas cuantas palabras, las CUfici:ntes para dar una vaga noción del paradero de abanas. El dilema de Walker era duramente claro Por una parte, había la posible oportunidad de encon-
trar el campamento de montaña de los Liberales rebel– des, quienes poqrían o no estar deseosos de recibirle Por la otra, había la oportunidad de rendirse sin peli– gro ,a los Ingle~es La ~egunda nota de Salman, que ilego algunos diOS despues, era específica, aunque arro– gante los Americanos tendrían la protección de Jo ban– dera Británica cuando depusieran las ármas Tendrían que abandonar el país en una goleta, y Walker tendría que reponer el dinero robado a la aduana por alguno de sus hombres La nota también informaba categó– ricamente que 700 soldados del Gobierno Hondureño habían tomado posiciones a poca distancia de Trujillo El tono altanero de Salman puede haber influen– ciado la decisión de Walker. Tres veces antes en su vida se había visto obligado a rendirse a oficiales del
Ejército °
la Marina de los Estados Unidos, y una vez había llorado ante la adversidad, pero rendirse a un Inglés era aun más demoledor Consultando con sus oficiales, los encontró dispuestos a seguirle en el últi– mo desesperado esfuerzo Se le envió a decir a Sal– man esperar hasta el siguiente día la respuesta final a su demando de rendición
Mientras sus hombres espigaban los cañones del fuerte y destruían todas las municiones que no podían llevarse, Walker visitó el hospital para despedirse de los heridos y dejar un mensaje para Salman, pidiéndole los protegiera de la venganza Hondureña Uno de los filibusteros describió después la despedida de Wal– ker del moribundo Coronel Henry Lo gangrena en la herida se extendía rápidamente, gusanos aparecieron en la carne podrida, y su callado sufrimiento era un tormento para los hombres que le rodeaban Había una copa cerca de él, y cuando Walker, después de
unas pocas palabras, se volvía para retirarse, dio un
apretón al hombro de Henry, y dejó al lado de la copa un frasco lleno de morfina. Luego, volviéndose abrup– tamente, se retiró Los otros observaron cómo Henry penosamente cogió la copa, vació el frasco en ella, y lo vació en su abierta garganta Antes de morir, cu– brió con la frazada su destrozado rostro
I V
Silenciosamente, antes del amanecer, los hombres abandonaron el fuerte, y con un hondureño como guía, siguieron una vereda en la jungla no lejos de la costa del Atlántico, dirigiéndose hacia el Sureste al lugar don– de Cabañas había sido visto fa última vez Tan pron– to como se supo su huída de Trujillo, un fuerte contin– gente de soldados Hondureños los persiguió Veinti– cuatro horas más tarde, cuando los filibusteros se dis– ponían a vadear un riachuelo, los perseguidores los alCanzaron y abrieron fuego sobre ellos, hiriendo a vein– te en la primera andanada
Walker reunió al resto y logró rechazar el ataque En este encuentro sufrió una herida superficial en lo mejilla, su primera herida en las batallas que había sos– tenido en Centro América Llevando a sus heridos por angostas y serpenteantes veredas, siguieron adelante hasta llegar a las márgenes de un ancho río, el río Ne– gro, donde una tribu de Caribes amistosos les dio abri– go. Aquí, el guía, después de conversar con los Cari– bes, dio a Walker un informe animador. A un día de
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